La central hidroeléctrica china que se enfrenta con comunidades en la cordillera del Biobío

Es un gigante contra un grupo de comunidades indígenas y locales de Santa Bárbara y Quilaco. La firma dueña de la represa más grande del mundo, Tres Gargantas, intenta instalar una central de pasada en Chile. Ha habido tomas, querellas y protestas contra el proyecto. Es una historia en desarrollo.

Corría 2012 y una empresa brasileña llamada Atiaia empezó a acercarse a comunidades en Santa Bárbara y Quilaco en la Región del Biobío. Era historia conocida: querían instalar una central hidroeléctrica de pasada que, dijeron, no afectaría al río y sólo traería beneficios a la zona.

Rucalhue sería el nombre, que en mapudungún significa “lugar para construir una casa”. Mucho antes, y también allá arriba, casi en la cordillera, primero fue la central Pangue, luego Ralco, ambas de Enel, y más tarde Angostura, de Colbún, las que ofrecieron lo mismo. Las comunidades pehuenche de la zona alta del río Biobío lideraron bulladas oposiciones a las hidroeléctricas, pero desde entonces, una decena de proyectos de generación de energía de pasada se han instalado en la misma cuenca. 

El que llegó a conversar primero con las comunidades fue Pablo Vidal, hoy diputado ex Revolución Democrática, quien trabajaba para Atiaia, controlada por la brasileña Grupo Cornelio Brennand, a cargo del proyecto, según su propia reseña en la página del Congreso.

Tras un arduo trabajo de convencer a los vecinos y ceder, a cambio de los daños que provocaría en el sector, una serie de ayudas económicas y de apoyo a la cultura mapuche, en 2016 y luego de una consulta indígena, se aprobó el proyecto: fue el primero de la cuenca en contar con este proceso. Ofrecía inyectar 90 MW al sistema, construir un muro horizontal de 21 metros sobre el rio, una línea de transmisión de 1,5 kilómetros y una inversión de US$ 240 millones.

Pero la firma brasileña quebró. Y en mayo de 2018 entró un nuevo actor al ruedo: China International Water and Electric Corporation. No solo se trata de una de las primeras empresas chinas en construir una central hidro en Chile, sino además es una subsidiaria de una compañía de talla planetaria. La controladora final es Three Gorges Corporation, que controla la mayor represa del mundo y tiene operaciones en más de 30 países.  

Todo iba bien, las obras empezaron oficialmente en noviembre del año pasado, con el despeje de caminos y construcción de las primeras ubicaciones para las faenas de la central, cuando un grupo de jóvenes del sector empezaron a oponerse. El movimiento fue creciendo, logró apoyos políticos y hoy la central, que en su momento fue ejemplo nacional por haber obtenido sin problemas el sí de la comunidad, está en aprietos. 

Crece la oposición

“Es gente de campo, sencilla, pacífica, que ya está acostumbrada a que la relocalicen, que las saquen de sus raíces. Por eso cuando llegaron con este nuevo proyecto, aunque se opusieron al principio, luego cedieron cuando la empresa ofreció celulares y construir un par de instalaciones y comprar joyería y vestimenta mapuche”, dice Paula Riffo, 25 años, terminando su carrera de Pedagogía y habitante de toda la vida del sector, quien ha liderado esta nueva oposición a la central.

Incluso, Riffo y un grupo de jóvenes desde febrero de este año se tomaron el acceso al proyecto. En julio, Carabineros, tras una querella de la empresa, desalojó el sector. El sábado pasado, cientos de personas marcharon en contra de la central. Y en la comunidad hay opiniones divididas a favor y en contra de la instalación.

“Yo no soy como las generaciones pasadas que aceptaron ser despojadas de sus territorios a cambio de unos pesos. Nosotros somos respetuosos del medio ambiente, de nuestra tierra, de nuestras tradiciones”, afirma Riffo. 

En la firma, dicen comprender el malestar, pero abogan porque ellos han cumplido con cada uno de los pasos y permisos que la legislación les ha pedido. 

“La empresa entiende y reconoce el momento histórico que está viviendo Chile. Por un lado, existe una creciente preocupación por los efectos del cambio climático, y por otro, se sigue con atención la redacción de la nueva Constitución, que establecería las nuevas reglas del juego de los próximos años del país. Estos procesos sociales y ambientales, sumados a históricas demandas por los altos precios de la luz, y los constantes cortes del suministro que viven las comunas aledañas al proyecto, han provocado el nacimiento de grupos contrarios a nuestro proyecto”, señalan. 

Aunque también creen que existe confusión sobre los reales alcances del proyecto. “Por ejemplo, en redes sociales se suele comentar que la construcción de la Central secaría los ríos. Sin embargo, nuestro proyecto no extrae agua y no tiene capacidad de regulación, por lo tanto, no existe una afectación sobre el recurso”, apuntaron.

Riffo responde. “Es cosa de mirar el río. Estamos pasando por una sequía histórica, el río trae muy poca agua, ya hay otras tres represas más arriba y ni siquiera ha caído nieve. Nos estamos quedando sin agua, ¿cómo es posible que se construya una central más?”.

Además, apunta a que la experiencia ha sido negativa en cuanto a las promesas. Cada vez que llegaba una nueva central, prometía que los precios de la luz bajarían y que las comunidades progresarían. “Nada de eso pasó. Vaya a mirar la pobreza que inunda los territorios”, dice Paula Riffo. 

Según la web de Rucalhue, el proyecto está diseñado en una misma línea o eje que atraviesa el río. En este eje se encuentran las estructuras principales: casa de máquina, muro de cierre, y siete compuertas radiales que controlan los caudales cuando se producen crecidas. “Al elevarse la altura del río, se genera un embalse sin capacidad de regulación, donde el agua es restituida de manera íntegra e inmediata al cauce del río”, apuntan. 

Sin embargo, cuenta Paula Riffo, en ese lugar ya habían sido relocalizados no solo antiguos vecinos de comunidades mapuche de la cordillera, sino que también se habían movido importantes bancos de especies autóctonas que habitan el rio, y que podrían ver amenazada su existencia. 

Las dudas de la consulta indígena

Este, además, se transforma en el primer conflicto ambiental de una gigante empresa de origen chino, con comunidades locales y mapuche. Eso sí, la empresa le quita importancia a la nacionalidad.

“Actualmente en Chile existen varios grupos en contra de proyectos de infraestructura que no son chinos. Lo vemos en el rubro forestal, salmonero, minero y por supuesto, energético. En ese sentido, creemos que la nacionalidad no influye en las acciones que realizan estos grupos”, respondieron.

Riffo, más allá del origen de la inversión, va al fondo, y han considerado que la consulta indígena estuvo viciada. “Cuando llegaron a negociar con las comunidades les dijeron que el proyecto se iba a aprobar sí o sí, así que mejor que no se opusieran y que identificaran qué necesitaban y ellos se los darían”. Así, dice Riffo, hubo regalos de celulares y ofrecimientos para comprar artesanía local. 

La compañía difiere de esa versión. “Sería un error por parte de cualquier empresa o proyecto de inversión imponer aportes o beneficios sin considerar la realidad de las comunidades. Rucalhue Energía parte de la base que el resultado de nuestros aportes debe surgir de los propios vecinos. A partir del diálogo con la comunidad han nacido programas de becas para la educación superior o fondos de iniciativa local, ambos proyectos se prolongarán por toda la vida útil del proyecto. Respecto a la mejora en conectividad móvil, incluyendo la entrega de celulares, o el aporte de joyas, y vestimentas mapuche, son iniciativas que nacieron de la propia comunidad, y así quedaron establecidas en los convenios de cooperación firmados entre la empresa y los vecinos”, respondieron. 

De hecho, cuenta Riffo, muchos de los argumentos que se dieron en la consulta indígena tuvieron que ver con la cosmovisión mapuche y la importancia que el río tiene para la cultura originaria. Pero la empresa “dijo que eso no tenía peso como para oponerse y se puso a negociar cosas a cambio”. 

La firma, sobre eso, responde que “Atiaia Energía, ex titular del proyecto, cumplió el rol de presentar las principales características del proyecto, mediante videos y láminas traducidos al chedungun. Luego, previa deliberación interna de las comunidades, se logró firmar acuerdos con las tres comunidades que participaron del proceso. Estos acuerdos incluyen la construcción e implementación de un centro de salud intercultural, construcción e implementación de una ruca, programas de capacitaciones, entrega de vestimentas, joyas e instrumentos mapuche, entre otros”.

¿Obras en veremos?

Según el grupo de vecinos, aún no está claro el destino final de las obras. La empresa dice que ellos siguen con su planificación habitual. “Como inversionista extranjero, así como cualquier inversión chilena, hemos iniciado nuestro proyecto conforme a nuestra RCA y esperamos continuar trabajando, respetando y cumpliendo plenamente con la legislación vigente”, apuntaron.

Riffo y una decena de organizaciones territoriales quieren cambiar el curso del proyecto. No negociarlo, no modificarlo, sino que no se haga. Y para ello han forzado mesas de trabajo con los municipios, los que les habrían informado que no existen permisos decretados para iniciar las obras.

Ahora, todo está en veremos y la gigante china, que estrenó su arribo a Chile comprando Rucalhue, todavía podría ver frustrados sus planes.

Fuente: dfmas.df.cl