El exfrentista relata su actual visión de la cultura comunista que le tocó vivir, su paso por la Cárcel de Alta Seguridad, su estadía en México y Cuba y su actual vida en tierras galas.
“La cultura comunista me tiene harto: es ideológicamente intolerante y autoritaria”, señala Ricardo Palma Salamanca.
El exfrentista, quien fue condenado por el asesinato del senador Jaime Guzmán y que actualmente se encuentra en Francia- país que le concedió asilo-, concedió una entrevista a The Clinic, donde relata su paso por la Cárcel de Alta Seguridad, su estadía en México y Cuba y su actual vida en tierras galas.
Cuando estuvo preso, dice, gendarmes y el juez Alfredo Pfeiffer se ensañaron con él. “Gendarmería, en tanto encargados de cuidar la cárcel. Pero también la Justicia. El juez Alfredo Pfeiffer me escupió dos veces. Me amarraba con cadenas de pies y manos a la silla mientras me interrogaba. Era un nazi. Cuando llegué a la Penitenciaría me tuvo 28 días incomunicado y luego me ingresaron al sector de los enfermos mentales, con quienes estuve tres meses. Eso de convivir con locos es un experiencia muy inusual. Hay cero higiene, se mean, se cagan. No existe interlocución posible”, relata.
Sobre su paso por Cuba cuenta que entró sin permiso de las autoridades de ese país, porque de lo contrario se lo habrían negado: “Se les avisó cuando ya estábamos adentro. Ahí debo haber permanecido aproximadamente tres meses, hasta que nos echaron. Yo entiendo que nos hayan echado, porque poníamos en riesgo la política de su Estado”, dice, y agrega: “En cualquier caso, si se les hubiera pedido permiso hubieran dicho que no. Éramos unas papas hirviendo. Por eso llegamos así, porque no teníamos dónde ir, estábamos cansados y necesitábamos restablecernos después de tanto”.
En cuanto a su estadía en México, donde residió 20 años, también tiene palabras: “La derecha mexicana es muy poderosa en este lugar y le sirvió de argumento para justificar todo lo que había sucedido ahí. Son muchísimos los secuestros sin resolver. Obviamente nos relacionan a nosotros porque tenemos un pasado común, y un pasado chileno que calza muy bien con esa historia”.
“Con el tiempo, he responsabilizado mucho a mi medio familiar, su visión de las cosas del mundo y de la vida. Hubo una determinación por el tiempo histórico que nos tocó vivir y, por otra parte, una determinación familiar. Madre comunista, dos hermanas comunistas. Se almorzaba materialismo histórico y se cenaba materialismo dialéctico. Eso hoy me da un poco de molestia. No tuvieron la capacidad emotiva de enseñarme otros caminos posibles. Me hubiera gustado que me mostraran otro tipo de cuentos, otras literaturas”, cuenta en parte del texto.
Sobre su distancia con la cultura comunista que le tocó vivir, se explaya: “Esa cosa cerrada y obtusa de los comunistas es muy dura. La detesto. Es ideológicamente intolerante y autoritaria. Muchos de quienes se sumaron a su causa, estaban movidos por buenos sentimientos, pero el partido los utilizó. Yo terminé con todo eso hace mucho tiempo. A una señora que se me acercó el otro día para invitarme a un panel, porque según ella yo debía dar mi visión y tal, entonces tuve que explicarle que quizás mi visión no les gustaría mucho. Los chilenos de aquí son bien comunistas y absorbentes. Me han acompañado y apoyado mucho, es cierto, y se los agradezco, les debo mucho, pero me agarraron de Patito Donald, de causa perdida y llorona. Después del 23, cuando me dieron la protección definitiva, nos fuimos a un bar para tomar algo. Eran muchos, y se pusieron a gritar consignas del Frente Patriótico. ¡Yo no lo podía creer! ¡Los pelos se me erizaban!”.
Además, se refiere, en parte, a su reunión con Gabriel Boric. Sobre su cita con el diputado del Frente Amplio dijo que le interesa “ser vaso comunicante entre esos que son tributarios de una izquierda determinada, aunque la verdad es que yo ni sabía lo que era el Frente Amplio, porque he estado completamente alejado de la realidad chilena”
La información es de: latercera.cl