Garretón (PS) ante la crisis actual de la política: «La izquierda tiene una responsabilidad mayor que la derecha»

El economista, fundador del MAPU, escribió un documento de 13 carillas a solicitud de dirigentes del Partido Socialista, en medio de la crisis que enfrenta la colectividad. «Es una concepción de ser socialista la que se agotó», afirma. Plantea una mirada crítica acerca del verdadero legado del gobierno de Bachelet, y sobre los partidos políticos advierte: «Es necesaria una regulación que asegure una democratización, apertura y combate al clientelismo. La vida de los partidos está degradada. También la del PS».

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Dos días después que se realizaran las elecciones del Partido Socialista, un grupo de dirigentes de la colectividad se acercó al economista, empresario y ex subsecretario de la UP, Óscar Guillermo Garretón, para que analizara la crisis que enfrenta la tienda de calle París -cuyos comicios internos aún no tienen resultados oficiales- y por la que atraviesa toda la política.

Quien ha sido militante socialista durante 30 años, desarrolló su crítica visión en el documento titulado: «Los viejos decálogos han muertos», al que tuvo acceso El Líbero. En el texto, de 13 carilla, aclara: «Nació de una invitación de dirigentes del PS a que entregara, sin cortapisas, mi visión sobre la crisis del socialismo y sus caminos al futuro. Fue un pedido inesperado y lo agradezco. No aspiro ni remotamente al consenso o al aplauso».

No es la primera vez que Garretón realiza este ejercicio. En octubre de 2014, durante la administración de la ex Presidenta Michelle Bachelet, advirtió que el gobierno iba camino al despeñadero.«Pertenezco a una manada política y la quiero, pero si creo que va hacia el acantilado, no siento obligación de correr con ella sino de advertirla del peligro», sostuvo en la ocasión.

El real ‘legado político’ de Bachelet fue entregar el gobierno a la derecha, ayudar a generar una nueva izquierda más radical por el flanco izquierdo de la tradicional, provocar el fin de la centroizquierda como coalición».

El actual texto difundido entre los dirigentes del PS, comienza con una cita de Albert Camus, a quien describe como un libertario por el que siente admiración. «Nací… en la izquierda, donde moriré, pero cuya decadencia me resultan difícil no ver». Relata que otra de las razones que lo motivaron fue «no diluir responsabilidades en un colectivo donde nadie y todos son culpables. El silencio cómplice también nos hace responsables. Quisiera que el PS contenga futuro. Si no lo logra languidecerá».

La crisis de la política es ante todo de la fe en que la izquierda estaba con ellos, que era ‘pura y sincera’ y que sabía hacer las cosas».

Y apunta a la izquierda como principal responsable de la crisis que enfrenta la política nacional. «La crisis actual, de toda la política chilena ante su ciudadanía oculta una realidad. La izquierda tiene una responsabilidad mayor que la derecha. La crisis de la política es ante todo de la fe en que la izquierda estaba con ellos, que era ‘pura y sincera’ y que sabía hacer las cosas». Pero remarca que el socialismo chileno ha cumplido un rol «innovador» en la izquierda mundial.

«La tarea es inmensa y no sé si terminará bien. Dicho en pocas palabras, creo que debemos matar el orden establecido socialista, para construirle un futuro al socialismo».

«El socialismo debe cambiar si quiere sobrevivir»

Garretón asegura que el socialismo dejó en el olvido a la «sociedad», y que sus principales lineamientos se enfocaron en el Estado. «Resulta obvio, indiscutible para mí, que en este siglo XXI, socialismo y estatismo han dejado de ser sinónimos. Irrumpió en el escenario la gran subsumida, la olvidada: la sociedad». Y agrega que «no merecería llamarse socialista quien no hace de su pueblo y de su sociedad, su hogar natural, objetivo central de sus desvelos y afanes».

Subraya que «la llave para enfrentar y abrir el futuro, es esa verdad fundacional olvidada. En la vida de las sociedades no hay dos protagonistas en pugna o colaboración: mercado y Estado. Hay tres. Lo intuyeron algunos de esos padres fundadores que buscaban a tientas. Hay otro actor decisivo, especialmente para un socialista. Es la sociedad».

En la misma línea, asegura que el socialismo debe mirar hacia adelante y no quedarse pegado en ideales del pasado. «En el mundo de hoy no hay que temer al cambio sino al inmovilismo. El socialismo no puede ser bíblica estatua de sal mirando al pasado. Debe cambiar si quiere sobrevivir».

Plantea que la respuestas no están en el Estado: «Creer que la solución es tener empresas estatales, bancos y AFP estatales, hospitales construidos por funcionarios, escuelas dirigidas por funcionarios y un largo etcétera, solo conduce al imposible de intentar paralizar una sociedad cada vez más incontrolable por él».

Además agrega que «seguir creyendo que la propiedad del capital material es lo que define el ser capitalista (pro propiedad privada) o socialista (pro propiedad estatal) es haberse congelado en el pasado. Es ser incapaz de asumir el más importante triunfo intelectual del socialismo, quedándose anclado en una visión decimonónica del socialismo y el capitalismo».

«El real legado político de Bachelet fue entregar el gobierno a la derecha»

El ex fundador del MAPU sostiene que la derrota en la elección presidencial de 2017, solo es superada por la de 1973. «Se requerirá la misma entereza y coraje de entonces para enfrentar los errores cometidos y construir nuevas respuestas».

De esta manera, cuestiona los objetivos de la creación de la Nueva Mayoría. «Es ya evidente que la dirigencia de esa coalición se conformó por el ansia de volver a estar en el gobierno y no por un proyecto de país o una coincidencia programática. Lo han confesado públicamente».

Hasta antes del gobierno de la Nueva Mayoría, la centroizquierda era dueña del prestigio de garantizar buena gobernabilidad en beneficio de todos. Esa fue razón de su prolongado gobierno en tiempos de Concertación. Pero en la última elección fue la derecha la que profitó de ese prestigio del que antes carecía y que la Nueva Mayoría le cedió».

Parte de su explicación para detallar la crisis que enfrenta el sector, es que renegaron de su obra previa, que «no hubo atisbos de programa y menos proyectos estudiados». «Ese batiburrillo de diagnósticos, consignas y promesas, crearon una fosa infranqueable entre las expectativas de la gente y lo que el gobierno ofrecía. La improvisación, el exabrupto corregido a destiempo, la chapucería transformada en habitual, la toma por asalto del botín estatal con sus miles de ‘pegas’, los honorarios millonarios, los honores y privilegios mareadores, fueron su sello», señala.

Escribe que parte de la crisis se desató tras la revelación del caso Caval y SQM. «provocaron el desfondamiento de la credibilidad en quien monopolizaba la fe en la política, Michelle Bachelet. Cuando eso se vino abajo, todo el tinglado de la coalición, cayó en pedazos». Y agrega: «Su real ‘legado político’ fue entregar el gobierno a la derecha, ayudar a generar una nueva izquierda más radical por el flanco izquierdo de la tradicional, provocar el fin de la centroizquierda como coalición».

Darle centralidad a nuestra opción por la sociedad, en vez de hacerlo por el Estado o por el mercado. En eso se juega el nodo de un reposicionamiento del PS».

Según explica, fue durante los gobiernos de la Concertación que la centroizquierda «fue dueña del prestigio de garantizar buena gobernabilidad en beneficio de todos. Esa fue razón de su prolongado gobierno en tiempos de Concertación. Pero en la última elección fue la derecha la que profitó de ese prestigio del que antes carecía y que la Nueva Mayoría le cedió».

«Es una concepción de ser socialista la que se agotó»

La primera reacción al escenario que enfrenta la izquierda, plantea Garretón, es «ser descarnadamente crítico con nosotros mismos. No tener piedad ni permitirnos complacencia alguna, actuar con la implacabilidad con que tratamos errores de otros que nos afectan gravemente. Debemos desentrañar a fondo en qué nos equivocamos. Es desgarrador porque significa un juicio a nosotros mismos, pero si no lo hacemos, es imposible salir del pantano».

Apunta directamente la tarea del Partido Socialista: «Darle centralidad a nuestra opción por la sociedad, en vez de hacerlo por el Estado o por el mercado. En eso se juega el nodo de un reposicionamiento del PS».

Hay una visión de país para 30 o 50 años que debemos construir y compartir. La derrota vivida, el cambio vertiginoso de la vida humana, la crisis de las élites y de sus paradigmas, transforma en condición de sobrevivencia, un PS con un nuevo decálogo».

Incluso, sostiene que «en el último tiempo la política ha respondido más a los contingentes politizados cercanos, a ‘militantes-clientela’ y a burocratizadas organizaciones sociales avejentadas, de padrinazgo político, que a las mayorías. O sea, a minorías. Insistir en ello solo prolonga la bancarrota».

Afirma que las mayorías no son la «calle», salvo excepciones como la marcha feminista del 8 de marzo. «La calle es lo más cercano a la militancia y en la medida que más radical sea, menos interpreta a mayorías. Estas tampoco aceptan ser representadas por entidades corporativas apadrinadas por la política, so pretexto que representarían a muchos en ámbitos específicos».

Para el futuro, plantea: «Es necesaria una regulación de los partidos políticos que asegure una democratización, apertura y combate al clientelismo. Este es un nudo del cambio de la política. La vida de los partidos está degradada. También la del PS».

Y remata: «Hay una visión de país para 30 o 50 años que debemos construir y compartir. La derrota vivida, el cambio vertiginoso de la vida humana, la crisis de las élites y de sus paradigmas, transforma en condición de sobrevivencia, un PS con un nuevo decálogo, nacido del análisis descarnado de lo que nos ha llevado donde estamos y dotado con contenidos propios del siglo XXI . Es una concepción de ser socialista la que se agotó».

La información es de: ellibero.cl