Lorent Saleh estuvo detenido durante cuatro años. En septiembre de 2014 el gobierno de Colombia lo entregó en calidad de “deportado” al Servicio Bolivariano de Inteligencia de Venezuela (Sebin). De allí en adelante comenzó una historia de torturas y aislamiento. Primero en La Tumba. Un sótano ubicado cinco pisos bajo tierra. Luego en el Helicoide, la otra sede del servicio de inteligencia chavista.
El 16 de mayo de 2018 se atrincheró en el Helicoide junto a estos presos políticos reclamando las malas condiciones del presidio, la presencia de detenidos con orden de excarcelación, de menores de edad en el recinto, las torturas y los malos tratos. La medida de protesta se prolongó durante varios días, hasta que el gobierno se vio obligado a comenzar algunas liberaciones, pero la de Saleh se prolongó.
Fue liberado en octubre de 2018 por “conductas suicidas” y de inmediato obligado a abandonar Venezuela por orden de la Constituyente, una asamblea convocada unilateralmente por Nicolás Maduro para reformar la Constitución de Venezuela. Al salir de prisión fue llevado directamente en una patrulla hasta el aeropuerto donde lo entregaron al Gobierno de España, y sin ningún documento de identificación, lo subieron a un avión con destino a Europa.
Ahora es un desterrado de Venezuela, que se ha dado a la tarea de divulgar las torturas que sufren quienes permanecen detenidos. Viaja con un pasaporte azul que acredita su condición de asilado político. El documento le permite ir a cualquier parte del mundo menos a su natal Venezuela.
Llegó a Chile el domingo, con el auspicio de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia, y de la Fundación Konrad Adenauer, para participar en el Foro Libertad y Democracia, que se llevará a cabo el 25 de enero en el ex Congreso de Santiago a las 18:30.
-¿Qué actividades realizará en Chile está semana? ¿Con quiénes se va a reunir?
-Fui invitado por la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia, y por la Fundación Konrad Adenauer, lo cual agradezco mucho. Agradezco mucho el interés por le democracia en Venezuela. Venir a Chile es muy importante para mí, es el primer lugar de América que toco luego de mi liberación, después de los cuatro años que estuve en prisión y estoy muy emocionado porque voy a poder compartir con líderes juveniles de América Latina. Eso va a ser importante para la coordinación de metas y proyectos en la región. Es importante que veamos a América Latina en su conjunto y no leer lo que sucede en Venezuela o lo que sucede en Nicaragua como hechos aislados, esto corresponde a una realidad Latinoamericana. Estos días en Chile van a permitir proyectarnos y abordar mejor la situación de Latinoamérica y la situación de Venezuela desde una política regional. Voy a estar en el Congreso, voy a estar con el ex presidente Ricardo Lagos, con el canciller Roberto Ampuero; y espero con el presidente Sebastián Piñera. Además, con distintos sectores políticos, intelectuales y activistas.
-¿Va a tener oportunidad de reunirse con diputados del Frente Amplio o del Partido Comunista?
-Estoy abierto. Es más, he manifestado mi interés en conversar con todos. El tema en Venezuela no es un tema de derecha o izquierda, es un tema de narcotráfico, tiranía y terrorismo, versus sociedad civil. Creo que la izquierda chilena, que de alguna u otra manera ha apoyado el régimen en Venezuela, debe revisar con atención muchas cosas y superar el orgullo ideológico que es una tontería. Esas solidaridades automáticas, esas solidaridades vacías de contenido, superficiales y tan hipócritas son lamentables. La pregunta a la izquierda es: ¿Ellos están dispuestos realmente a apoyar un régimen que asesina a su pueblo de hambre? La izquierda chilena que ha sufrido la cara violenta y agresiva de un régimen militar, ¿está dispuesta a apoyar y asociarse, o seguir asociados, con un régimen que asesina estudiantes? Un régimen que usa grupos paramilitares para disparar contra un pueblo que sale a protestar por hambre. Entonces, ¿cuáles son esos valores y principios que mueven a la izquierda en Chile? ¿Son los mismos que están moviendo a Nicolás Maduro o a Diosdado Cabello y a todos estos militares y corruptos que tienen fortunas millonarias y que viven un vida de excesos producto de la corrupción? ¿Camila Vallejo apoya un régimen que asesina a niños usando el hambre como arma política? ¿Camila Vallejo, que viene del sector estudiantil, apoya un régimen que asesina a quemarropa a estudiantes? La solidaridad obedece a principios humanos o a intereses económicos.
¿Camila Vallejo apoya un régimen que asesina a niños usando el hambre como arma política? ¿Camila Vallejo, que viene del sector estudiantil, apoya un régimen que asesina a quemarropa a estudiantes? La solidaridad obedece a principios humanos o a intereses económicos”.
-¿Esas reuniones son para contar su historia o para conseguir respaldo a la causa venezolana?
-Sin duda es para compartir algunas de las experiencias que puedan ilustrar mejor cómo es el tema de la persecución política en Venezuela, cómo es el terrorismo de Estado en Venezuela. En Venezuela hay una política clara, definitiva, del régimen para generar pánico y miedo intenso a la colectividad, y de este modo controlarla y someterla. La prisión política es un elemento esencial de este terrorismo de Estado en Venezuela. De una u otra manera poder dimensionar qué tan grave y hasta dónde son capaces de llegar dentro de estas prácticas y lo que sucede en lugares como el Helicoide, La Tumba, Ramo Verde –los lugares de reclusión de los presos políticos–, es importante. En Venezuela hay una violación sistemática de los derechos humanos, en Venezuela hay la comisión de crímenes graves de lesa humanidad y es importante, no solo por lo que ya pasó, que no puede volver a pasar, ni en Venezuela ni en ningún lugar. Por otro lado, es importante sumar voluntades en favor del proceso de transición a la democracia que se inició en Venezuela.
El tema en Venezuela no es un tema de derecha o izquierda, es un tema de narcotráfico, tiranía y terrorismo, versus sociedad civil”.
-Justamente hay reportes del alzamiento de un grupo de militares en el centro de Caracas, que ocurrió en la madrugada del lunes y que ya fue controlado por el Ministerio de Defensa. ¿Esta es una señal de que los militares están dispuestos a colaborar con la transición?
-Lo que pasó hoy (ayer) en Cotiza es tan solo la muestra de una situación generalizada en las Fuerzas Armadas. Es un acto genuino, valiente, espontáneo y que responde a un malestar, a una incomodidad de los funcionarios. Los miembros de las Fuerzas Armadas no son robots, ni son extraterrestres; son seres humanos y son venezolanos que sufren la crisis como cualquier otro. Hablamos de los funcionarios, no de la cúpula, sino del militar común. Lo que pasó hoy (ayer) en Cotiza, no es el único ni va a ser último hecho. En los próximos días vamos a ver muchos más militares rebelándose a la tiranía venezolana, muchos más militares pronunciándose a favor del proceso de la transición que vive Venezuela. Hay algo que es importante que no perdamos de vista: en 2018 la persecución política migró de la sociedad civil y ahora está fundamentalmente dirigido hacia las Fuerzas Armadas. Hoy hay más militares presos que civiles presos, por razones políticas. Hay que entender que los soldados y policías venezolanos también son víctimas de un sistema que los persigue, que los vigila, que los espía y que los pone a pasar hambre.
-¿Es absolutamente necesario el apoyo de la FANB para la transición?
-Claro que lo es. La salida va a ser política, madura, para que sea lo menos traumática y lo más responsable posible, tiene que haber una participación activa de las Fuerzas Armadas. No se trata de que vayan en contra de Maduro, sino que dejen de ir en contra de la sociedad civil. Sí es fundamental su participación, justamente para que frene cualquier tipo de violencia que se pueda desatar, más de la que ya hay.
Los miembros de las Fuerzas Armadas no son robots, ni son extraterrestres; son seres humanos y son venezolanos que sufren la crisis como cualquier otro. Hablamos de los funcionarios, no de la cúpula, sino del militar común”.
-Una de las preocupaciones con respecto a la movilización convocada para el 23 de enero es que los cuerpos de seguridad del Estado ejerzan la represión. ¿Esta marcha es una oportunidad de cambio o puede ser otra oportunidad para que las Fuerzas Armadas vayan contra la gente?
–El 23 de enero es parte de la oportunidad. Es parte de toda una agenda que se está desarrollando, que va desde el apoyo de los gobiernos del mundo, hasta las conversaciones internas de la oposición y el aglutinamiento que incluye, incluso, a la disidencia chavista. El pueblo venezolano es un pueblo profundamente democrático y por eso sale a marchar, incluso sabiendo que al finalizar la marcha va a haber una barricada y que les van a disparar a quemarropa, y a pesar de eso, el venezolano sigue marchando pacíficamente sin intenciones de tomar las armas. Lamentablemente, el régimen usa esto en nuestra contra, ejerce la mayor fuerza y violencia posible en contra de la ciudadanía porque sabe que no va a responder de forma violenta, sino de forma cívica. Por eso el llamado es que las Fuerzas Armadas se pongan del lado del pueblo, para que no obedezcan órdenes que van en contra de la Constitución, en contra de los derechos humanos, en contra del sentido común.
-¿Ha tenido oportunidad de ser partícipe de este aglutinamiento de la oposición o su labor se orienta a buscar apoyo internacional?
-Uno tiene que irse ubicando en sus espacios naturales y en su momento. Ahora mi trabajo responde más a la política exterior. Juan Guaidó es parte de la misma generación a la que yo pertenezco, es una generación que ha sufrido mucho. Nuestra generación solamente ha visto este régimen y nos ha tocado estar al frente. Es la misma que derrotó a Chávez el 2 de diciembre de 2007 y es la misma generación que, estoy convencido, va a derrotar a Nicolás Maduro. Además, nuestra aspiración no es llegar a la Presidencia, es la de vivir un proceso de transición que nos permita vivir en libertad y en nuestro país, que nos permita desarrollarnos libremente. Todo lo que pueda hacer para fortalecer el proceso de transición que se está dando en Venezuela, desde la Asamblea Nacional y su presidente Juan Guaidó, atendiendo el clamor de la sociedad civil venezolana voy a estar ahí.
El 23 de enero es parte de la oportunidad. Es parte de toda una agenda que se está desarrollando, que va desde el apoyo de los gobiernos del mundo, hasta las conversaciones internas de la oposición y el aglutinamiento que incluye, incluso, a la disidencia chavista”.
-El Tribunal Supremo de Justicia declaró la inconstitucionalidad de la nueva directiva de la Asamblea Nacional…
-Ese TSJ no tiene ningún tipo de legitimidad y va a actuar en contra de cualquier intento de la sociedad y del mundo por restablecer el orden constitucional y el Estado de Derecho en Venezuela. Este TSJ ilegítimo es un instrumento de la tiranía venezolana para atentar contra cualquier posibilidad de democracia en Venezuela. Ni es extraño ni debe sorprendernos, ellos van a hacer eso y son capaces de hacer cosas peores. El presidente del TSJ es un delincuente, es un señor que estuvo preso, que tiene antecedentes penales, y responde a los intereses más bajos y sucios de la política venezolana. Esto es público. Es patético, pero su misión es hacer el trabajo sucio dentro del régimen venezolano, y lo van a seguir haciendo. Ahora bien, quién cree en ese TSJ, quién respeta o quién reconoce la legitimidad del TSJ, cuántos países. ¿El pueblo cree en ese TSJ? No. Es un TSJ que está de espaldas al pueblo venezolano. No deberíamos centrarnos en lo que haga el TSJ, hay que centrarnos en lo que podemos hacer nosotros desde nuestros distintos espacios, lo que podemos hacer los venezolanos dentro y fuera del país.
“La señora Bachelet está muy, muy, consciente de lo que sucede en Venezuela”
-En diciembre se reunió con la Alta Comisionada para los DD.HH. de la ONU, Michelle Bachelet. ¿De qué hablaron? ¿Qué posición tiene ella con respecto a la crisis venezolana?
-La reunión con la Alta Comisionada era algo que se estaba buscando desde hace muchos años, desde que yo hice mi primera huelga de hambre en el 2009 por la libertad de los presos políticos y en contra de los crímenes cometidos en Venezuela por el Estado Venezolano. Tuve que pasar muchas cosas, incluyendo cuatro años de cárcel, para poder sentarme allí; que era Bachelet, pero pudo haber sido cualquier otro. La reunión no fue con Bachelet la ex Presidenta de Chile. No. Fue con la representante de los derechos humanos de la ONU, y así, en esos términos, la llevé a cabo. Esto lo digo porque para nadie es un secreto la cercanía que ella llegó a tener con el régimen venezolano, algo que quiera o no para muchos será una mancha en su acción política. La señora Bachelet está muy, muy, consciente de lo que sucede en Venezuela. Si llega a haber una omisión de su parte no es por desconocimiento, sino respondería a otros intereses, cosa que espero profundamente que no sea así. Quiero darle un voto de confianza a la señora Bachelet, a la Alta Comisionada de los DD.HH., para que realmente responda a la defensa y a la protección de la dignidad del hombre en Venezuela. Hablamos sobre la situación de los presos políticos, la crueldad con la que maltratan y lastiman a los presos políticos y a sus familiares, hablamos de la crisis humanitaria. Ella conoce y está consciente de todas estas cosas. Había cierta empatía porque ella también fue víctima, ¿qué va a hacer ella de ahora en adelante después de esa reunión? No lo sé.
Luego de años de trabajo, sacrificio y esfuerzo, ayer tuve la valiosa oportunidad de poder elevar mis denuncias y testimonios sobre las violaciones de #DDHH en Venezuela ante la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, @mbachelet y un equipo de técnicos en diferentes áreas pic.twitter.com/hKZGNWv5HI
— Lorent Saleh (@LORENT_SALEH) December 6, 2018
-¿Hay una fecha para la posible visita de Bachelet a Venezuela?
-Ella está consciente que la intención del régimen venezolano es instrumentalizar su visita para tratar de lavarse la cara y buscar una legitimidad que no tienen. Ella entiende eso, me lo manifestó y me garantizó que ella no va a prestarse para esto. Hablamos de la necesidad de que vaya al país, pero no es una visita guiada por el régimen, sino en una agenda abierta que le permita tener acceso real, directo, a las víctimas, a los lugares donde se cometen graves violaciones de los derechos humanos. Si no llegase a hacer nada la Alta Comisionada, que no sea porque nosotros no hicimos el trabajo, que no tengan la excusa que no sabían o que nunca llevamos las denuncias. Todo está denunciado, documentado, registrado, conversado. Ellos conocen bien la situación y si no actúan no es por desconocimiento. Además, pude trabajar, conversar y reunirme con los equipos técnicos y fue sorprendente ver cómo esos grupos, de distintas nacionalidades, hablan con profundidad de lo que pasa en Venezuela.
En Venezuela hay una violación sistemática de los derechos humanos, en Venezuela hay la comisión de crímenes graves de lesa humanidad y es importante no solo por lo que ya pasó, sino porque lo no puede volver a pasar, ni en Venezuela ni en ningún lugar”.
-Por estos crímenes hay una denuncia ante la Corte Penal Internacional, llevada por Chile entre otros países. ¿Sabe en qué estatus está esa investigación?
-Ese es un trabajo que se está haciendo. Hay que hacer un reconocimiento a todos los activistas de derechos humanos en Venezuela y fuera del país que se han dedicado a la denuncia de los crímenes que se cometen en nuestro país. Respecto al tema de la Corte Penal Internacional hace falta el apoyo de los gobiernos del mundo, que Europa también apoye la investigación de la CPI, que el resto de países latinoamericanos que todavía no han apoyado esta investigación, lo hagan. Los crímenes de lesa humanidad deben ser juzgados. Es un esfuerzo, está avanzando, quizá uno quiere que avance mucho más rápido, pero hace falta más apoyo para que la CPI sienta la presión de ser más diligentes.
“Yo no era un preso: era un rehén. Para el régimen venezolano somos mercancía intercambiable”
-Bajo qué figura lo mandan a España desterrado, si nunca tuvo un juicio. ¿Qué argumentos hubo para que saliera de la cárcel directo al aeropuerto?
-No esperábamos esto para nada. Un día simplemente me avisaron que me iban a entregar al gobierno de España. Me subieron en una patrulla y me bajaron en el aeropuerto de Maiquetía. Estaba en El Helicoide, ya habían liberado a todos mis compañeros del motín y yo era el único que quedaba de 2014. La Unión Europea, el Vaticano, distintos gobiernos del mundo estaban abogando por mi liberación. Ya tenía más de cuatro años sin ni siquiera juicio, ni siquiera la audiencia preliminar. No había una acusación firme en mi contra y, hasta el sol de hoy, no la hay. Ese día me entregan al secretario de Estado español para la Cooperación e Iberoamérica, Juan Pablo de La Iglesia, a un ex embajador y al cónsul de España, y viajo con ellos. Me entregan rodeado de funcionarios del Sebin hasta embarcarme en el avión. Se aseguraron de desalojar toda el área internacional para que nadie me viera. Sin ningún tipo de documento. Solamente una hojita impresa por la embajada a última hora con un salvoconducto. No tenía ningún documento, porque finalmente no era un preso: era un rehén. Esta gente secuestra a un individuo y lo intercambian, para el régimen venezolano somos mercancía intercambiable.
-¿Y lo intercambiaron por qué o por quién?
-Para desviar la atención por el caso de Fernando Albán. Confluyen muchas cosas en un mismo momento: la Asamblea General de la ONU y las sanciones que había emitido Estados Unidos; el debate en la Unión Europea sobre el tema de Venezuela y el asesinato sucio, cruel, de Fernando Albán –concejal detenido, cuya versión oficial de la muerte es que se lanzó del piso 10 de la sede de la policía política–. Más los años de lucha de mi familia y de todos nuestros amigos. Me liberan en un intento fallido de suavizar la postura de la Unión Europea con respecto a Venezuela y en un intento fallido de que la Unión Europea levante las sanciones.
Estaba dormido y desperté escuchando el llanto de un hombre, nosotros estamos acostumbrados a escuchar el llanto de los niños, pero escuchar el llanto desgarrado, profundo, de un hombre o de una mujer, junto al golpe y a la risa del torturador es algo difícil de digerir y un día me tocó despertar escuchando eso”.
-¿Después del motín en el Helicoide tomaron represalias contra usted?
-Justamente después del motín fue de las etapas más duras de todo mi tiempo en prisión, porque por primera vez en la historia de Venezuela hubo un alzamiento de los presos políticos. El motín fue la explosión de una bomba de tiempo, rebeló lo que tanto habíamos denunciado: la presencia de menores de edad secuestrados allí. La presencia de extranjeros secuestrados y que estaban para extorsionar a su familia, de decenas de personas con boletas de excarcelación que no eran liberadas, de decenas de personas que estaban allí presas y jamás habían sido presentadas, ni siquiera ante un tribunal. Torturas físicas y psicológicas. El uso de la delincuencia común allí pesa para maltratar y amedrentar a los presos políticos. Viene después la liberación de presos políticos y me toca a mí asumir un castigo, que fue como regresar a La Tumba, porque hubo una requisa agresiva. Además, es cruel la manera como lo hacen. No obedece a una razón jurídica, ni a una lógica, sino a un juego bien macabro: liberamos a quien nos da la gana, cuando nos dé la gana, cómo nos dé la gana. Estuve mucho tiempo aislado, sin poder comunicarme con nadie, algo que yo había superado al salir de La Tumba. Me hostigaron muchísimo. Tenía que convencerme a mí mismo de que no iba a salir de allí por mucho tiempo y que lo más seguro era que iba a morir allí. Convencerme para no sufrir. Cuando uno está secuestrado, la esperanza y la ilusión de salir en libertad termina lastimándote mucho.
-¿Se arrepintió de participar en el motín?
-No. De lo único que me arrepiento, es una vez que callé. No podía mirar a otro lado cuando estaban torturando a alguien. Antes de estar preso tuve años dedicado a luchar contra la tortura y la persecución política. Combatirlo desde lo más íntimo de su aparato represor fue duro, porque implicaba una confrontación diaria con los funcionarios. Me parecía tan loco el silencio de los presos frente a la tortura del otro. Que alguien pudiera quedarse callado mientras veía a alguien colgado, amarrado durante días a una reja, que tú te quedaras callado cuando escuchabas el llanto y la súplica de alguien que estaba siendo torturado o quedarse callado al ver a alguien gravemente herido, o incluso cuando asesinaron a gente allá adentro. Eso no lo podía comprender.
Me parecía tan loco el silencio de los presos frente a la tortura del otro. Que alguien pudiera quedarse callado mientras veía a alguien colgado, amarrado durante días a una reja, que tú te quedaras callado cuando escuchabas el llanto y la súplica de alguien que estaba siendo torturado”.
-¿Los golpeaban dentro de las mismas celdas?
-Claro. Se escuchaba el eco por la estructura del Helicoide. En La Tumba éramos ellos y yo, nadie más. En el Helicoide era distinto, porque allí hay hacinamiento, era tan dolorosa la tortura que te daban directamente a ti, como la tortura que tenías que atestiguar. Una vez desperté, estaba dormido y desperté escuchando el llanto de un hombre. Nosotros estamos acostumbrados a escuchar el llanto de los niños, pero escuchar el llanto desgarrador, profundo, de un hombre o de una mujer, junto al golpe y a la risa del torturador es algo difícil de digerir y un día me tocó despertar escuchando eso. Me fui hasta la reja como en otras ocasiones y empecé a patearla y a gritar y llegó un funcionario. Verlo, lleno de sangre, agitado, sudando y que me saludara con una sonrisa y me dijera: “dime, Lorent, qué quieres”. No me esperaba eso y me dejó congelado. No supe qué decirle, porque además era un funcionario que no pensé que iba a hacer eso, y verlo cómo podía torturar y lastimar a alguien de esa forma y un segundo después sonreírme fue muy difícil, no supe qué decirle y simplemente me quedé callado y regresé a mi colchón. Ese fue de los peores días en prisión.
-En otras entrevistas ha dicho que intentó suicidarse cuatro veces.
-Sí –se alza la manga y muestra dos cicatrices en el antebrazo izquierdo–: 34 y 28 puntos. En La Tumba. La huelga de hambre también es una forma de suicidio, pero lenta. Digo esto porque no tenía medios. Era yo y mi cuerpo, contra todo el peso del Estado en su peor expresión de violencia. Estos regímenes terroristas maltratan al individuo y buscan machacarlo, quebrarlo, destruirlo, pero no matarlo, y a veces prefieres morir que seguir en eso. Entonces pensé en ir hasta el final. Es complicado entenderlo, pero es el suicidio como un mecanismo de defensa. ¿Mi libertad valió la muerte de Albán? Dicen que se suicidó, como si el hecho de que él se hubiese suicidado fuese menos grave. Todo lo contrario, es mucho peor, para que un individuo abra una ventaja y se arroje siendo cristiano, creyente, un hombre de fe, imagina lo que le tuvieron que haber hecho y por lo que tuvo que haber pasado para que tomara esa decisión, que estoy seguro que no fue el caso. Estoy seguro que él se muere en pleno acto de tortura.