A 214 años del izamiento de la bandera en el Cerro de la Soledad
(Dedico a mi amigo y coterráneo Ennio Rodríguez Sánchez)
LA GEOGRAFIA, LA HISTORIA, LA CULTURA, el Padre Orinoco y hasta las costumbres nos mantendrán siempre unidos a los soledadenses con los bolivarenses y viceversa. Esos vínculos cada día que transcurre se fortalecen, se hacen de la consistencia de La Piedra del Medio que durante centurias, milenios ha soportado los embates del río. Así de granítica es la umbilicación de estas dos ciudades, estos dos pueblos que nacieron para compartir los sueños profundos de la Serpiente de Amalivaca y para despertase cada día viendo de una orilla a la otra, como quien otea su destino y lo intuye unido a una sonrisa, a otro suelo, a una fragancia y a los mil aromas que brotan de tantos jardines de la avenida Táchira, esos que comienzan en la Casa de San Isidro y terminan en el Colegio Nuestra Señora de Las Nieves, y te arropan el olfato y el espíritu y te siembran la vida de esperanzas y de los resplandecientes amaneceres que se asoman entre la quietud de las aguas de la laguna de Los Francos.
SIEMPRE UN ABRAZO DE AGUA unirá a Soledad y Ciudad Bolívar, siempre la Piedra del Medio y El Degredo y La Toma y La Encaramada y el puerto del Ferry y el puerto de Blohm y el puerto de Las Lanchas, y Perro Seco y El Pilón, serán expresión de la naturaleza de una gente que vive amarrada al río de Las Siete Estrellas, al ir y venir de las curiaras, de las goletas de antaño y de las lanchas de ayer y de las pequeñas embarcaciones de vela y luego de las chalanas y hasta del antiguo Ferry y ahora de las motos de agua y las rápidas y de las piernas y los brazos y los pulmones de los que atravesaban el Orinoco entre ambas orillas, y menciono a César Araya (El caimán del Orinoco), Justico Gutiérrez (El cocodrilo del Orinoco) y a Jesús “Ratón” Martínez, los tres de Ciudad Bolívar y a Luis “El Gorila”, este último de Soledad. Porque siempre ha sido así, siempre ha existido una secreta relación entre ambos cuadriláteros históricos, que es lo mismo que decir entre ambos pueblos; claro uno guarda las distancias y sabe que Ciudad Bolívar es a nosotros en Soledad, lo que fue nuestro Libertador Simón Bolívar a Anzoátegui o a Mariño o al Cnel., soledadense Pantaleón Guzmán, héroe de las luchas independentistas.
PERO NO SIEMPRE FUERON ASI LAS COSAS, no siempre hubo esa relación de buenos vecinos, no siempre hubo empatía entre los soledadenses y los bolivarenses, hubo una que otra escaramuza e incluso en el tiempo subyace una sana rivalidad, que las más de las veces se resuelve entre curvas y roletazos y jonrones o en las regatas de lanchas de estos tiempos de fiestas en honor a La Virgen de La Soledad o de Nuestra Señora de Las Nieves, las excelsas patronas de Soledad y Ciudad Bolívar y de esta parte del Orinoco. Todo lo anterior nos remonta a tiempos idos, a esos ayeres que dieron forma a nuestra historia. Corre el año 1.811 y en enero de ese año se produce un primer encontronazo, lo que sería la primera desavenencia en términos de la rivalidad de la que hemos hecho mención, y así sucesivamente ocurren eventos y/o discordias en febrero y en la mañana del 9 de marzo surge un incidente mayor, en el que “un piquete de soledadenses armados a bordo de una canoa, hizo fuego y persiguió a otra embarcación de Guayana, hecho que fue observado por el Gobernador, quien mandó a dos flecheras a averiguar el incidente, pero no se les permitió el acceso a la costa del Puerto de La Soledad”. Esa misma tarde se envía una partida de militares y civiles a convencer a los del Cantón de La Soledad a que reconociesen el atentado de esa mañana y a exhortar a sus vecinos a que continuaran viviendo en paz y armonía con los guayaneses, según nos refiere en sus memorias el español Tomás Surroca.
UNA VEZ QUE DESEMBARCAN EN SOLEDAD y luego de recibir una descarga disparada por una guardia que acampaba en el puerto, los guayaneses llegan al poblado y lo encuentran abandonado por los patriotas y se consiguen “con el teniente de justicia puesto por los revolucionarios, y a un oficial del cantón que no pudo escaparse con sus compañeros.” “Jurada la obediencia al Rey por todos los vecinos, fue repuesto en sus funciones el teniente de justicia antiguo y los citados oficial y justicia fueron conducidos a la cárcel de Guayana por delación de los vecinos…”. “La Junta Revolucionaria de Nueva Barcelona, nos sigue relatando Tomas Surroca, en el momento que supo la dispersión de su cantón de la Soledad, mando a Don Francisco González Moreno, español hacendado de la Villa del Pao, a quien poco antes le habían nombrado comandante general de aquellos llanos, que restableciese con más fuerza el mencionado cantón y para el efecto le mandaron algunos cañones violentos a fin de que hostilizase a los guayaneses hasta que se rindiesen a la obediencia de Caracas.”
ESTOS ACONTECIMIENTOS Y LOS POSTERIORES son consecuencia de los sucesos del 19 de abril de 1810., que habían condicionado a las provincias que existían en el país a reconocer a la Suprema Junta de Caracas, a lo que no se plegó la provincia de Guayana que juró fidelidad al Rey Fernando VII. Luego se desencadenan otros incidentes cada vez más peligrosos, que entre idas y venidas y parlamento de ambos grupos, desencadenan una situación de violencia que llega a la cúspide el 25 de agosto de 1811, cuando el Cantón de la Soledad jura la Independencia del dominio español y arbola el pabellón tricolor, en obediencia a la Junta Suprema de Caracas que el día 5 de julio se declaró Congreso Soberano independiente del gobierno español, dejando claro que la fecha del 19 de abril de 1810, es la señalada como la de su libertad.
“EL CANTON DE LA SOLEDAD recibe la orden y bandera nueva y prepara solemne fiesta para el 25 de agosto, cuya ceremonia ejecutaron del modo siguiente: Entrada ya la noche del 24, rodearon todo el pueblo de la Soledad de grandes montones de leña que encendieron a un mismo tiempo; tiraron también algunos cohetes y gatos que duraron hasta muy tarde de la noche, tocando los pocos instrumentos de música que tenían. El día siguiente al toque de diana, se oyó que en la batería del cerro había una gran gritería y música de clarinetes, violines y tambora que duró hasta que salió el sol, en cuyo instante arbolaron el pabellón real como estilaban todos los días. Apoco rato lo arriaron y lo echaron en el suelo con el mayor desprecio y lo hicieron pisar por todos los soldados, entre mil vituperios y palabras obscenas al Rey. Arbolaron en seguida el pabellón tricolor con una terrible descarga con bala con todos los cañones y fusiles con dirección a la capital de Guayana, gritando repetidas veces ¡Viva la América libre¡ ¡Viva la Patria¡ ¡Viva la República de Venezuela!”
“EL DICHO PABELLON TRICOLOR estaba compuesto de tres franjas a lo largo, la primera o superior era amarilla en la cual en lugar de escudo tenía pintada una joven india de cuerpo entero y desnuda; la segunda faja era azul, y la tercera encarnada. Luego hicieron salva real, repitiendo los tres vivas gritando después un sinfín de insolencias contra los españoles; tratando de rebeldes a los guayaneses. En lo demás del día no tiraron más que salvas a sus horas debidas; durando las fiestas tres días seguidos, finidos los cuales, principiaron de nuevo a batir la dicha ciudad, causando solamente alguna ruina en las casas”. Por ello recordamos este día glorioso para los soledadenses, incluso haciendo abstracción de algunos pormenores que generaron tanta belicosidad, y los que a posteriori generaron a la “Batalla de Soledad” ocurrida el 5 de septiembre de 1811, de la que también se cumplirán 214 años, y de cuyos acontecimientos esperamos se pronuncie la Cámara Municipal del municipio Independencia del estado Anzoátegui, aunque sea decretando al Cerro Pichincha, sitio de estos acontecimientos como Patrimonio Histórico de Soledad.
Juan Manuel Muñoz Moriche
Cronista Oficioso de Soledad
Soledad, 25 de agosto de 2025.
Doscientos catorce años después del grito libertario de nuestro pueblo.
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