El régimen cubano supuestamente acordó alojar los servicios de inteligencia chinos en la isla en un acuerdo multimillonario, según un artículo reciente del Wall Street Journal.
Aproximadamente a 100 millas de suelo estadounidense, esta asociación brindaría al secretario general del Partido Comunista Chino, Xi Jinping, la oportunidad sin precedentes de acceder a comunicaciones confidenciales de EE. UU., incluidos objetivos de alto valor como bases militares y tráfico naval.
La administración Biden debería tomar en serio la última amenaza comunista a nuestra nación.
De ser cierto, esta escalada desde Beijing y La Habana representa una gran provocación y una amenaza a la seguridad, no solo para los EE. UU., sino también para la libertad en todo el hemisferio occidental.
Esta no es la primera vez que La Habana permite que potencias hostiles vigilen a los EE. UU. en nuestro patio trasero: el régimen de Castro albergó instalaciones similares con la Unión Soviética y más tarde con Rusia después del colapso de la URSS.
Sin embargo, la floreciente asociación entre Cuba y China plantea un peligro claro y presente para nuestra seguridad nacional que se remonta a la Guerra Fría. Y si no se controla, solo señalará la debilidad estadounidense a una China cada vez más belicosa y cada vez más inquisitiva.
Beijing y La Habana han dejado brutalmente claras sus intenciones hacia quienes se oponen a su voluntad autoritaria. En casa, la investigación de la Fundación Conmemorativa de las Víctimas del Comunismo (VOC, por sus siglas en inglés) muestra que China está llevando a cabo un genocidio cultural y un internamiento masivo de uigures en una escala no vista desde el Holocausto.
En Cuba, un nuevo informe de VOC expone el gulag moderno del régimen, sofocando la disidencia con un uso horrible y generalizado de la tortura, incluso en menores. En el extranjero, este dúo maligno está subvirtiendo la democracia en todo el mundo, desde América Latina hasta el este de Asia.
En EE.UU., el régimen cubano realiza esfuerzos considerables para ocultar su verdadera naturaleza antiestadounidense y presentarse como un gobierno benigno y reformista.
Trágicamente, el jefe de política hacia Cuba del presidente Biden, Juan S. González, director principal para el Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional, ha estado abogando por una apertura de la relación entre Estados Unidos y Cuba, lo que pone en duda el embargo de Estados Unidos sobre Cuba y una posible reversión de la designación de Cuba como estado patrocinador del terrorismo.
Esto sería un error político crítico y solo fortalecería el maligno conjunto de herramientas de La Habana.
Estados Unidos no puede darse el lujo de mostrar debilidad frente a nuestros adversarios comunistas. De hecho, los objetivos de Cuba y China de expandir su influencia autoritaria en el Hemisferio Occidental solo continuarán si continuamos minimizando la amenaza o, peor aún, si no desplegamos una respuesta estratégica.
Los desafíos militares chinos son ‘deliberados’, ‘estratégicos’, ‘agresivos’: representante Mike GallagherVideo
Washington debe tomar medidas rápidas para tomar represalias contra esta creciente alianza maligna en nuestro patio trasero. Las nuevas sanciones y otras medidas punitivas son un comienzo y están justificadas.
Como sugiere el representante Mike Gallagher, R-Wis., presidente del Comité Selecto del Partido Comunista Chino, es hora de tomar medidas muy atrasadas contra el PCCh, como «poner fin a las licencias de exportación de Huawei, restringir la inversión saliente en sectores cruciales en el República Popular China, cerrando el círculo de minimis, mejorando la seguridad de la investigación y evitando la compra de tierras del PCCh cerca de bases militares».
La administración debe aceptar el llamado a la acción del Congreso . Esperemos que no sea demasiado tarde.
Fuente: FoxNews