¿Una ficción con base real? Los científicos señalan la parte real de la película del verano.
Llega a nuestras pantallas El amanecer del planeta de los simios, nueva entrega de esta saga que nació en 1968, con el clásico El planeta de los simios, dirigido por Franklinn J. Schaffner y protagonizada por Charlton Heston. Un filme inolvidable para todos los aficionados al cine. Por muchas razones. Entre ellas su impactante imagen final con los restos de la Estatua de la Libertad semienterrados en una playa.
La nueva película que ahora se estrena es realmente una precuela de aquella cinta mítica. Y en ella se nos cuenta cómo los simios, evolucionados y transformados en seres inteligentes combaten con los últimos humanos por el control del planeta y por convertirse en la nueva especie dominante. «Evidentemente, sólo es una historia de ciencia ficción», explica Larry Walker, investigador del Emory’s Yerkes National Primate Research Center. «Pero en la trama existen elementos inspirados en investigaciones científicas auténticas».
Sin ir más lejos, en esta saga de películas los simios se vuelven inteligentes al ser utilizados por el científico interpretado por James Franco como cobayas para probar un nuevo tratamiento contra el mal de Alzheimer. Su técnica consiste en transferir al cerebro un virus que «infecta» a las neuronas con un material genético mejorado cuya consecuencia es que las funcionas cognitivas del paciente mejoran. «Esa técnica se está probando ahora mismo en muchos laboratorios«, explica Walker. «Pero siempre utilizando ratones como cobayas. Nunca con simios. Además, los resultados obtenidos no son ni de lejos tan espectaculares como en el filme, donde los monos sometidos a ese tratamiento se convierten en seres inteligentes prácticamente en el intervalo de un día». Cosas de la ficción.
Pero hay más elementos científicos en la trama que podrían tener un inquietante reflejo en la realidad. Un informe publicado recientemente por la Academia de Ciencias Médicas de Gran Bretaña alerta contra cierto tipo de experimentos que pretenden inocular material genético humano en primates. Se crea así una especie de síndrome de Frankenstein que los especialistas han bautizado como «Efecto Kafkaeske». Dicho nombre alude a un relato de Kafka, A report from academy, en el que un simio es capturado y entrenado para sentir como un humano, llegado a apreciar al sufrimiento que conlleva su cautiverio. «Como le sucede al simio César en la película», añade Walker.
Ahondando en esta línea, la especialista en bioética Marilyn Coor publicó un reportaje en Nature en el que defendía la tesis de que los simios mejorados genéticamente con ADN humano «podrían llegar a desarrollar conciencia de su cautiverio en zoos y laboratorios y experimentar no solo sufrimiento por ello, sino también posibles traumas psicológicos». Según la experta, la tecnología para realizar este tipo de experimentos ya existe. De hecho, en 2001, un equipo de científicos logró crear el primer simio transgénico.
Los simios se diferencian genéticamente de los humanos solo en un 1,2%. A día de hoy es solo una fantasía pensar en una evolución tan rápida y espectacular como la que experimentan los monos de la película. Los humanos podemos estar tranquilos. Los simios no nos van a disputar la supremacía del planeta. Al menos en la próxima temporada.
Fuente: libertaddigital.com