Objetivo habitual de burlas por su aspecto, el hombre en lo más alto de Twitter tiene unas costumbres y una forma de pensar muy particulares.
«El bitcoin unirá tarde o temprano un país profundamente dividido. Y en algún momento, el mundo». No, no es Elon Muskquien pronuncia estas palabras, sino el peculiar CEO de Twitter.
Twitter es una de las redes sociales más importantes del mundo, aunque cada vez pierde más terreno ante Facebook (la preferida por la gente más mayor), Instagram (la preferida por los millennial) o TikTok (la que usa la gente más joven). Aún así, mantiene una gran relevancia por su inmediatez y por su valor informativo.
Pero Dorsey no se le conoce tanto por su labor manteniendo a Twitter a flote como por sus salidas de tono. Por ejemplo, es capaz de dedicar un hilo completo a sus vacaciones de 2018 para meditar en silencio durante 10 días en Myanmar obviando que la ONU declaró que la población estaba sufriendo un genocidio étnico.
Las excentricidades de Dorsey han marcado sus últimos años, pero antes de profundizar en ellas, conviene empezar por lo que todo el mundo comenta nada más verle: su aspecto.
RA-RA-RASPUTÍN
La evolución estética de Dorsey ha sido muy comentada, pues ha pasado de parecer el cuarto miembro de un grupo de rock de los Noventa a recordar al infame monje Rasputín, con su pelo corto, sus ojos perdidos y una larguísima barba desaliñada. Es un mote que se ha ganado a pulso en los últimos años y que, dicen las malas lenguas, se usa mucho de puertas hacia dentro en Twitter.
Su evolución exterior encaja casi a la perfección con el camino que ha seguido. La biografía de Dorsey es similar a la de otros grandes ejecutivos de Silicon Valley: un genio programador que empezó su proyecto entre colegas y terminó nadando en dinero y alejado de todos los que le ayudaron a llegar a la cima.
Con el paso de los años, su aspecto cada vez más de gurú y sus hábitos más extraños de vida, como el ayuno extremo, los baños de agua helada y el trabajar 16 horas diarias, lo han convertido en una figura tan interesante para unos como denostada para otros.
Por lo menos es un buen hijo: todos los días, lo primero que hace al despertarse es mandar un mensaje de buenos días a su madre.
PROFETA DEL BITCOIN
Que se posicione a favor del bitcoin no es algo nuevo, pero sus argumentos, cada vez más abstractos, sí son dignos de mención. Este 2021 será recordado no sólo por la batalla contra el Covid-19 a golpe de vacuna, sino por la guerra de las criptomonedas. A un lado los bitcoiners, como Dorsey, que parecen tener fe ciega, casi mesiánica, sobre esta moneda virtual. En el otro bando, los criptoescépticos, entre los que se encuentran algunos premios Nobel y la vieja guardia compuesta por los bancos más tradicionales, y, en el medio, Elon Musk, que lo apoya o critica según el día.
Coincidiendo con el bloqueo de una enmienda al paquete de infraestructura del Senado de Estados Unidos, que habría ampliado la participación del gobierno en las criptomonedas, el pasado diez de agosto, Dorsey twitteó, que para eso es CEO de Twitter, que «bitcoin unirá a un país profundamente dividido. (Y eventualmente: mundo)». Por supuesto, sin más aclaración, ni si quiera especificando al país al que se refiere.
Una afirmación vaga que trata de vender la idea de cómo una criptomoneda, cuya creación supone un gran coste medioambiental, puede ser la solución mágica a todos los problemas. «Mi esperanza es que bitcoin cree la paz mundial o ayude a crearla. Elon ya lo dijo. Tenemos todos estos monopolios y el individuo no tiene poder. Además, el coste y distracción que proviene de nuestro sistema monetario actual es real y quita la atención de problemas más grandes. Algunos como el que Elon está tratando de resolver, alcanzar el ser una humanidad multiplanetaria», dijo Dorsey en julio, durante una participación en un panel del evento virtual ‘The B Word’.
Es cuanto menos curiosa la mención a Musk, que logró hacer caer a la criptomoneda cuando anunció que no permitiría usarla como pago en Tesla, y a su vez, disparó su valor al alza cuando poco después anunció que volvería a aceptar esta moneda virtual en cuanto su proceso de creación fuera más sostenible.
Pero volviendo a Dorsey, los guiños al bitcoin son algo habitual en sus intervenciones. Por ejemplo, cuando compareció por videoconferencia en la audiencia del Senado de EEUU, sobre una parte de la ley estadounidense que protege a las empresas de Internet de la responsabilidad legal por el contenido generado por los usuarios, detrás de él se veía un reloj con el valor en tiempo real de la criptomoneda. Dentro de su segunda empresa, Square, abrió una unidad de negocio para bitcoin. Y hace tres años, se aventuró a vaticinar que en 10 años será la única moneda que se usaría en el mundo. Tenemos siete años para destruir el euro.
PREMIO AL PEOR CEO
Jack Dorsey fue nombrado uno de los peores CEO de EEUU durante dos años consecutivos, en 2016 y 2017. El empresario ha sido criticado en multitud de ocasiones por dar prioridad a su vida privada, sus aficiones (como la meditación) e incluso su segunda empresa, Square, por delante de Twitter, la que en un primer momento le lanzó a lo más alto
Las quejas provienen tanto de los inversores como de los propios trabajadores de la empresa. Estos últimos han dicho de Dorsey que es difícil tratar con él y que suele cambiar de opinión sobre la dirección de un producto, de forma repentina.
No es de extrañar que hayan cancelado productos con menos de un año de vida recientemente. Los fallidos ‘fleets’, que no son sino stories de Instagram para Twitter, podrían haber muerto en uno de estos reveses de humor del CEO.
PROGRAMADOR, EMPRESARIO, MASAJISTA Y ‘MILLONARIO AUSTERO’
Como reza la canción que suena una y otra vez en las principales redes sociales, Dorsey también es CEO, ‘entrepreneur’ (empresario) y masajista, con licencia, mientras que nunca terminó la carrera universitaria tecnológica que comenzó. También probó suerte en el mundo de la botánica y el modelaje.
Este programador precoz, aficionado al violín (como revela el tatuaje que lleva en el brazo), creó el primer prototipo de Twitter en el año 2000, que abandonó por falta de interés. Menos mal que años después, trabajando en una compañía de podcasts, conoció a los que serían cofundadores de la versión de Twitter que conocemos.
En el año 2011, participó en un evento llamado ‘Twitter Townhall’ en el que Barack Obama respondía las preguntas de la ciudadanía realizadas a través de la red social. Dorsey fue el encargado de moderar, recordando al presidente en más de una ocasión, que debía responder con sólo 140 caracteres, los mismos que tenían como límite los tweets de entonces. Pero este no ha sido el único jefe de estado que el CEO de Twitter ha conocido, en sus viajes es habitual verle reunido con el presidente del país que visita, al que además regala una bolsa con detalles corporativos.
En cuanto a sus honorarios, es de esperar que Dorsey reciba un sueldo digno, pero en 2018, ganó 1,40 dólares. Una cifra que encima sería celebrable ya que, en años anteriores, se negó a recibir salario alguno. ¿Entonces de qué vive? ¿Se deben sus largas barbas a que con ese casi dólar y medio no puede comprar cuchillas de afeitar? En 2021, vendió su primer tuit por casi 3 millones de dólares, a través de NFT, un activo digital almacenado en tecnología blockchain, que está asociado a un certificado de autenticidad. Por lo que ‘cash’ no le falta.
También tiene acciones de la red social por valor de 557 millones de dólares y una gran fortuna que mermó en un 28 % de forma deliberada, ya que donó 1.000 millones de dólares para la lucha contra el coronavirus. Esto ocurría justo un año después de aparecer como invitado en un podcast de una celebridad del mundo del fitness, Ben Greenfield, un antivacunas reconocido.
AYUNO EXTREMO, MEDITACIÓN Y DUCHAS HELADAS
Lejos de no querer ser ligado a una persona tan controvertida, ambos hablaron de tácticas avanzadas de mitigación del estrés, entrenamientos extremos para ahorrar tiempo, baños de agua helada caseros, hormesis y el ingerir una comida al día. Dorsey le agradecía así la invitación: «¡Gracias Ben! ¡Gran conversación, aprecio todo lo que haces para simplificar la montaña de investigaciones, centrándote en aumentar la esperanza de vida!».
Pero eso no fue lo único polémico del encuentro, cuando el programador contó su experiencia con el ayuno: «era un estado extraño en el que estar. Pero cuando lo hice las siguientes dos veces, me di cuenta de cuánto de nuestros días se centran en las comidas. Una sensación que mejoró cuando ayuné durante mucho tiempo», provocó fuertes críticas. Varias personas le acusaron de normalizar los trastornos alimentarios.
Tampoco se retractó esta vez. Dorsey es un gran defensor del ayuno y de reducir la ingesta de comida diaria. En una entrevista posterior en Wired, afirmó que realiza sólo siete comidas a la semana y todas a la hora de la cena. Una rutina que completa con dos horas de meditación diarias, 52 minutos de entrenamiento y unos minutos de sauna combinados con baños de agua helada. Aún con tan apretada agenda, quedan huecos para excentricidades varias como enviar a la cantante Azealia Banks un sobre con pelos de barba como amuleto de protección, algo que el propio Dorsey ha negado en más de una ocasión.
Fuente: elmundo.es