Estudio identificó patrón de hostilidad diferenciada a migrantes en Chile

Estudio identificó patrón de hostilidad diferenciada a migrantes en Chile

Etnografía del C_DOP de la U. Central arrojó luz sobre los imaginarios y estereotipos que modelan la interacción digital respecto a los extranjeros y la propia chilenidad.

Constató que los llamados «caribeños» (colombianos y venezolanos) reciben la categorización más cruda.

Un reciente estudio del Laboratorio de Conversación Pública (C_DOP) de la Universidad Central arrojó luz sobre los oscuros imaginarios y estereotipos que modelan la interacción digital en Chile respecto a la población migrante y la propia chilenidad.

La investigación, que utilizó una metodología de etnografía digital para capturar conversaciones «sin anestesia», reveló la circulación de discursos de deshumanización, criminalización y estigmatización, que establecen claras jerarquías entre las distintas comunidades extranjeras en el país.

Este hallazgo subraya la existencia de una profunda tensión en la convivencia cotidiana, que se manifiesta en interacciones digitales que el sociólogo Axel Callís, coordinador del área de opinión pública del C_DOP, calificó en Una Nueva Mañanade Cooperativa como «bien denigrante de los dos lados».

El análisis cualitativo del C_DOP identificó un patrón de hostilidad diferenciada por origen, con la categorización más cruda dirigida a los llamados «caribeños»(colombianos y venezolanos). Estos grupos reciben los calificativos más fuertes, asociados a epítetos de animalización y delincuencia. Callís señaló que estas percepciones incluyen términos como «plagas, animales, ratas, monos», junto con la asociación de que «son todos delincuentes, que son todos parte del Tren de Aragua».

En contraste, los «andinos» (peruanos y bolivianos) son tratados con una relación «mucho más cordial, mucho más humanizante, pero que no deja también de ser, en algún sentido, bastante fuerte», señaló el coordinador.

La tercera diferenciación, explicó Callís, recae sobre los haitianos, quienes oscilan entre «una categoría más cercana a lo que es la animalización, pero, por otra parte, tienen en algunos grupos un estigma de personas cristianas, trabajadores y sumisas».

Un segmento particular de esta conversación digital es la marcada sexualización de las mujeres extranjeras. La percepción chilena, según el estudio, las asocia directamente con la prostitución o las etiqueta de «robamaridos».

Críticas recíprocas

En la otra vereda, Callís destacó que las opiniones que los migrantes tienen sobre los chilenos también son complejas y severas. Los extranjeros los perciben como «muy drogos, somos todos drogadictos, depresivos«, y critican la autopercepción de ser buenos trabajadores cuando, a su juicio, no lo son.

Adicionalmente, se describe a los chilenos como «amargados» que no disfrutan la vida y son muy dados al consumo de tranquilizantes. Una crítica cultural significativa es la percepción de que Chile carece de una cultura muy definida, lo que contribuye a una «chilenidad frágil».

Campañas políticas

Callís estableció un vínculo directo entre estas percepciones profundas y el actual momento político, donde la migración se ha instalado como un tema central de campaña.

El sociólogo advirtió que la «situación de percepción que tienen ciertos grupos chilenos sobre los extranjeros es brutal», un sentir que se concentra «sobre todo la gente un poquito más vulnerable, con menos recursos», y que, si bien es recogido por los candidatos presidenciales, se cita de manera velada.

«Se habla de la migración como un paquete pero nadie entra en detalle, porque entrar en detalles es entrar en honduras, es entrar en epítetos muy fuertes y a lo único que se apela un poco es al tema de la estigmatización de la delincuencia o decir que todos los extranjeros son delincuentes o es la causa de la delincuencia en Chile», sostuvo.

Pronóstico de segregación

Ante este escenario de tensiones, estereotipos arraigados y politización del miedo, el experto se mostró pesimista sobre la capacidad de la sociedad chilena para resolver esta situación con «un par de medidas de echar gente».

«Tenemos más de un millón de migrantes y muchos de ellos no están disponibles a dejar su cultura por por otra; es decir, normalmente lo que hay que se genera este conflicto entre culturas y al final se resuelve muchas veces por algo que no le hace muy bien a la sociedad que son los guetos, un poco lo que sucede en Europa, que tú tienes barrios de musulmanes, barrios árabes que se permean con el resto de la sociedad y ellos van generando una identidad absolutamente sólida, coherente y cohesionada con respecto al entorno», reflexionó.

Fuente: coopertativa.cl