Morir en paz

Morir en paz

¿Abandono disfrazado de compasión?

En medio de una violencia desatada, de la perplejidad de los chilenos frente a la corrupción en muchos estamentos de la sociedad; y mientras la ciudadanía sigue abrumada por listas de esperas interminables para obtener tratamientos médicos básicos y una gran inseguridad de la población, reaparece, y con tramitación inmediata, un proyecto de ley que permite la eliminación directa de un ser humano en la etapa final de su vida: proyecto de ley de eutanasia.

No nos engañemos, detrás de la idea de “muerte digna” está la idea de disponer de la vida de los demás en su etapa terminal. Este proyecto fue ingresado el 2021 y ahora sucede que se quiere despachar en menos de una semana. ¿Alguien podría explicar la urgencia? ¿Habrá tiempo para escuchar a expertos en la materia y para que los legisladores estudien la materia y conozcan las experiencias nefastas de algunos países que han introducido esta práctica?

Este proyecto de ley es ambiguo porque se extiende a personas en complejas situaciones de salud, que, según los promotores de la ley, como sus vidas no valdrían la pena de ser vividas, el Estado no les puede impedir que terminen con ella.

Esta iniciativa parlamentaria apela a la autonomía y a la libertad individual como un derecho absoluto que ha de ser respetado, aun sabiendo que, en estas circunstancias, es de lo que más se carece.

Esta ley es la respuesta práctica a la desidia del Estado y la sociedad de hacerse cargo de los enfermos, en la mayoría de los casos adultos mayores, que muchos de ellos terminan sus días viejos, solos, enfermos y pobres. Muchos en los hospitales públicos, y en lugares que ni nos imaginamos, postrados y abandonados en paupérrimas condiciones.

Se alude a la eutanasia como un acto de compasión. No nos confundamos, es un acto de compasión hacia la sociedad occidental que todo lo mide en términos de producción, gozo, éxito y ganancia y que no soporta nada que tenga que ver con el dolor y el sufrimiento y menos hacerse responsable de él.

Una práctica clasista

Aunque no lo quieran decir, la eutanasia es una forma de eugenesia social frente a la incapacidad de empatizar, acompañar, amar y responder por ellos. Este proyecto es el ocaso del sentido de responsabilidad hacia el débil que le cabe a la sociedad toda y es el triunfo de la razón de la fuerza por sobre la fuerza de la razón. Con la eutanasia el drama de una persona gravemente enferma se resuelve con la violencia -cubierta con el manto de la bondad, la compasión, la autonomía, etc.-

Este proyecto de ley es -en su ambigüedad y en la práctica- clasista porque será sobre todo respecto de los pobres por quienes cabe la posibilidad que terceros decidan por ellos ponerle fin a sus días (lean bien el proyecto de ley). Quienes tienen recursos económicos estarán acompañados y si están solos podrán irse a un país donde nadie pueda realizar una acción que termine con sus vidas.

La verdad es que quien está acompañado, se siente querido y bien cuidado, no pide terminar con sus días, al contrario, se aferran a la vida y a sus seres queridos como un gran tesoro hasta el final (hasta cuando Diosito me lleve, suelen decir). Ejemplo de ello es la Fundación las Rosas donde jamás un residente, incluso postrado, se le ha pasado por la mente pedir que terminen con su vida. Como si fuera poco, a los estudiantes de medicina, que suelen entrar a la universidad motivados por sanar, acompañar y cuidar, se les enseñará cómo terminar con la vida de un ser humano inocente.

Al final, como en muchos países “desarrollados” el itinerario es el mismo: libertad para decidir cuantos hijos tener -y cómo- y a falta de ellos, libertad para terminar con quienes son considerados un “estorbo”. Francisco los llama “los descartados”. ¡Cuánta razón! Chile se empobrece con una ley semejante porque el talante de una sociedad se mide en la capacidad que tiene el tejido social -del cual formamos parte- de preocuparse de los indefensos y vulnerables.

Lo que realmente necesita Chile: cuidar mejor a los débiles

A los promotores de esta ley injusta los invito a poner atención en los ancianos en situaciones lamentables -hogares clandestinos, sin vida social y abandonados-.

También los invito a levantar vuelo legislativo para promover la especialidad de cuidados paliativos en los hospitales y clínicas y lugares donde terminan sus días, así como promover políticas públicas macizas en favor de los adultos mayores en materia de pensiones acceso a los cuidados de salud mental y paliativos.

Habrá menos soledad y menos solicitudes de eutanasia si se promueven con más ahínco políticas públicas que privilegien la natalidad y la familia -lugar natural, originario y único- para cuidar y ser cuidado en los momentos de dificultad que nos presenta la vida.

Propongamos leyes que permita a los enfermos morir en paz, cuidémoslos con los medios ordinarios que dispone la medicina, sin obstinaciones ni tecnicismos abusivos, junto a sus familiares y con adecuada asistencia médica, espiritual y humana. Ni más ni menos. Los equipos médicos en Chile, -notables por su compromiso por sus pacientes-, que han lidiado cuerpo a cuerpo con el coronavirus saben mucho de esto y lo hacen muy bien.

No caigamos en la tentación del pragmatismo y preguntémonos seriamente qué hay detrás de la obstinación de promover leyes que atentan contra los más débiles de la sociedad, como lo son los seres humanos en el vientre materno y en el lecho de enfermo y al mismo tiempo.

¿Acaso no estamos promoviendo la ley del más fuerte y la violencia para resolver dramas humanos, a veces dramáticos, que no es otra cosa que renunciar al Estado de derecho que tanto ha costado instalar?

– Fernando Chomali

Fuente: biobiochile.com