Tragedia silenciosa en centros de asilo de Ticino, Suiza: dos jóvenes migrantes se suicidan en menos de una semana, uno de ellos guatemalteco

Tragedia silenciosa en centros de asilo de Ticino, Suiza: dos jóvenes migrantes se suicidan en menos de una semana, uno de ellos guatemalteco

 

12 de mayo de 2025

 

Dos muertes en apenas tres semanas estremecen a Ticino y vuelven a poner sobre la mesa una verdad incómoda: el profundo sufrimiento psíquico de muchos migrantes alojados en los Centros Federales de Asilo de Suiza. Aziz, un adolescente argelino de apenas 14 años, fue hallado sin vida el 31 de marzo en las orillas del Riale Raggio, a pocos metros del centro de Balerna. Aún no se han esclarecido las causas de su muerte.

 

Semanas después, un joven de unos 20 años que, hasta donde pudo saberse, había llegado desde Guatemala, convirtió a Chiasso en su última parada. A media tarde, se subió al parapeto del paso elevado sobre Via Favre, en pleno centro de la ciudad, y se dejó caer hacia la calzada. Fue rescatado con vida por los paramédicos, pero en estado gravísimo. Falleció en la mañana del día siguiente.

 

Estas muertes no son hechos aislados. Según un informe del Zentrum Überleben, entre el 30% y el 40% de los solicitantes de asilo en Suiza padecen estrés postraumático, depresión o ansiedad severa. Sin embargo, muchos no reciben atención psicológica adecuada.

 

Las autoridades federales aseguran contar con protocolos para identificar señales de malestar psíquico, pero diversas organizaciones sociales cuestionan su efectividad. “No basta con detectar, hay que intervenir a tiempo y con sensibilidad cultural”, advierte una trabajadora social que pidió mantenerse en el anonimato. Afirma que en el Centro Federal de Pasture hay escasez de psicólogos y que las barreras lingüísticas impiden una atención efectiva.

 

Un recorrido por las instalaciones de Chiasso y Balerna, acompañado por testimonios de residentes, revela condiciones que agravan la vulnerabilidad emocional: hacinamiento, incertidumbre legal, discriminación y falta de actividades significativas. “Aquí uno se siente invisible”, dice Ahmed, un joven marroquí. “Algunos compañeros no hablan con nadie por días”.

 

A esto se suma una práctica denunciada cada vez con más fuerza por grupos de apoyo a migrantes: solicitantes rechazados estarían siendo sometidos a una forma de presión sistemática por parte de la Secretaría de Estado de Migración (SEM), que en algunos casos roza la tortura psicológica. Las tácticas incluyen aislamientos, notificaciones reiteradas y desalojos forzados que terminan por colapsar emocionalmente a personas ya traumatizadas. “Vemos cada vez más episodios de crisis nerviosas y desesperación absoluta”, alerta un voluntario.

 

Ante esta situación, el grupo R-esistiamo y Soa Molino organizaron una manifestación el 4 de mayo frente al centro de Via Motta, en Chiasso. “Estas muertes no son accidentes, son el resultado de un sistema que no cuida a quienes escapan del horror”, denunciaron en su comunicado.

 

Por su parte, la SEM afirma estar trabajando en la mejora de los protocolos de salud mental en coordinación con la Oficina Federal de Salud Pública. No obstante, reconocen que en regiones como Ticino aún no se han implementado los proyectos piloto que ya operan en otros cantones.

 

Mientras tanto, el dolor sigue creciendo en silencio entre quienes huyen de la guerra, la persecución o la pobreza, solo para encontrar muros invisibles en el corazón de Europa.