Lanas de sangre: la caza furtiva de vicuñas en Antofagasta

Lanas de sangre: la caza furtiva de vicuñas en Antofagasta

Hace más de 10 años que los ganaderos y los habitantes del sector de Ollagüe, en la Región de Antofagasta, vienen alertando de la caza furtiva de vicuñas para desollarlas y vender su piel.

A pesar de estar protegidas por la Ley de Caza 19.473, que prohíbe su caza, captura y comercialización, las vicuñas siguen siendo víctimas de estos ataques que buscan lucrar con su valiosa lana. La caza ilegal de vicuñas no parece reducirse, sino por el contrario, ha comenzado a crecer.

De hecho, recientemente, en este mes de abril, Carabineros detuvo a un ciudadano boliviano en el sector de Vega Chela, cerca del salar de Carcote, quien portaba seis pieles de vicuña, municiones y una motocicleta sin patente. El individuo intentó huir a pie, tras abandonar su vehículo, pero fue capturado luego de una persecución de más de una hora.

Ante estos ataques, la Comunidad Indígena Quechua de Ollagüe ha intentado levantar una y otra vez la voz, sin éxito. Junto con condenar estos actos, la comunidad instó nuevamente a las autoridades a intensificar las labores de vigilancia y control para prevenir y sancionar estos delitos contra la vida silvestre.

Pese al control, las sanciones y los llamados a aumentar el volumen de denuncias, la pregunta es: ¿por qué no tienen efecto? Y la respuesta es la misma de siempre: el mercado de pieles, la alta rentabilidad.

Tal como nos explicó Carlos Basso -nuestro de editor de Investigación- en su crónica del pasado fin semana, la piel de vicuña tiene características térmicas únicas, así como una textura muy fina y suave, y ello explica el alto precio con que se transa. Como su esquila está autorizada a las comunidades andinas en virtud del Convenio de la Vicuña, firmado en 1981 entre Chile, Perú y Bolivia, un kilo de su lana transada legalmente puede valer 400 dólares. Sin embargo, en el mercado negro es mucho mayor, lo mismo que los productos confeccionados con dicha lana.

En Chile, una chalina confeccionada con lana de vicuña obtenida legalmente vale 2 millones 590 mil pesos, para un producto que no pesa más de 200 gramos. Un chaleco de mujer alcanza los 4 millones 390 mil pesos, mientras que una capa de mujer confeccionada con piel de vicuña llega a los 8 millones 290 mil pesos.

Sin embargo, en las tiendas de lujo de Manhattan o Milán esos precios pueden alcanzar el doble o incluso el cuádruple.

Pero la caza furtiva no solo pone en peligro la supervivencia de la vicuña, disminuyendo sus poblaciones y alterando el equilibrio de los ecosistemas andinos, sino que también afecta a las comunidades que dependen de la vicuña para su subsistencia, ya que la disminución de su población dificulta la realización de actividades tradicionales como la esquila y la comercialización de su fibra.

La denuncia de la caza furtiva es fundamental para proteger la especie y los ecosistemas andinos. ¿Dónde se puede hacer? Se puede denunciar a través del SAG, Carabineros y Conaf (y también a través de organizaciones de conservación como VICAM).
Fuente: elmostrador.cl