Soledad, 3 de abril de 2025 – Lo que comenzó en 1988 como una promesa de fe por la salud de un hermano, se ha convertido en una de las tradiciones más emblemáticas de la región. La Caminata de San Vicente Ferrer, impulsada por la devoción de Apolo Martín tras el diagnóstico de leucemia de su hermano Liberto Martín, ha perdurado a lo largo de 37 años, creciendo en participación y significado.
Una Travesía de Fe y Naturaleza
Más que un recorrido, esta caminata es un viaje espiritual a través de los paisajes más puros de la región. Una travesía llena de rocío, sabanas, ríos y morichales; de viento fresco, perfume del pino, de moriche, de tierra húmeda y granza. Solo 42,5 kilómetros separan a Carapa de la capital del municipio Independencia, Soledad, pero la experiencia trasciende la distancia. Cada paso está marcado por la fe, el sacrificio y la conexión con la naturaleza, convirtiendo el camino en un espacio de reflexión y hermandad.
En aquella primera edición, partieron de madrugada junto a Julio Zamora (Mena), quien conducía el vehículo de apoyo; Raquel Martín, su hermana; Yalitza Marcano, Milanyer Hernández y Leonel Silva (None). A las diez de la mañana, tras un recorrido lleno de esfuerzo y esperanza, llegaron al pueblo de Carapa. Con el paso de los años, la caminata fue adoptada por la comunidad, consolidándose como una expresión de fe, resistencia y unión.
Tras la partida de Apolo Martín como caminante, el testigo pasó a líderes como Enrique Hernández, Edgardo Tiapa y el popular Negro Caraballo, quien se destacó como uno de sus mejores organizadores. Aunque Martín dejó de hacerla a pie, continuó su compromiso realizándola en bicicleta en varias ocasiones.
Un Legado de Fe y Tradición
El 4 de abril de 2025, la Caminata de San Vicente Ferrer cumple 37 años de historia, convirtiéndose en un evento que trasciende lo individual para formar parte del patrimonio cultural del pueblo. Así como el Camino de Santiago en España se erige como una peregrinación de significado espiritual y cultural, esta caminata se ha convertido en un símbolo de devoción y comunidad en el municipio Independencia, estado Anzoátegui, Venezuela.
Desde su origen, esta travesía ha unido generaciones, fortaleciendo la identidad y el espíritu colectivo de quienes la realizan. Es un testimonio vivo de la capacidad del ser humano para convertir el dolor en un propósito trascendental, dejando un legado que, año tras año, sigue sumando nuevos fieles y caminantes.
Escrito con colaboración de Apolo Martín desde Soledad.