El azote de la izquierda ‘woke’, Jordan Peterson, sentenciado a un ‘curso de reeducación’ en redes sociales

El Tribunal de Apelaciones de Ontario ha desestimado el recurso presentado por el psicólogo clínico, condenado el pasado verano.

La noticia la ha desvelado él mismo a través de X, donde suma una guardia pretoriana de 4,9 millones de ‘followers’: «Un tribunal superior de Canadá ha dictaminado que el Colegio de Psicólogos de Ontario tiene derecho a sentenciarme a un campo de reeducación. No hay otras vías legales abiertas para mí en este momento».

El fallo arribó el martes, cuando tres jueces del Tribunal de Apelaciones de la provincia canadiense desestimaron el recurso que había interpuesto contra la decisión, tomada el pasado agosto por el Tribunal Divisional de la misma región. «Es capitular ante los pequeños burócratas y la turba confundida, o perder mi licencia de profesional», ha explicado a través de la misma red.

Peterson, en armas

Con todo, no parece que Peterson se vaya a quedar de brazos cruzados ante una sentencia contra la que lucha desde 2022. Combativo hasta el extremo, el autodenominado azote de la izquierda ‘woke’ ha confirmado en X que, aunque el Colegio de Psicólogos de Ontario haya «ganado este ‘round’», la batalla todavía no ha terminado: «Recordad mis palabras: la guerra acaba de comenzar. No hay nada que puedas quitarme que no esté dispuesto a perder. Así que ten cuidado. En serio. Quedas advertido».

No es la primera vez que el psicólogo clínico es cercado por las acusaciones de «mala praxis» lanzadas desde la mencionada institución, pero sí la que ha tenido un castigo mayor.

Desde que la noticia ha sido hecha pública por el ‘National Post‘, el periódico en el que Peterson suele defenderse contra la «persecución política» que dice sufrir, las reacciones se han contado por decenas. Y la primera, como no podía ser de otra manera, ha sido la de su abogado: «La sentencia supone una licencia que permitirá a los organismos reguladores ser más agresivos».

El letrado también se ha preguntado, de forma retórica, si Canadá es un país en el que prima la corrección política por encima de la voluntad individual: «¿Hasta qué punto los límites a la libertad de expresión, a una libertad de expresión que no sea delictiva ni ilícita, no constituyen una violación de ninguna ley?, ¿en qué medida se ven afectados los profesionales u oficios regulados en términos de lo que pueden decir en el foro público?».

Años de tensión

La sentencia del Tribunal Divisional, de 18 páginas, recoge con puntos y comas el origen de esta batalla legal. El Colegio de Psicólogos de Ontario persigue a Peterson desde 2018 por sus comentarios en redes; mensajes alejados de toda corrección política. Ejemplos los hay a pares. El 19 de febrero de 2022, la ‘superstar’ de las redes cargó contra una concejal de la ciudad de Ottawa por usar pronombres neutros: «Es una cosa espantosa y moralizante».

Ese mismo enero arremetió contra un internauta que clamaba contra la superpoblación con el siguiente ‘tuit’: «Eres libre de marcharte en cualquier momento». Y, poco después, hizo un comentario controvertido sobre el actor transgénero Elliot Page: «Ellen ha perdido sus senos a manos de un médico criminal».

El Colegio de Psicólogos de Ontario expresó gran preocupación en 2020 por «la manera y el tono» en los que Peterson defendía sus opiniones. «Sus declaraciones públicas», estaban convencidos, podían «tener consecuencias negativas» para pacientes que estaban siendo tratados por especialistas. A su vez, le invitaban, «como miembro registrado del Colegio», y debido a su notoriedad en redes sociales, a «ofrecer sus opiniones y comentarios en un tono respetuoso para evitar una percepción negativa de la profesión».

Meses después, la institución estudió sus ‘tuits’ a través del Comité de Investigaciones, Quejas e Informes (CICR, por sus siglas en inglés), y este dictaminó que podían ser considerados «vergonzosos, deshonrosos y/o poco profesionales», además de dañinos.

El canadiense, psicólogo colegiado a pesar de que suspendió su práctica en 2017, respondió afirmando que tomaría sus «propias medidas» para abordar sus declaraciones públicas. Pero, según parece, esto no fue suficiente. Así, el CICR dictaminó que debía participar en un ‘curso de reeducación’ si no quería perder su licencia.

Ahí empezó la guerra abierta. Peterson se negó a recibir la formación y acudió a la justicia para dirimir si la entidad tenía la autoridad para condenarle por mensajes realizados fuera del ámbito laboral. Todo ello, bajo el paraguas de libertad de expresión y de la máxima de que el organismo no «ha realizado un equilibrio apropiado» entre ella y las obligaciones que impone el Colegio.

El penúltimo episodio comenzó en agosto de 2023, mes en el que el Tribunal Divisional de Ontario falló a favor del Colegio: «Cuando las personas se incorporan a una profesión regulada, no pierden el derecho a la libertad de expresión. Al mismo tiempo, sin embargo, asumen obligaciones y deben respetar las normas de su organismo regulador, que pueden limitar su libertad de expresión». Peterson apeló; era su última bala a nivel judicial, y no dio en el blanco. Aunque, como él mismo ha amenazado, todavía le queda guerra.

Fuente: abc.es