La carrera entre Estados Unidos y China por el crecimiento de la economía ahora se inclina para el lado estadounidense. El gigante asiático se enfrenta a la crisis inmobiliaria, el sobreendeudamiento, la fuga de inversiones y un muy peligroso proceso de envejecimiento poblacional.
Hace unos años era muy común escuchar opiniones de numerosos analistas y economistas previniendo que la economía de China eventualmente superaría a la de Estados Unidos y se posicionaría como la más importante a nivel global, algo que se postulaba casi como un hecho inequívoco.
Pero hoy en día se descarta cualquier tipo de garantía para que esto pueda suceder, debido a que las perspectivas para la economía estadounidense son holgadamente mejores a las que tiene China.
La política económica del régimen de Xi Jinping llegó a una situación de agotamiento. El sector inmobiliario, que hasta ahora había liderado el crecimiento del producto bruto desde la crisis internacional de 2008, muestra signos de recesión y posible colapso (un hecho que se hizo palpable a los ojos del mundo con el derrumbe de Evergrande).
La falta de reformas estructurales en áreas claves como el sistema previsional, el asentamiento de los derechos de propiedad, la seguridad jurídica, la apertura al comercio internacional, la liberalización de los controles sobre la cuenta capital, la desregulación en la competencia entre las empresas públicas y privadas, desalientan a los inversores. Esto se acrecienta todavía más considerando el creciente “riesgo geopolítico” bajo la dirección de Xi Jinping, alentando la fuga de los capitales hacia destinos más seguros como Japón o Corea del Sur.
Las finanzas públicas del régimen comunista acumulan un estrés importante, el más drástico registrado desde 1982. El déficit fiscal consolidado de China superó el 7,5% del PBI en 2022 según el FMI, y se estima que cerraría el año en torno al 6,9% del producto. Y como si todo esto no fuera suficiente, las perspectivas demográficas del país para los próximos años advierten un peligroso proceso de envejecimiento que restringirá la oferta laboral y pondrá en jaque al sistema de previsión social.
Estados Unidos alcanzó un PBI nominal en torno a los US$ 25,46 billones de dólares en 2022, mientras que China llegó a los US$ 17,96 millones (y solo creció un 3% en términos reales con respecto al 2021).
Los economistas encuestados por Bloomberg Analytics estiman que la tasa de crecimiento de China podría descender al 3,5% anual para el año 2030, y una cifra cercana al 1% anual para el año 2050. Las previsiones son cada vez peores, ya que anteriormente se esperaba un 4,6% y un 1,6% respectivamente.
Si se cumple este escenario, y dadas las estimaciones que tienen los mercados para la tasa de crecimiento de Estados Unidos, la convergencia entre el tamaño de ambas economías podría producirse sólo a partir del año 2040, y nuevamente no hay garantías de que esto efectivamente se concrete en la realidad.
Incluso la hipotética convergencia podría volverse inestable, y nuevamente inclinar la balanza a favor de Estados Unidos, según anticipan los economistas encuestados por Bloomberg.
Fuente: derechadiario.com