Gran parte de la ciudadanía afirma que el próximo plebiscito implicará escoger entre “la constitución de Kast o la constitución de Pinochet”. Sin embargo, eso implica desconocer tanto nuestra historia cívica como la legitimidad de un proceso que fue dejado en manos de quien ostenta la soberanía en democracia: el pueblo.
Primero, la Constitución de 1980 dista de ser la Constitución de Pinochet, sino más bien aquella que surge en un momento de inestabilidad política a partir del trabajo de una comisión integrada por expertos es derecho constitucional: Jaime Guzmán, Enrique Ortúzar, Luz Bulnes, Raúl Bertelsen, Gustavo Lorca, entre otros. Ellos realizaron un anteproyecto que revisó el gobierno, para luego someterlo al plebiscito del que puede ser válida una duda sobre su conformidad ante derecho. En cualquier caso, todo aquello de lo que esa Constitución pudo haber incluido para favorecer el gobierno de la Junta Militar, o de Augusto Pinochet, se reformó en democracia.
Ahora bien, ¿es posible decir que una Constitución que surge por una petición violenta de la izquierda y el pueblo escoge a consejeros de derecha para su elaboración pertenece a un individuo en concreto? ¿No le están dando demasiado peso a un solo individuo y restándoselo al pueblo chileno? Se ha escuchado mucho a la izquierda afirmar que el pueblo no es tonto. Tal vez no lo sea. Pareciera que ustedes quisieran, más que la derecha, ensalzar a José Antonio Kast y ponerle en un pedestal que no es solo suya, sino de todos. Reconózcanle el mérito a nuestro pueblo chileno. Ya lo dijeron antes, esta será una constitución de todos y para todos.
María de los Ángeles Mena
Estudiante de derecho
Pontificia Universidad Católica
Fuente: diarioconstitucional.cl