El 28 de enero de 1986 a las 11:38 de la mañana despegó el transbordador espacial «Challenger». 74 segundos después explotaba en el aire. A las 11:52 los mercados empezaron a vender las acciones de los 4 contratistas principales Lockeed; Rockwell; Martin Marietta y Morton Thiokol y sus acciones se desplomaron. Al fin del día sin embargo todas habían rebotado menos Morton Thiokol. El mercado había encontrado al culpable. La comisión de la NASA encargada de estudiar el accidente se demoró 5 meses en llegar al mismo resultado.
Este conocimiento diseminado en millones de personas es lo que identificó el premio nobel de economía F Hayek, cuando dijo que era imposible que un ente centralizado como el estado fuera capaz de desarrollar una economía. Simplemente los planificadores nunca tendrían la información suficiente para tomar buenas decisiones. Por eso en el mundo comunista siempre sobraron las cosas que nadie quería y faltaban las que la gente necesitaba. Eso se llama asignar recursos y los mercados lo hacen bien y el estado mal.
«La evidencia es elocuente en contra del estado empresario. La farmacia de Jadue, la clínica de Irací, los resultados de Enami y miles de otros ejemplos. En vez de ser pragmáticos y seguir el camino rápido y exitoso de extender los arriendos; replicarlos con terceros y hacer concesible el litio, optaron por la solución ideológica de estatizar».
El presidente anunció la Política Nacional del Litio. Lamentablemente el gobierno no transa acciones y no sabemos la reacción del mercado. Las señales que sí tenemos fueron los precios de SQM (en valor bursátil perdió casi una reforma tributaria dañando nuestros ahorros previsionales) y Albemarle, que también se derrumbó. La prensa extranjera reaccionó negativamente, y dijeron que estaban estatizando el Litio y las acciones de las productoras de Litio australianas, (que nos compiten) subieron. El anuncio del gobierno fue mal recibido por el mercado y que los ejecutivos de SQM estén dispuestos a conversar no indica nada porque están obligados. La política anunciada perjudicó hoy a todos los chilenos y favoreció a nuestros competidores.
Hoy el Estado se lleva 60% de todo lo explotado por SQM y Albemarle, sin haber puesto ni uno. Si a una persona inteligente y pragmática que recibe 5000 millones de dólares en un año sin invertir nada le preguntan qué haría con el litio, diría: replicaría lo que estoy haciendo. Pero en vez de reproducir un proceso exitoso, el gobierno, propone un esquema que retrocede 50 años en la forma de hacer negocios, ciencia y minería en Chile. Una empresa estatal más un instituto tecnológico y la promesa de productos de mayor valor agregado (baterías). Burocracia y políticos a cargo de una empresa y de la investigación científica. ¿Qué puede salir mal?
Hay proyectos de empresas de todas las nacionalidades por más de 100 mil millones de dólares para baterías de litio y ninguno es en Chile. ¿Esto no les dice nada a los cerebros del gobierno? Chile está lejos de los centros de consumo y más del 80% de los materiales de las baterías habría que importarlos. El ministro de economía ha respondido que las baterías podrían venderse en la región. Pero los peruanos en vez de fabricar el «Inka Kar», han dedicado sus recursos a regar el desierto y hoy nos superan en agricultura, y dado los resultados del socialismo en Bolivia, el programa aeroespacial de Evo usará más totora que baterías.
Al estado debe asignar sus recursos a mejorar los servicios públicos no a fundar empresas que pueden hacer los privados. Codelco es bueno en cobre y distraerlo en litio es una mala idea. El estado no tiene capital ni conocimiento en litio y quiere que ambos se los pongan los privados, pero sin gestionar. Sólo los creadores de la empresa de los balones rosados para Chiguayante pueden creer que esa es una buena idea. Mi vaticinio radicando en el estado el desarrollo del litio, es que llegaremos tarde a la jugada cuando el boom haya pasado, el litio haya sido superado tecnológicamente y nos quedaremos con el litio en el suelo, una empresa llena de empleados, pérdidas descomunales y sin mercado.
La evidencia es elocuente en contra del estado empresario. La farmacia de Jadue, la clínica de Irací, los resultados de Enami y miles de otros ejemplos. En vez de ser pragmáticos y seguir el camino rápido y exitoso de extender los arriendos; replicarlos con terceros y hacer concesible el litio, optaron por la solución ideológica de estatizar. Nuestro gobierno no pierde oportunidad de mostrar su incapacidad para entender la economía moderna. Si querían preservar el litio para futuras generaciones tendrán éxito si buscaban transformar el litio en mejor educación, salud y seguridad perdieron la oportunidad.
Fuente: fppchile.org