Un equipo internacional relaciona el erititrol con mayor riesgo cardiovascular, aunque varios expertos señalan las limitaciones del trabajo y consideran que, como dicen las agencias reguladoras, su uso es seguro.
El consumo excesivo de azúcar está relacionado con enfermedades como la obesidad o la diabetes, pero los alimentos dulces resultan más atractivos. Para tener el gusto del azúcar sin sus efectos nocivos para la salud, la industria de la alimentación la ha sustituido por diversos edulcorantes artificiales, que reducen la ingesta calórica manteniendo el sabor. Sin embargo, en los últimos años, han aparecido estudios que indican que su consumo no es inocuo, y se están realizando nuevos análisis para evaluar adecuadamente los riesgos y beneficios de estos sustitutos del azúcar.
Un informe de 2019 encargado por la Organización Mundial de la Salud, concluyó que los edulcorantes no son mucho mejores que el azúcar y solo encontró como efecto positivo una ligera pérdida de peso. En 2022, un estudio publicado en la revista Cell advertía de que sustancias para endulzar los alimentos como la sacarina podían alterar el equilibrio de los microbios de nuestro intestino y afectar a la tolerancia a la glucosa. Hoy, la revista Nature Medicine publica un estudio realizado por un equipo internacional de científicos que sugiere que el consumo de uno de estos edulcorantes artificiales, el eritritol, está relacionado con un incremento del riesgo de infartos o ictus.
El equipo de investigadores, liderado por Stanley Hazen, investigador de la Clínica Cleveland, en Ohio (EE UU), recogió información de 1.157 personas que estaban siendo seguidas por problemas cardiovasculares. En un estudio, que duró tres años, vieron que la presencia del eritritol se relacionaba con un mayor riesgo de sufrir un ataque al corazón o un ictus durante ese periodo. Esa misma asociación se observó en otros pacientes a los que se estaba siguiendo por problemas cardiacos en distintas instituciones de Europa y EE UU. Además, se realizaron experimentos en animales, que confirmaron que el eritritol favorecía la formación de trombos, y se hizo un pequeño experimento, con ocho pacientes sanos, en los que también se detectó un efecto similar.
Los autores señalan que, aunque las agencias reguladoras los consideran seguros, son necesarios más ensayos de calidad para conocer mejor los efectos a largo plazo de consumir edulcorantes artificiales. “Pese a la creciente incorporación de los edulcorantes artificiales a la cadena alimentaria, los riesgos cardiovasculares raramente han sido investigados”, afirman. Como limitaciones a sus resultados, reconocen que las personas que formaron parte del estudio de mayor tamaño ya tenían problemas cardiovasculares previos y sería necesario comprobar si esos efectos se ven en personas sanas a largo plazo.
Dolores del Castillo, investigadora del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL), del CSIC, cree que estos resultados no justifican, al menos por ahora, considerar peligroso el eritritol. “Es necesario hacer estudios a más largo plazo, incluyendo a más personas sanas”, apunta. Además, continúa Del Castillo, “la cantidad de edulcorante utilizada en el estudio, de 30 gramos diarios, me parece muy superior a la que la mayor parte de la gente puede consumir en España”. Este aspecto del estudio también fue criticado por Gunter Kuhnle, catedrático de Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la Universidad de Reading (Reino Unido), en declaraciones al Science Media Center. “La concentración de edulcorante que utilizaron era 10 veces superior a la cantidad permitida y la dosis única que emplearon era superior a la que la mayoría de nosotros ingeriríamos durante todo un día”, aseveró.
Santiago Navas, director de la línea de nutrición de precisión del Centro de Investigación en Nutrición de la Universidad de Navarra, cree que “las conclusiones del estudio, que es de buena calidad, son algo atrevidas”. “Desde hace años se han establecido relaciones entre el consumo de edulcorantes y un mayor riesgo metabólico, pero los resultados no son concluyentes y son necesarios más estudios a largo plazo”. Navas señala también que no es sencillo “relacionar el consumo de un ingrediente o un alimento concreto con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular” y subraya la necesidad de valorar los efectos de los edulcorantes para la salud comparándolos con el uso de azúcar. Eso es lo que están haciendo con el proyecto europeo SWEET, un consorcio de 29 instituciones, en el que participan Navas y su equipo, que evaluará los riesgos y beneficios de sustituir el azúcar por edulcorantes.
Pese a considerar que, como afirman las agencias reguladoras, los edulcorantes son seguros, Navas cree que “tenemos que acostumbrar a la población a no comer tan dulce” porque es un “hábito adquirido durante generaciones que afecta a la salud global”. Del Castillo también recuerda que los expertos ahora “recomiendan no poner edulcorantes y acostumbrarse a un dulzor menos intenso y al sabor natural de los productos”.
Fuente: elpais.com