Admite que decidió modificar su cuerpo al de un hombre tras ver videos de YouTube y acusa que el psicólogo que dio luz verde a su transición le hizo un mal diagnóstico.
En un caso que sería inédito en España, una joven de 24 años se arrepintió del proceso de cambio de sexo al que se sometió hace años atrás, cuando solo tenía 15. Acusa un diagnóstico incorrecto de disforia de género (el nombre técnico de «estoy en el cuerpo equivocado») y la ausencia de acompañamiento psicológico en su transición de mujer a hombre. Por esto, interpuso una reclamación contra el Servicio de Salud, el paso previo a una demanda, siendo la primera de este tipo que se presenta en ese país.
La afectada es Susana Domínguez, quien relató su situación al diario «El Mundo» de España. Cuenta que, siendo adolescente, se sometió a un tratamiento de hormonas y operaciones en que le extirparon los pechos y el útero, para convertirse en un chico e incluso llegó a cambiarse el nombre en el Registro Civil, pasando a llamarse Sebastián.
«Todo fue por ver videos de YouTube, de gente que había cambiado de sexo y decía que su salud mental había mejorado»
«Estábamos en casa cuando me dijo que se sentía chico. No me lo esperaba para nada, pero le dije que iríamos a la psiquiatra que la trataba ya por depresión y ansiedad (…) Se pasaba el día llorando, diciendo que necesitaba testosterona y operarse, que solo eso podía ayudarla», relata su madre.
Susana hoy admite que «todo fue por ver videos de YouTube, de gente que había cambiado de sexo y decía que su salud mental había mejorado».
Su psiquiatra le dijo desde el primer momento a la madre que tenía que aceptarlo, ya que «si ella se siente chico, es que es chico». La joven fue derivada al Hospital Marítimo de Oza, donde el psicólogo especializado en género dictaminó que necesitaba un tratamiento de hormonas.
La endocrina pública del hospital comenzó a hormonar a Susana con 16 años, siendo menor de edad. «A los 18 le hicieron una mastectomía, le quitaron los pechos. Como la sanidad pública no lo hacía en ese momento, la endocrina nos dio dos nombres de cirujanos del hospital que operaban en la privada, y así lo hicimos. Costó 6.000 euros», relata la madre.
Tras esto, acudió al Registro Civil y se cambió su nombre Sebastián. Un año después, dado que seguía menstruando pese a las hormonas, la endocrina le recomendó que se hiciera una histerectomía. Así le retiraron el útero y los ovarios en el Hospital Universitario de A Coruña, teniendo 19 años de edad.
«¡Yo tenía 15 años! ¿Cómo me dejaron hacer eso?»
Pero luego de esta segunda intervención, la joven «empezó a sentirse fatal», cuenta su madre. «Fuimos a un psicólogo privado y al poco tiempo Susana me dijo que ya no quería ser chico, que era una chica«, relata la madre. «Me siento muy culpable (…) todo el mundo me dice que cómo no me di cuenta del error», agrega.
Susana recuerda que «cuando estaba transicionando me seguía sintiendo mal, a veces pensaba que me había equivocado y que igual solo era una chica con problemas mentales. Luego encontré el foro Detrans en Reddit para gente que se arrepiente de transicionar, y me identificaba con lo que ponían. Sentí ira contra ese psicólogo que me hizo los informes sabiendo que esto no me iba a ayudar. Me quería morir«.
La joven había tardado seis años en darse cuenta de que quizás sus problemas mentales, que incluían depresión y trastorno esquizoide –además de rasgos de un trastorno del espectro autista– la habían incapacitado para tomar la decisión correcta, y que no era un chico en cuerpo de chica, como le había dicho cuando solo tenía 15 años.
La madre dice que «cuando Susana decidió que no quería ser chico, llamé a la endocrino para decírselo. Me dijo que la intentara convencer de que siguiera delante, que no cambiara, porque igual era peor. Imagino que no quería admitir que se habían equivocado».
En 2020, la joven, aterrada por el error cometido, volvió a ver al psicólogo del Servicio Gallego de Salud que seis años antes le había dado luz verde a su tratamiento de cambio de sexo. Le contó que ella siempre había sido una mujer, pero con serios trastornos que nada tenían que ver con la transexualidad, lo que el profesional de la salud mental no había sabido ver a tiempo, sino que se limitó a atender el autodiagnóstico de la adolescente, influenciada por foros de internet. «Me manipulaste llorando, pero yo ya sabía que el cambio de sexo no iba a hacerte sentir mejor», fue la respuesta del psicólogo.
«Si no sabía ayudarme me podría haber enviado a otro, en vez de arruinarme la vida», se lamenta la joven.
Mientras que la primera psiquiatra, la que la derivó al psicólogo, le respondió: «Pero si tú estabas muy segura». «¡Yo tenía 15 años! ¿Cómo me dejaron hacer eso? ¿Cómo podía estar segura de lo que quería?», cuestiona la joven.
«Y ahora, ¿qué hacemos? ¿Cómo se arregla esto?», se pregunta su madre. Su hija ya no tiene aparato reproductor. Susana dejó de tomar hormonas masculinas y ahora va a tener que tomar las femeninas toda la vida porque ya no puede producirlas naturalmente. Los daños son prácticamente irreversibles.
Se conoce un caso similar en el Reino Unido, donde Keira Bell consiguió en 2020 una indemnización, cambios legislativos y el cierre de la clínica donde se le cambió de sexo. La Justicia decidió allí que a los 15 años, cuando también Susana comenzó su proceso, Bell no tenía madurez suficiente para tomar una decisión de ese tipo.
Otros países europeos, como Francia, Noruega y Suecia, ya han dado marcha atrás a sus legislaciones al probarse que se permitía acceder a estos tratamientos a menores sin la madurez necesaria y a enfermos mentales que en realidad no eran transexuales.
Fuente: emol.com