China raciona el consumo de electricidad para reducir emisiones y los precios
Nomura: «Muy pronto habrá escasez de todo, desde textiles a juguetes»
Varios proveedores de Apple y Tesla ya han comunicado que echan el cierre
Con todos los ojos puestos en el gigante inmobiliario Evergrande, otra crisis (esta con un impacto más global) podría estar empezando a asomar la cabeza en China. El ‘gigante asiático’ está sufriendo las primeras consecuencias de una crisis energética que comenzó azotando a Europa y que ahora se extiende por el mundo a través de los mercados de gas, petróleo, carbón y materias primas en general. El racionamiento de esta energía amenaza con tensionar aún más las cadenas de suministro globales y generar escasez de «todo», según advierten desde Nomura. La recuperación económica corre peligro.
Pekín ha comenzado a racionar el consumo de electricidad para contener los precios y reducir las emisiones, que es uno de los grandes objetivos del gobierno chino. La segunda economía del mundo se encuentra en un proceso reformador cuyo objetivo es alcanzar una economía sostenible y más igualitaria (common prosperity). Parece que esta vez Pekín va en serio.
Por ahora, estas medidas afectarán a la industria del ‘gigante asiático’ (después pueden llegar hasta los hogares). El problema es que si China pisa el freno de su ‘fábrica’, el resto del mundo sufrirá las consecuencias, algo que podría comenzar a verse en las próximas semanas, a medida que las empresas europeas, americanas… vean agravada la escasez de insumos con los que trabajan. A su vez, esta escasez y aumento de costes puede trasladarse a una inflación que ya supera de forma holgada el 2% en casi todos los países desarrollados.
Cierres de fábricas en China
Desde fundiciones de aluminio (afectando al precio de los metales), hasta productores de textiles y plantas de procesamiento de soja, se están viendo obligadas a frenar su actividad o, en algunos casos, a cerrar por completo.
La mitad de las regiones de China no cumplieron con los objetivos de consumo de energía establecidos por Pekín y ahora están bajo presión para frenar el uso de energía. Entre las más afectados se encuentran Jiangsu, Zhejiang y Guangdong, un trío de potencias industriales que representan casi un tercio de la economía de China. Esta es la parte que se ve desde China.
Desde Occidente el miedo es que estos parones en la producción terminen afectando a los bienes finales que tanto gustan a los consumidores del mundo desarrollado. Apple y Tesla ya están temblando. Varios de sus proveedores en China ya han anunciado que suspenderán la producción en algunas fábricas durante varios días, lo que pone en riesgo el buen funcionamiento de las cadenas de suministro justo en la temporada alta de los productos electrónicos, advierten desde la agencia Reuters.
Esta crisis se produce en momentos en que la escasez de suministros de carbón en China y el endurecimiento de los estándares de emisiones han provocado una contracción en la industria pesada en varias regiones, lastrando la tasa de crecimiento económico del país, según explican desde la agencia Bloomberg.
Sin chips para móviles y coches
Unimicron Technology, proveedor de Apple, aseguró este domingo por la noche que tres de sus subsidiarias en China se han visto obligadas a detener la producción desde el 26 de septiembre hasta la medianoche del 30 de septiembre para «cumplir con la política de limitación de electricidad de los gobiernos locales».
Eson Precision, una filial de Hon Hai Precision Industry de Taiwán, ha revelado también en un comunicado la suspensión de la producción desde el domingo hasta el viernes en las instalaciones de la ciudad china de Kunshan.
Concraft, un proveedor de componentes de altavoces para el iPhone de Apple y que posee varias fábricas en la ciudad de Suzhou, también ha comunicado que suspende la producción durante cinco días. La firma ha intentado mandar un mensaje de tranquilidad asegurando que utilizará sus inventarios para satisfacer la demanda.
No obstante, otros fabricantes de chips han asegurado que siguen operando con normalidad y que no han recibido, hasta la fecha, ningún aviso para reducir su actividad o cerrar.
«La fábrica Hejian de UMC en Suzhou funciona actualmente a una capacidad máxima, generando más de 80.000 obleas para chips por mes«, según ha declarado la firma taiwanesa, cuyos clientes incluyen a Qualcomm, según informan desde la agencia Reuters.
Dos fuentes relacionadas con estas medidas han revelado a Reuters que las instalaciones en Kunshan del fabricante contratado Foxconn han experimentado un impacto «muy pequeño» en la producción por el momento. Foxconn ha tenido que «ajustar» una pequeña parte de su capacidad, que incluye la fabricación de ordenadores portátiles que no son de Apple, según ha revelado una de las personas.
Todo el mundo miraba a Evergrande
«Con la atención del mercado ahora centrada en la crisis del gigante inmobiliario Evergrande, es posible que se haya subestimado o incluso pasado por alto otro gran impacto en la oferta», según advierten los analistas de Nomura en una nota en la que aseguran que la economía de China podría contraerse este trimestre.
El agravamiento de la crisis de energía en China es el reflejo de un suministro extremadamente ajustado a nivel mundial, que ya ha desatado su ira sobre Europa. La fuerte recuperación económica tras el fin de las restricciones por el covid ha impulsado la demanda de los hogares y las empresas, mientras que producción de gas, carbón o petróleo muestra cierta rigidez ante la menor inversión del sector.
Hay miedo a que esa inversión en nuevas minas o pozos no se pueda rentabilizar ante la clara apuesta global por las energías renovables. El problema, ya comentado en varias ocasiones, es que este giro hacía la energía ‘verde’ se está produciendo cuando el mundo aún es muy dependiente de los energías fósiles. Ahora se están sufriendo las consecuencias.
La crisis energética de China es en parte causada por ella misma. El presidente Xi Jinping y su gobierno están inmersos en una política que pretende reducir la emisión de gases y la contaminación. Además, según revelan desde Bloomberg, Pekín tiene un objetivo claro a muy corto plazo: que el cielo sea totalmente azul en los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín del próximo mes de febrero
Escasez de carbón y gas
La economía corre el riesgo de sufrir una grave escasez de carbón y gas, que se utilizan para calentar hogares y mantener funcionando las fábricas. Hay indicios de que la crisis de energía está comenzando a afectar tanto a hogares como a negocios. La provincia de Guandong ha pedido a sus residentes que usen al máximo la luz natural y limiten el uso del aire acondicionado, después de recortar el uso de la energía en algunas fábricas.
Los futuros del carbón térmico de China se han disparado en el último mes, estableciendo récord tras récord, mientras que las preocupaciones sobre la seguridad de las minas y la contaminación limitan la producción nacional. Por otro lado, los precios del gas natural, tanto en Europa como en Asia, están disparados en medio de una batalla por acumular inventarios de cara al invierno.
Cuando China ha racionado la energía durante otros inviernos, los productores han recurrido al diésel y otros derivados del petróleo para seguir produciendo. El problema es que estas fuentes de energía tampoco casan ahora con los objetivos de Pekín. Además de eso, el petróleo están tocando máximos no vistos desde octubre de 2018, por lo que tampoco sería una alternativa barata.
Además de las empresas y grandes proveedores que han anunciado una desaceleración de su producción, varias firmas más pequeñas también están comenzando a informar de que se les ha ordenado frenar o detener la actividad. Aunque estas pequeñas empresas pasan desapercibidas para los grandes inversores, el resultado final podría ser una escasez de todo, desde textiles hasta componentes electrónicos que podrían enredar las cadenas de suministro y consumir las ganancias de una gran cantidad de empresas multinacionales.
Escasez global de todo
«Las restricciones de energía se extenderán e impactarán en los mercados globales», asegura Lu de Nomura. «Muy pronto, los mercados globales sentirán el impacto de una escasez de suministro, desde textiles, juguetes hasta piezas de máquinas».
Las reducciones son una nueva amenaza para una economía que se enfrenta a múltiples presiones después de la rápida recuperación que vivió durante 2020. Y al igual que con los problemas energéticos de Europa, la restricción plantea un desafío para los responsables políticos: cómo perseguir los objetivos medioambientales sin dañar unas economías aún frágiles.
«Los gobernantes parecen estar dispuestos a aceptar un crecimiento más lento en el resto de este año para cumplir con el objetivo de emisiones de carbono», asegura Larry Hu, jefe de economía de China en Macquarie Group. «El objetivo del PIB de más del 6% es fácilmente alcanzable, pero los objetivos de emisiones no son fáciles de alcanzar dado el sólido crecimiento en el primer semestre».
Fuente: eleconomista.es