«También debemos establecernos como pueblo-nación, retomar la vocación a la ciudadanía, la batalla por una educación de calidad y reconocernos como seres dignos y que trabajan y caminar juntos para construir la fraternidad y la amistad social».
Las batallas de hoy incluyen «utilizar todos los mecanismos constitucionales y legales para exigir el fin de la violación de los derechos humanos», así como «tomar conciencia del deterioro que ha sufrido el país y tomar las decisiones necesarias para un cambio relevante de liderazgo», con el fin de que nuevos líderes «tengan un mayor compromiso con la gente y no con sus partidos o ideologías». Así lo afirmó el 7 de julio el arzobispo José Luis Azuaje Ayala de Maracaibo, Venezuela.
Dijo también que otras batallas que el país debe emprender incluyen «establecernos como pueblo-nación, retomar la vocación a la ciudadanía, la batalla por una educación de calidad y reconocernos como seres dignos y que trabajan y caminar juntos para construir la fraternidad y la amistad social».
Bajo la administración socialista de Nicolás Maduro, Venezuela se ha visto afectada por la violencia, la agitación política y social, con una grave escasez de alimentos y medicinas, alto desempleo, cortes de energía e hiperinflación. Más de cuatro millones de venezolanos han emigrado desde 2015.
La organización no gubernamental venezolana independiente Provea informó el 9 de marzo de 2021 que al menos 2.853 personas fueron asesinadas por las fuerzas armadas del estado en 2020.
La plataforma colaborativa Monitor de Víctimas reportó 87 ejecuciones extrajudiciales desde el 1 de junio de 2020 hasta el 22 de marzo de 2021, según un documento de junio de 2021 de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Dada la situación del país, monseñor Azuaje destacó que existe una urgente necesidad de «refundar la nación», siendo la nación «una entidad simbólica que vincula culturalmente el territorio estatal con la ciudadanía, generando la lealtad y cohesión necesarias para que el vínculo entre el Estado y la ciudadanía sea permanente y estable en el tiempo».
Ese vínculo, continuó el arzobispo, «actualmente está roto y por lo tanto debe ser refundado. Debemos recuperar una vez más las fuerzas para ser “sujetos” (individuos libres, el término filosófico), recuperar la autonomía y la libertad como ciudadanos y como nación ante la invasión político-cultural extranjera en la que nos encontramos. No puede haber libertad sin un «sujeto» que asuma ese valor», agregó.
El arzobispo Azuaje dijo que «la reconstrucción, rehacer la nación, rehabilitar la política, no se hace de la noche a la mañana, ni se hace con los mismos métodos tradicionales de años anteriores».
Afirmó que lo que se debe hacer es acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de entenderse y buscar puntos de contacto.
«El problema gravísimo de nuestro país hoy en día es que todos quieren seguir su propio camino. Caminar juntos es el camino constitutivo de la Iglesia y, podríamos decir, del pueblo», dijo el arzobispo.
Finalmente, aseguró que estamos en un tiempo de gracia, de inculturación, de escucha, de encuentro, de anuncio, de «construir puentes en lugar de muros y de hacer un nosotros mejor y más grande. Solo desde la libertad de expresarnos, escucharnos, dialogar, asesorar, juzgar y evaluar lo vivido, tomar decisiones juntos, pueden ser posibles cambios en nuestra sociedad», concluyó.
Fuente: infocatolica.com