Desde posibles mayores impuestos hasta un mercado laboral deteriorado. Los llamados «millenials» se enfrentarán durante años clave de su vida a «un Chile más pobre, más endeudado y con menor crecimiento».
«Chile va a ser un país más pobre y más desigual, de eso no hay ninguna duda», dice tajante el destacado economista Sergio Urzúa cuando le toca analizar el escenario en el que quedará el país una vez que la pandemia del covid-19 llegue a su fin. Y si bien comenta que será un «duro despertar» para todos -en especial por la suma de hechos que se dieron desde el 18 de octubre a al fecha-, afirma que será una generación en particular la que tendrá que asumir «por el resto de su vida» los costos de la crisis: la de los chilenos sub 30.
«Creo que la generación sub 30 ha tenido dos eventos que la van a marcar en forma importante y permanente», expuso en una clase magistral organizada por el ESE Business School de la Universidad de Los Andes. «Cuando hablo de la generación sub 30 estoy pensando en la que ha tenido la posibilidad de aprovechar el inmenso desarrollo del país, la que ha logrado ir a la universidad, que se ha beneficiado del aumento del bienestar, que ha visto el progreso y no el desarrollo de ese progreso, la que tuvo la posibilidad de nacer en un país de un ingreso per cápita en torno a los US$10-12 mil y que lo ha visto crecer hasta lo que es hoy (casi US$16 mil)», explicó.
«Para esa generación, lo de octubre fue un primer despertar (…). Ese evento va a significar o debió haber significado, en primer lugar, un reconocimiento de lo que realmente significan las dificultades de poder encausar el proceso de desarrollo en cualquier circunstancia. Pero ese despertar está asociado a un segundo despertar que va a ser más duro, que es el despertar luego de esta pandemia», expresó el académico de la Universidad de Maryland.
Producto de la suma de ambos eventos, Urzúa destaca que «la lógica argumental de Chile va a ser completamente distinta ahora», ya que «el despertar de octubre, que tenía implícita la esperanza de que el proceso de crecimiento se iba a mantener y que íbamos a poder resolver estas desigualdades en función del crecimiento económico, ahora está truncado».
«Lo que esta generación va a empezar a enfrentar es una pesadilla, porque la pandemia dejará un mercado laboral completamente deteriorado y que va a ser muy distinto». En ese sentido, el investigador internacional cree que la competitividad laboral tanto nacional como internacional crecerá con fuerza debido a la necesidad generalizada de conseguir empleo post covid y que «ya no bastará con un título universitario».
Hermann González, economista y ex coordinador macroeconómico del Ministerio de Hacienda, opina sobre este punto que «de todas maneras será la generación joven de hoy la que verá la situación más complicada en el futuro». Lo anterior, dado que «efectivamente va a ser más difícil para ellos entrar al mercado laboral en estos momentos y/o en los próximos 2-3 años, sobre todo considerando los requisitos de conocimiento y capacitación».
Pero más allá del tema del trabajo y el desempleo, Urzúa hace énfasis en el tema tributario: «Lo que va a ocurrir acá es que todos van a pagar más impuestos probablemente de aquí a 5 años, porque si no, no hay cómo financiar todo esto (el costo fiscal de la pandemia), es bastante evidente».
Y considerando que no ve sobre la mesa la posibilidad de reducir el gasto fiscal a través de recortes en programas sociales, el economista insiste: «La única opción para poder hacerse cargo del mayor gasto social en un país que además va a crecer menos, es tener más impuestos».
Por lo tanto, visualiza, «si yo tengo 25 años y estoy entrando a trabajar hoy día, lo que esta situación ha significado es que durante los próximos 40 años voy a tener que pagar más impuestos. Si yo hoy tengo 55 años, y me quedan 10 años de vida laboral, probablemente pagaré más impuestos por sólo 5 años. O sea, esta generación -sub 30- va a tener que pagar más impuestos toda su vida para efectos de hacerse cargo de lo que ha significado el mayor gasto público después de octubre y a propósito de la pandemia».
En esa línea, Jeannette von Wolfersdorff, directora ejecutiva de la Fundación Observatorio Fiscal, coincide con que «la generación de los millenials para abajo es la que finalmente va a tener que reparar la deuda que hoy día asumimos» y, por eso mismo, enfatizó en EmolTV, «las medidas que hoy se tomen deberían ser en base a sus estándares, porque son medidas para preparar la economía de esas generaciones».
De cara a las palabras del ministro de Hacienda, Ignacio Briones, quien ha recalcado que la prioridad es la reactivación, la ex directora de la Bolsa de Santiago considera que las bases de una futura discusión tributaria deberían abordarse este año: «Pienso que la pregunta quién aporta cuánto es una pregunta estratégica a analizar este 2020, porque una vez que salgamos de esta pandemia vamos a darnos cuenta que la economía está aún más concentrada y va a ser aún más difícil hacer una negociación».
¿Mayores impuestos a las personas?
Para Urzúa no hay muchas alternativas para dar solución a lo que será «un Chile más pobre, con menos posibilidades de crecimiento, más endeudado y más desigual». Es más, comenta que la subida de impuestos «es una situación inevitable y creo que es importante que la generación sub 30, sub 35 se empiece a dar cuenta de lo que va a significar para ellos vivir en un país así».
El planteamiento tributario del economista de Clapes UC se asemeja al expuesto por el ex presidente del Banco Central, Rodrigo Vergara, quien dijo a fines de junio en entrevista con El Mercurio que para poder cumplir con la agenda social acordada tras el 18-O «una vez que pase la pandemia y la economía se recupere, necesitaremos ingresos permanentes para sumar gastos permanentes y más temprano que tarde tendrá que aumentarse la carga tributaria en Chile».
Sin embargo, Vergara también hizo hincapié en que «los últimos tres gobiernos han tenido reformas tributarias y es bueno que este país tenga un descanso tributario, ojalá esta discusión pueda postergarse algunos años». Dicha visión -y preocupación- es compartida por Hermann González.
«Llevamos muchos años discutiendo reformas tributarias y probablemente venga de nuevo esa discusión, y esa discusión afecta al crecimiento», comenta a Emol y profundiza: «Me preocupa que la respuesta fácil a todo esto sea simplemente ‘subir impuestos’, porque eso puede terminar afectando más al crecimiento económico».
«Las inversiones de largo plazo requieren tener las reglas del juego claras y además vamos a estar en medio de un debate constitucional, entonces creo que para atenuar los efectos de esta crisis lo que necesitamos es crecer, porque el crecimiento es la fuente básica de generación de ingresos fiscales y de empleo y, por lo tanto, primero necesitamos crecimiento para salir de esta crisis y luego tenemos que discutir cómo retomar el crecimiento de largo plazo», enfatiza el ex jefe de asesores de Felipe Larraín.
En ese sentido, recuerda que la reforma tributaria de 2014 apuntaba a recaudar 3 puntos del PIB y, para ello, se aumentó la carga tributaria de las empresas de 20 a 27%. Sin embargo, el crecimiento promedio de la economía fue inferior a 2% en los cuatro años después de la reforma y la recaudación no subió. Entonces, dice, «a mí me complica que volvamos a caer en esa discusión de nuevo cuatro años y perdamos de vista lo que debería ser prioridad: el crecimiento».
– Hay bastante consenso de que no hay espacio para subir más la carga corporativa, entonces ¿dónde subiría impuestos? ¿a las personas?
«Efectivamente por el lado de las empresas no hay espacio, pero sí lo hay probablemente por el lado de las exenciones. Desde el punto de vista numérico hace mucho sentido subir el impuesto a las personas, pero desde el punto de vista social y político es muy difícil, o sea ¿cómo haces compatible subir la carga de las personas con la inestabilidad que tenemos en Chile?. Creo que el argumento es correcto desde el punto de vista teórico, en el sentido de que en Chile las personas pagan pocos impuestos, pero me parece francamente muy poco realista».
«Entonces, hay que ver de dónde sacar más recaudación. Se ha hablado del impuesto a los males como la contaminación, el alcohol, el tabaco, etc. En mi opinión se tiene que pensar en cómo reducimos la evasión tributaria en Chile que todavía es muy alta, en cómo eliminamos exenciones y cómo, principalmente, hacemos que el país crezca. Yo creo que con eso, podemos tener mayor recaudación tributaria, entregar mejores servicios públicos, modernizar el Estado y, después, ver cómo mejoramos la eficiencia del sector público en materia de gasto y de recaudación».
Así, si bien González también opina que será la generación joven de hoy -que está recién entrando al mercado laboral- la que se enfrentará por más tiempo a las duras consecuencias de la crisis, también ve improbable -por ahora- un alza en los impuestos personales para enfrentar el déficit fiscal.
Y a modo de alternativa, comenta que «hoy día tenemos una evasión del IVA de 20%, los países desarrollados tienen la mitad de evasión que la que tiene Chile. Yo salí en enero de Hacienda y no tenemos idea de cuánta es la evasión del impuesto a la renta, no hay un número, no existe. Eso se tiene que medir, bajarla, y con eso hay formas de financiamiento, junto con el crecimiento, que no requieren necesariamente subir las tasas. Sobre todo, considerando que ya sabemos que la subida de tasas de impuestos no necesariamente genera más recaudación».
Fuente: Emol.com