Rodrigo Barcia: La vida después del Coronavirus y la miopía intelectual

La lógica económica es contraintuitiva, pero no es difícil de entender. Ella trabaja con los incentivos. Pues bien, es esta precisamente la lógica que vienen ignorado nuestros intelectuales y la clase política hace años.

La micro y la macroeconomía operan de una forma poco intuitiva, pero bastante lógica. Los precios reflejan el costo marginal de los bienes en una economía perfecta, pero como ello no es posible, lo que se busca es que los precios se acerquen lo más posible al costo marginal y al precio de equilibrio. La regulación en un sistema liberal busca operar sobre las fallas de mercado. Lo que se busca es evitar dichas fallas, y acercar el mercado real lo más posible al mercado perfecto.

Esto es lo que ha generado la producción en masa, y ha permitido que gran parte de nuestra población salga de la pobreza e ingrese a una incipiente clase media. Por ejemplo, si hay una colusión de precios, la autoridad del Libre Competencia (en nuestro caso la Fiscalía Nacional Económica y los Tribunales de Libre Competencia, más la Corte Suprema) debe aplicar una sanción que haga que en el futuro se desincentiven estos acuerdos. No se trata que, simplemente, el infractor restituya lo obtenido de forma ilegal, porque eso no generará los incentivos para evitar que se formen carteles en el futuro. Imagínese que el cartelista obtuvo de ganancia  500 millones de pesos, y que los debe restituir. Los futuros cartelistas pueden apostar a que ellos no serán descubiertos, y, de serlo, sólo tendrán que restituir el denominado “precio del botín”. Pero el cartelista piensa además que hasta que sea descubierto podría obtener una rentabilidad anual del botín, que podría retener. Naturalmente esta cifra debe ser considerada en la sentencia que condena el cartel; de lo contrario, se estarán creando los incentivos para que los productores se coludan en un mercado, como el chileno, que está altamente concentrado.

Como usted podrá apreciar, la lógica económica es contraintuitiva, pero no es difícil de entender. Ella trabaja con los incentivos. Pues bien, es esta precisamente la lógica que vienen ignorado nuestros intelectuales y la clase política hace años. Ello las ha llevado a tomar decisiones populistas. Así se han promulgado leyes que han puesto topes al máximo de interés (lo que ha llevado a la creación de mafias de prestamistas), se permite la huelga indefinida (lo que ha afectado la inversión y ha generado que empresas se vayan de Chile), se han aumentado los impuestos (destruyendo la inversión futura y no mejorándose la eficiencia en la distribución de recursos por parte del Estado), se ha generado una sobre regulación medioambiental (lo que ha aumentado los costos de la inversión, llevando a desechar muchos proyectos), etc. Naturalmente ello ha hecho que la economía prácticamente no crezca durante casi 6 años. Y ello no se ha traducido en un ajuste de lo macro, es más, el país sigue gastando como si su realidad económica fuese la misma.

En los dos últimos gobiernos se ha abierto generosamente la billetera fiscal, y frente a la gran torpeza que ha significado la lectura del 18 de octubre, se ha aumentado más el gasto público. Y eso ha llevado a descompensar el equilibrio de nuestras cuentas internas y externas. En este escenario hoy tenemos una crisis internacional. Es verdad que no es una crisis que provenga de la economía, pero no es menos cierto que crisis económicas las habrá siempre, por tanto, esto era absolutamente previsible. La gran diferencia de hoy con las crisis anteriores es que la clase política anteriormente había respetado a los expertos en economía, y las políticas sociales se aplicaban conforme a la fuerza económica del país. A ello se suma el que producto de la falta de participación de los ciudadanos en políticas, los partidos políticos hace tiempo que están haciendo una mala distribución del gasto social. La falta de participación ciudadana ha hecho que la corrupción en los partidos aumente fuertemente, lo que naturalmente incide en la calidad de la distribución de recursos por parte del estado. Ello ha aumentado el desprestigio de la clase política; pero además ha habido miopía.

Hoy hay políticos e intelectuales, que creen que su forma de pensar se impone sobre el pensamiento económico. El problema es que estos intelectuales y políticos están a punto de hundir la economía y al país con ello. Tal vez los intelectuales son los más peligrosos porque producto de sus modelos de pensamiento no validados, o incluso fracasados, dan la equivocada idea a los ciudadanos que saben de lo que hablan. La verdad es que su pensamiento complejo y su sobre ideologización, les impide ver lo simple y evidente: La economía es la herramienta que nos permite mejorar la creación de riqueza y las políticas distributivas.

Fuente: ellibero.cl