Tan solo en 2017 el número de venezolanos que ingresó a Chile experimentó un incremento de 218%, y sus ciudadanos se convirtieron en la tercera comunidad de migrantes en el país. El saldo migratorio de 2018 no será muy distinto: en lo que va del año, alrededor de 100.000 venezolanos habrían llegado a Chile para quedarse. Su éxodo afecta a toda la región y la necesidad de implementar estrategias regionales se intensifica en la medida en que no hay evidencia de que el desplazamiento vaya a cesar.
“Son personas que están saliendo con medios de vida agotados, en condiciones socioeconómicas bastante precarias y con características de salud y de seguridad alimenticia bastante preocupantes. Tenemos casos de desnutrición, de personas con enfermedades fácilmente curables con medicinas, pero que ya están en situación crónica y de personas que tienen enfermedades como cáncer que necesitan tratamiento y no lo pueden tener”, explica Betilde Muñoz-Pogossian, directora del Departamento de Inclusión Social de la Organización de Estados Americanos (OEA), quien visitó Chile para dar a conocer las gestiones del Grupo de Trabajo para abordar la Crisis Regional de Migrantes y Refugiados Venezolanos.
Los países no estaban preparados para manejar las cantidades de venezolanos que están llegando. Los atienden porque en la región predomina el sentido de solidaridad, pero también es entendible la preocupación en conseguir apoyos y fondos multilaterales”.
Durante su estancia, Muñoz-Pogossian se reunió con el Director de Política Consular de la Cancillería, con representantes de la Secretaría General de la Presidencia y del Departamento de Extranjería y Migración del Ministerio del Interior. Por un lado, para hablarles de su labor y, por el otro, para recibir información sobre las opciones de regularización que ofrece el Gobierno chileno y escuchar recomendaciones sobre cuál podría ser el rol de la OEA en el manejo regional de este flujo migratorio, que suma ya a 2,3 millones de venezolanos, de acuerdo con la Organización de Naciones Unidas.
El mandato que tenemos como Grupo de Trabajo es atender la manifestación externa de la crisis social, económica, política y humanitaria que hay en Venezuela”.
El Departamento de Inclusión Social de la OEA, señala Muñoz-Pogossian, tiene el mandato específico de trabajar en materia de migración y de refugio, en colaboración con Acnur, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Cruz Roja, entre otras agencias. Afirma la cientista política que han identificado tres olas migratorias salidas desde Venezuela: en el 2000, en 2015 y la de 2017-2018. En esta última se incluyó Sudamérica como destino, con llegadas importantes a Perú, Ecuador, Chile, Argentina, Colombia y Brasil.
Sería precisamente esta última la ola más preocupante “por la cantidad de personas que se juntó en un período corto de tiempo”.
-¿Cuál ha sido el aporte de la OEA en la gestión de la crisis migratoria venezolana?
-Además del mandato de trabajo como Directora de Inclusión Social, a principios de septiembre, el secretario general Luis Almagro constituyó el Grupo de Trabajo, nombró a David Smolansky, ex alcalde venezolano, como coordinador, y a mí como co-coordinadora. Estamos trabajando en producir un informe que evalúe la escala completa de la migración de venezolanos y también de quienes están en condición de refugiados, sus necesidades, cómo los reciben, las necesidades de los países receptores, para ver cómo podemos ayudar. El segundo mandato es de recaudar fondos para ayudar en la atención de la crisis.
80% de los que postularon a la Visa de Responsabilidad Democrática son profesionales. El venezolano está siendo proactivo en querer integrarse en la sociedad chilena”.
-¿Y cómo evalúa el rol que ha tenido la OEA en las denuncias al gobierno venezolano?
–El Secretario General Almagro ha sido la voz cantante en el llamado a redemocratizar Venezuela y el llamado a restaurar el goce de Derechos Humanos. Él mismo lideró el proceso de recolección de la información que fue remitida a La Haya para la demanda ante la Corte Penal Internacional, formalizada por siete países, incluido Chile. El mandato que tenemos como Grupo de Trabajo es atender la manifestación externa de la crisis social, económica, política y humanitaria que hay en Venezuela.
-¿La crisis de los migrantes venezolanos tomó por sorpresa a la región?
-No sé si sorpresa, de algún modo todos avizoraban que esto vendría, pero el aumento de los números fue vertiginoso. Los países no estaban preparados, pienso yo, para manejar las cantidades de venezolanos que están llegando.Los atienden porque en la región predomina el sentido de solidaridad, perotambién es entendible la preocupación en conseguir apoyos, ayudas financieras y fondos multilaterales. Es mucho para manejar.
“Mientras no se resuelva la causa del éxodo, el éxodo va a continuar”
-Dentro de Venezuela no se ve que se estén tomando medidas para que la crisis termine, es decir, ¿este fenómeno va a continuar o aumentar?
-La evidencia empírica de los sistemas migratorios que se han estudiado en el pasado dice que es muy probable que este flujo de venezolanos saliendo continúe por dos razones principales: la primera, que nos lo decían en la Cancillería, es que se trata de sistemas de reunificación familiar. Esa gente que está afuera va a mandar a buscar a su familia. Eso está estudiado, es así y va a ocurrir. La segunda razón es que, suponiendo que se restablezca alguna normalidad social, económica y política en Venezuela, o se tomen unas primeras medidas, igualmente va a tomar un tiempo hasta que la normalidad sea una realidad para el día a día de los venezolanos. Mientras no se resuelva la causa del éxodo, el éxodo va a continuar; por eso debemos resolver cómo ayudamos a los países receptores a garantizar cada vez más y mejor las necesidades de protección de los venezolanos: jurídicas, de alimentación, de salud, escuelas para los niños migrantes.
-¿Cómo avanzan en lograr ese tipo de protección?
-Lo primero es producir el informe que identifique concretamente cuáles son las necesidades y las opciones de solución. Desde la OEA somos el foro privilegiado para el diálogo político, es decir, para acordar consensos de las medidas que se pueden tomar. La idea es utilizar ese espacio que provee la OEA para eso. Estamos muy cerca de tener las condiciones para declarar una crisis regional de refugiados, eso permitiría activar protocolos jurídicos de regularización y disponer de financiamiento para atender estas situaciones mucho más efectivamente.
Existe un marco jurídico en la región para considerar a los venezolanos como refugiados si así soberanamente lo deciden los países, pero esa es una discusión que hay que tener”.
-¿Qué falta para que estén esas condiciones?
-Esa es una decisión soberana de los países y tenemos que ser muy respetuosos de que cada país maneje la llegada de venezolanos, según su legislación y las decisiones soberanas que quieran tomar. Lo que nosotros podemos hacer desde la OEA es propiciar esa conversación. Tenemos un espacio natural que es la Comisión de Asuntos Migratorios y el Consejo Permanente de Embajadores que esperamos pueda recibir este informe que estamos preparando desde el grupo de trabajo.
-¿El tema de si los venezolanos califican o no como refugiados también es tema de debate, al tratarse de una crisis tan generalizada?
-Cada país tiene su ordenamiento jurídico y tenemos que ser respetuosos de cómo han decidido organizar las opciones de regularización de los extranjeros que llegan a sus tierras. En el tema de refugiados tenemos la Convención de 1951 que ofrece una definición concreta: una persona que es perseguida por razones políticas, religiosas, de raza, que necesita protección y que sabe que si vuelve, su vida corre peligro. En 1984 los países de América Latina, incluyendo aquellos en los que están llegando la mayoría de los venezolanos, acordaron la Declaración de Cartagena, allí se hace una conceptualización expandida del término de refugiado, que dice que también puede ser aquel cuyas condiciones de vida y derechos han sido vulnerados en otras dimensiones por estar en un país con un Estado fallido, donde hay una disrupción del orden público a causa del Estado. Es decir que, al menos, existe un marco jurídico en la región para considerar a los venezolanos como refugiados si así soberanamente lo deciden los países, pero esa es una discusión que hay que tener.
“El sur de América está dando mejores opciones de regularización”
Hace una semana la OIM entregó en Talca los resultados de la Matriz de Seguimiento de Desplazamiento de Venezolanos. Ya allí se mostraba que se trata de una migración que viaja en grupo familiar o con la intención de reunificarse. Se encontró que 63% son profesionales y que la mayor parte de los encuestados salió desde Caracas. Respecto a su condición migratoria, un 44% de los venezolanos disponía de Visa de Turista al momento de la encuesta, un 11% de Visa de Trabajo y un 2% de Visa de Responsabilidad Democrática. Un 16% no tenía un estatus migratorio regular y un 26%, declaró poseer otra situación migratoria, como visas en trámite.
-¿Cuál es el diagnóstico que hacen de los venezolanos migrantes en Chile?
-El Gobierno de Chile ha elaborado un perfil y estamos hablando de venezolanos que, en su mayoría, son personas profesionales y capacitadas en edad de trabajar. 80% de los que postularon a la Visa de Responsabilidad Democrática son profesionales. El venezolano está siendo proactivo en querer integrarse en la sociedad chilena, buscan cómo conectar y hacerse parte. También se habla de los sistemas de reunificación familiar. Las probabilidades de que sean ciudadanos contribuyentes en Chile aumentan y eso es positivo.
-¿En función de qué los venezolanos están decidiendo en qué país se van a quedar?
-Depende de dónde tengan familia y amigos. Para ellos es clave tener un apoyo en un país nuevo. También sabemos que se están concentrando en Perú porque es uno de los países que tiene las economías más activas y saben que va a haber opciones de inclusión laboral. El sur de América está dando mejores opciones de regularización. Ya de por sí ser migrante los expone a una situación vulnerable y vivir en las sombras lo hace aún más riesgoso. Esa es otra cosa que hemos documentado: los venezolanos quieren trabajar, contribuir y poder ayudar a sus familias. En los países en dónde están llegando y en Venezuela también.