Han pasado 59 días desde que el Presidente Sebastián Piñera aceptó la renuncia de Mauricio Rojas de su cargo como ministro de las Culturas. En ese período se reintegró a sus funciones académicas: continúa como director de la cátedra Adam Smith de la Universidad del Desarrollo, y como senior fellow de la Fundación para el Progreso; pero, quizás lo más importante para él, es que escribió el libro “94 horas, crónica de una infamia”, que cuenta con prólogo de Mario Vargas Llosa.
La presentación se hizo a casa llena. Alrededor de 450 personas acudieron al Hotel Ritz Carlton para escuchar, de primera mano, qué sucedió durante el escaso fin de semana en el que fue partícipe del gabinete. “Yo me la busqué”, “yo no me voy a quedar callado”, “esto recién comienza”, son apenas algunas de las frases que soltó el autor durante su discurso de 45 minutos. Tiempo que le fue suficiente para agradecer los apoyos recibidos, mencionar con nombre y apellido a quienes lo “calumniaron” y “vilipendiaron” y, también, para pedir perdón a quienes ofendió con sus dichos sobre el Museo de la Memoria, no sin dejar de aclarar que tales declaraciones fueron sacadas de contexto. “Yo mismo las critico. Creo que fueron exageradas y desmedidas, pero de ninguna manera se refieren a lo que después las van a convertir”, subrayó.
En su exposición, Rojas se paseó por los capítulos clave que dan forma al texto publicado por Ediciones El Líbero. “En 24 horas me transformé en un negacionista de las violaciones a los Derechos Humanos. En un ser tan despreciable como los que niegan el Holocausto; en un impostor, fascista, racista, agente de la CNI. Es difícil acumular tanto improperio en tan poco tiempo”, dijo sobre lo que experimentó durante el sábado 11 y el domingo 12 de agosto.
Se remontó al origen cronológico de los hechos y señaló a La Tercera como responsable, por la difusión de la nota La conversión de Mauricio Rojas. “En la nota publicada el 11 de agosto a las 7:00 am no se dice que mis palabras provienen del libro ‘Diálogo de conversos’. Se hace parecer que fueron las primeras declaraciones mías como ministro. El diario advirtió su imprudencia y corrigió a las 2:30 pm, haciendo esta salvedad, pero no reconoce que el artículo tuvo una corrección”, comienza su defensa. “La cita allí reproducida es una cita mutilada. Como si no pudieran ir a la página 80 de ‘Diálogo de conversos’ y citar entero”. Insiste en que se trató de palabras sacadas de contexto. Señala que en el libro publicado en 2015 lo alusivo al Museo de la Memoria comienza con una declaración que dice que no se critica a la institución por lo que exhibe sino por lo que calla. “Ese es un libro que condena toda dictadura y toda violación de los DD.HH.”.
“El Partido Comunista actúa como una máquina para difundir mentiras”
El ex ministro dedicó tiempo a señalar a quienes lo acusaron de negacionista, comenzando por el Partido Comunista, aunque también se refirió a Heraldo Muñoz (PPD), José Miguel Insulza (PS), Francisco Vidal (PPD), Álvaro Elizalde (PS) y Andrés Pascal Allende (ex secretario general del MIR), entre otros.
“El Partido Comunista actúa como una máquina para difundir mentiras y destruir a personas que se oponen a lo que ellos piensan”. Rechazó que quienes lo cuestionaron se hayan sumado a las críticas sin realizar mayores investigaciones. En opinión de Rojas, durante ese fin de semana se construyeron dos matrices de opinión: el sábado se forjó la de negacionista y el domingo la de impostor. Se detuvo especialmente en este punto y en lo declarado por Pascal Allende quien señaló que él nunca había sido militante del MIR. Al respecto dijo que militó allí entre 1967 y 1969. “Una segunda acusación, que golpea mucho, fue decir que yo era un mal hijo, que yo había tratado mal a mi madre”. Rojas aseveró que nunca dejó de verla, que si Juana Luz Mullor Guzmán se asiló en Suecia en 1976 fue gracias a sus gestiones ya que él residía allí desde 1974, y que falleció en ese país de cáncer linfático en su compañía.
Para el domingo 12 de agosto, Rojas asegura ya había notado una “maquinaria en marcha” con los medios de comunicación fuera de su casa. Ese mismo día llegó a la conclusión de que debía renunciar: “Mi presencia como ministro era contraproducente. Los gobiernos tienen que poder gobernar. El ministerio tiene que poder funcionar y, objetivamente, eso para mí iba a ser imposible. Uno no puede personalizar la política, no se puede interponer a la función de un ministerio. La renuncia fue una cuestión evidente. Uno no quiere ser un problema para el gobierno”.
Asegura que mientras todo esto ocurría dentro del gobierno había “solidaridad, consternación y un respeto muy genuino”. Aunque ante la pregunta de si hubo “fuego amigo”, no deja de mencionar a Evópoli y la declaración que emitieron por la tarde del domingo 12 de agosto en la que rechazaron lo escrito en “Diálogo de Conversos”. “Duele mucho porque viene de personas que te conocen”.
Sin embargo, no se victimiza: “Vengo a denunciar, no a hacerme la víctima. Mi ánimo es poner en claro, lo que estas máquinas de mentir pueden significar”.
Rojas además fue reiterativo en mencionar los peligros que ataques como estos tienen para la democracia: “¿Hasta dónde se puede llegar cuando se abren las compuertas de la bajeza? Estos son los mecanismos que han llevado a la destrucción del ser humano, a su deshuminazación y demonización; y así únicamente se los priva de los mismos derechos que esas personas dicen que defienden”.
“El odio profundo hacia los conversos”.
Para concluir el académico resumió los cinco elementos que a su juicio se combinaron para desencadenar su salida de la cartera de Cultura: ser prácticamente desconocido en Chile; el dolor de la rabia, el oportunismo político, las redes sociales de las que dijo “son máquinas de destrucción de la dignidad humana” y “el odio profundo hacia los conversos”.
El segundo punto lo aprovechó para hacer un mea culpa: “Hubo gente que vivió violaciones a los DD.HH. y están en todo el derecho de tener rabia y buscar una reivindicación. Cuando esas personas vieron mis palabras, mutiladas y sacadas de contexto, por supuesto que sintieron rabia. Los entiendo y no los culpo. Yo les pido perdón sinceramente”.
Al evento asistieron personalidades como Luis Larraín, Director Ejecutivo de Libertad y Desarrollo; Nicolás Ibáñez, presidente de la Fundación para el Progreso, y el ex diputado Rojo Edwards (ex militante RN).
“Yo creo que es muy bueno que haya mencionado a los culpables porque, como dijo él, esto no es una victimización, sino una denuncia y las denuncias se hacen con nombre y apellido”, opinó Larraín sobre la presentación. Mientras que Edwards señaló: “Espero que le vaya lo mejor posible en el resto de lo que haga Mauricio Rojas. Yo centraría la discusión en base a la denuncia que él hace sobre situaciones concretas que él está demostrando de manera clara, con citas concretas y con personas que están detrás de las declaraciones”.