«Lo que no quiero más es tener a altos personeros de nuestras Relaciones Exteriores dedicados a Bolivia», sostiene el exmandatario, poniendo énfasis en que el fallo de La Haya que rechazó la demanda boliviana en contra de Chile permitirá a las autoridades del país dar prioridad a una nueva agenda internacional.
Cuando faltaban pocos minutos para las 10 de la mañana del lunes 1, el expresidente Ricardo Lagos Escobar se retiró de su oficina y bajó hasta el primer piso de la Fundación Democracia y Desarrollo, ubicada en Providencia.
Acompañado de dos de sus asesores, el exmandatario encendió la televisión y escuchó con atención la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya ante la demanda marítima que el 2013 interpuso Bolivia. “Como un campeonato de fútbol alguien podría decir que fue un 8-0, porque les rechazaron todos los argumentos”, señala.
Se podría decir que el Presidente Evo Morales ha terminado siendo un mal perdedor. Ha dicho que la Corte de La Haya se parcializó con Chile, ha sido crítico justo en un momento en que el fallo abre una nueva etapa de relación con Bolivia. ¿Cómo se debe continuar la relación entre ambos países?
Hagamos una lectura adecuada del fallo. Esto no es solo resolver un conflicto entre Chile y Bolivia es un alegato al mundo de que se puede conversar y no porque usted conversa crea derechos. Usted conversa para llegar a acuerdos y, normalmente, en el ámbito internacional se conversa -en lo que llaman en la jerga de acuerdos comerciales- single undertaking, o sea, todo lo que yo ponga en la mesa, mientras no haya un solo acuerdo final no vale. El fallo, a mi juicio, es una obra adecuada para la capacidad de seguir conversando, porque si hace una negociación para resolver algo, de cualquier naturaleza, y basta entrar a negociar para crear derechos, entonces quiere decir que está prohibido conversar. Por lo tanto, lo primero que yo diría es que la corte hizo este fallo pensando en cómo mantener el diálogo internacional, y eso me parece muy importante; segundo, y respecto del caso concreto, lo que está diciendo es ‘señores, vuelvan a conversar’, y para conversar se requieren dos.
¿Y cómo visualiza que se debe continuar la conversación con Bolivia?, ¿de inmediato?
No, si usted dice estoy listo para reiniciar las conversaciones y del otro lado no pasa nada. Bueno, el Presidente (Sebastián Piñera) ahora va a Europa, podrá decir que este fallo tiene la importancia de que es una señal muy potente para la comunidad internacional y de paso decir: ‘Nosotros estamos listos para seguir conversando, nosotros no nos paramos de la mesa’, pero habrá que ver lo que hace la contraparte, pero yo no haría nada más.
¿Quién tiene que dar el primer paso?
Pero si no es primer paso, si es muy simple, se resolvió el tema.
Pero usted dice que hay que iniciar un nuevo ciclo de conversaciones, ¿Bolivia es el llamado a dar un primer paso?
No, si yo ya di (el primer paso). ‘Mire, señor, volvemos a donde estábamos antes, estábamos sentados en una mesa negociando, bueno, volvámonos a sentar a la mesa negociando’.
Pero para eso Chile tiene que llamar a una negociación y sentarse…
No, pero ¿por qué?, si la negociación se interrumpió, yo ofrezco sentarme donde usted se paró, usted se fue y yo me quedé sentado.
Entonces, ¿cómo se retoman esas conversaciones?
Lo más fácil es iniciar relaciones diplomáticas, es decir, demos vuelta la página, pero ellos se pararon hace mucho tiempo y decidieron romper relaciones diplomáticas. Ahora, si no se quieren relaciones, bueno, díganme ustedes, ‘yo estoy listo con una reunión de los presidentes, de los cancilleres, de personas que usted designe especialmente’.
¿Y a usted le parece que Evo Morales es un interlocutor válido en estas conversaciones o hay que esperar, como han sugerido algunos?
Quién es uno para decir quién es interlocutor de la otra parte. No. Que el tema lo arreglen los bolivianos. Yo no voy a decir quién es válido o quién no es válido. Constato nada más que respecto del Presidente Morales no ha habido nadie en la historia de Bolivia que haya gobernado más tiempo, que tenga un control tan férreo de los distintos poderes del Estado y, por lo tanto, para un acuerdo es importante tener a alguien que tenga mando.
¿A usted le parece que Evo Morales es un interlocutor más válido por eso?
No. Es muy claro lo que digo: ese es un tema que lo resuelven los bolivianos. Ahora, es mejor negociar con alguien con poder que con alguien sin poder.
¿Usted cree que no se ha debilitado Evo Morales por el mismo fallo?
Si lo eligen Presidente, hay que negociar con él, pero este es un tema boliviano. Yo me olvidaría de seguir hablando de Bolivia. Quisiera que la Cancillería hable de otras cosas. Ese es mi punto de vista. Chile tiene temas más importantes. El que tiene el problema es Bolivia: Chile anda feliz por la vida. Entonces, qué tanto: me parece bien dedicarle tiempo. Yo le dediqué mucho tiempo, pero ahora ¿qué sentido tiene si él se reelige, si no se reelige?
¿Cree que es conveniente esperar los resultados electorales de Bolivia para iniciar un diálogo?
Si ellos quieren iniciar el diálogo y él (Evo Morales) aún es Presidente, con él hay que conversar. No se puede andar calificando a los presidentes según el gusto. Otra cosa es que se le diga que la forma en que se ha referido a Chile es inadecuada, y eso está bien. Pero ganamos, no nos preocupemos de esas pequeñeces. Lo que no quiero más es tener a altos personeros de nuestras Relaciones Exteriores dedicados a Bolivia.
De la agenda internacional, más inmediata, de Chile, usted dice que desaparezca el tema Chile-Bolivia…
Claro, tenemos temas mucho más importantes.
¿Qué tema a usted le parece más importante?
Qué cosas parecen… ¿le parece poco a usted cómo está el mundo? La guerra comercial China-Estados Unidos, y nos está afectando ya.
Sin embargo, la causa boliviana causa simpatía, y usted mismo dice que en el mundo se le preguntaba a Chile por esto, ¿tras el fallo, toda esta carga desaparece?
Van a seguir preguntando en el mundo… ‘¿Por qué no me pone al día? ¿Ha vuelto a conversar con Bolivia?’. Hicimos un ofrecimiento, pero haga lo que haga no va a modificar eso. Ésa es mi percepción. Por lo tanto, lo lógico es buscar una solución de otra forma.
Usted ha ocupado una palabra, que hay que ser “generosos” en una conversación con Bolivia…
Ah, eso es otra cosa.
Ha planteado que a un socio le tiene que ir bien, ¿a qué se refiere exactamente?
¿No fue generoso Chile cuando dijo: sin costo tiene acceso a los puertos chilenos? Ésa es la generosidad de Chile: a perpetuidad, le damos derecho a perpetuidad, por cualquier de nuestros puertos. Ellos, si quieres, pueden exportar por Punta Arenas. Entonces, ésa es la generosidad que yo digo.
¿Y usted cree que se puede ser igual de generoso ahora después del fallo de La Haya? ¿Están las condiciones?
Es más difícil, porque palabras sacan palabras, ¿verdad? Pero es que esa generosidad reditúa para Chile enormemente. Usted cambia la relación geopolítica en el cono sur: es pensar de otra manera.
¿A usted le parece que ha habido triunfalismo en Chile post fallo, como algunos han insinuado…?
No diría tanto triunfalismo o satisfacción. Alexis Sánchez metió goles y, más menos, es eso, ¿verdad? Pero, claro, al final como que había cierta preocupación en el país sobre qué iba a pasar. Y como fue tan contundente.
Hay ciertas voces en la oposición que llaman a tener cuidado para no aparecer celebrando un triunfo que puede afectar al pueblo boliviano… ¿usted cree que hay que tener cierta austeridad?
Mire, cuando se está en política, se gana y se pierde mucho, muchas veces. Entonces, cuando usted gana, debe tener cierta modestia, ¿verdad? No fanfarronear más. Y cuando pierde, mejor que usted se consuele y se lama sus heridas tranquilo, sin llorar mucho, porque también hay que tener un poquito de dignidad. Y aquí es lo mismo. Entonces, esta suerte de forma de referirse al fallo y toda esta cosa, que ha tenido Bolivia, yo miraría para el techo. Que se desahogue, está bien. Pero no le demos bola: no reaccionemos a eso. Porque entonces se mantiene el tema Chile-Bolivia, y lo que yo quiero es que desaparezca el tema Chile-Bolivia, en el sentido de que no es un tema que nos quite un sueño. Tenemos la tranquilidad, se ha reconocido nuestro derecho, seguimos tranquilo por la vida.
“La alegría llegó: ahora puede soñar el país que quiere y nadie se lo puede impedir”
¿Le gusta que el Presidente Piñera conmemore en La Moneda el Plebiscito del 5 de octubre de 1988?
Me sorprende, quién soy yo para decir me gusta o no. Me sorprende que lo va a celebrar con una gran mayoría que votó Sí. Y creo que esto es muy parecido a lo que pasa entre los O’higginistas y los Carrerinos. Todavía no se ponen de acuerdo. La dictadura fue un parteaguas muy profundo en la historia de Chile. No conozco otro, por supuesto, porque ni siquiera pasó con la independencia. Entonces qué fue el Sí y el No, vota Sí el que quiere que Pinochet siga ocho años más. Sabíamos lo que era. Entonces, yo estimo a Hernán Larraín, pero cuando dijo que votó por el Sí porque le tenía miedo al caos. ¿Pero cómo ante el caos? ¿iban a haber más torturas? Íbamos a tener inflación, a lo mejor, porque no sabíamos manejar la economía. Está bien, no sé manejar la economía ¿pero qué querían: que siguieran torturados, que siguieran desaparecidos? No lo entiendo.
En el oficialismo ahora incluso dicen que qué bueno que ganó el No o que ahora, en retrospectiva, habrían votado por el No.
Está bien. Cuando cambian las circunstancias yo tengo que cambiar mis ideas. Cuando me dicen que hicieron una encuesta en que el 70% habría votado No, bueno me sorprendió mucho el 30% ¿Qué quiere que le diga? ¡Un tercio de este país quiere volver a una dictadura y torturen y hagan todo eso! O sea no nos confundamos: no es lo mismo. No estamos haciendo un acuerdo tributario. Entiendo la necesidad del Presidente de convocar y estar por encima de las peleas internas y partidarias, y en eso aplaudo la intención, aplaudí cuando dijo quiero hacer grandes acuerdos en esto y aquello. Pero esto otro… Yo no quiero mantener las heridas abiertas, no, quiero que se cierren rápido. Entonces a lo mejor a veces la discreción es más importante.
En estos 30 años se reeditó también la discusión acerca si a Pinochet se le derrotó con un lápiz y un papel y cuánto contribuyó la lucha armada promovida por el PC. ¿Hay también victoriosos y derrotados en la izquierda?
Cuando hay un régimen dictatorial, es inevitable este debate. Lo voy a derrotar a lo Ghandi o a la fuerza. Cuando a uno le hacían la pregunta: “¿Usted ha visto a un dictador que se va porque pierde un plebiscito?”. Costaba responder, pero más importante, sin duda, que para llegar a esa conclusión teníamos que tragarnos la constitución de Pinochet, y eso fue un tema muy doloroso, muy desgarrador. Pero cuando usted pone en una balanza lo uno y lo otro… Una vez en Renca haciendo campaña comenzaron a gritar unos jóvenes “inscripción, traición” y quedamos en una reunión, ahí yo dije que esta estrategia nuestra requiere coraje, el coraje de que usted se atreva a decir que no, inscribirse en los registros electorales y firmar por un partido. No es una traición a nada. Claro que al inscribirse está reconociendo la función de Pinochet, es obvio. Pero sabe que más, cuando un carabinero le pasa un parte por exceso de velocidad también lo hace bajo una argamasa jurídica que comienza en la Constitución de Pinochet. Y yo a eso tengo que pagar el parte, porque o si no, no puedo seguir andando en auto. Al PC no les gusta cuando se dice con un lápiz y un papel, pero reconozco que detrás de eso hay un proceso de movilización, si fueron 16 años largos en que se fue haciendo de a poquito. Pero hubo una tesis política que se impuso al final.
¿Y llegó la alegría?
Cuando me dicen a mí ‘la alegría no llegó’, perdóneme, pero depende de lo que usted cree. Si cree que alegría quiere decir que estamos todos contentos y satisfechos con Chile, ¿quiere decir que entonces nos cruzamos de brazos y no hacemos nada? Así no se construyen los países. La alegría consiste en que usted ahora puede soñar el país que quiere y nadie se lo puede impedir. La alegría consiste en que hay un sistema democrático y el que tiene mejores ideas, interpreta mejor al pueblo, ése va a gobernar. Si usted me dice que la gente tiene muchas necesidades insatisfechas, sí, es normal. Si la alegría consiste en que toda una sociedad esté satisfecha y contenta, quiere decir que esa sociedad murió como sociedad, porque no tiene objetivos, propósitos futuros, sueños. Eso no existe. Lo que mueve el progreso es la insatisfacción del presente y, por lo tanto, yo siempre tengo temas entre lo malo. Con qué criterios los resuelves es otra cosa. Pero cuando me dicen dónde está alegría, no, la alegría está en que hoy puedes preguntar dónde está, organizarse y tratar de imponer su alegría, la que usted entiende que es la alegría, hágalo. Eso es.