El diagnóstico de la Confederación de la Producción y del Comercio es tajante: lo ocurrido en estas últimas dos semanas es «pésima noticia», pero no por la sensación de inestabilidad que eso deja, sino porque no es algo casual. A estos hechos se suman ajustes relevantes en otros segmentos. Canal 13, por ejemplo, desvinculó a casi 300 personas. Chilevisión y TVN irían por el mismo camino de profundizar recortes. En otra área, Telefónica comenzó un plan de desvinculación de cerca de 200 trabajadores y se espera que la industria financiera, tras varias fusiones y ajustes, haga lo propio.
Mesas de trabajo, posturas en desacuerdo, remates, ministerios preocupados, dirigentes gremiales, pero, principalmente, trabajadores afectados. Ese es el mixque define al ambiente de los últimos 15 días. La empresa Maersk fue la punta del Iceberg de una realidad que ni las autoridades ni la sociedad civil han querido ver en toda su dimensión: otras dos compañías cerraron la semana pasada, la constructora Cial y Pastas Suazo, tres cese de operaciones sin vuelta atrás que sumaron en regiones dos mil 609 trabajadores y familias sin trabajo.
Nadie alcanzó a reaccionar, particularmente el Gobierno, que quedó como un espectador del caso. En efecto, ejecutivos de la firma danesa Maersk –a la que se le han atribuido factores productivos y políticos en sus motivos para dejar Chile– comunicó de forma simultánea a sus más de mil 200 trabajadores la desvinculación, sin conversarlo antes con ninguna autoridad. Los casos de Cial y Pastas Suazo, en tanto, se suman al listado de empresas que no pudieron evitar su quiebra.
Pero, pese a que los tres cierres se deben a situaciones diversas, el ambiente empresarial está en altera. El jueves pasado, el presidente de la Sofofa, Bernardo Larraín, realizó un diagnóstico duro de cara a la realidad. «No digo que sea la causa (factores políticos), pero Chile ha dejado de ser competitivo, no solo para atraer inversiones, también para retenerlas”, planteó.
Pasar de largo por estos despidos parece fácil en medio de una recuperación de la economía que han celebrado, con cautela, las autoridades y que los especialistas han advertido que se equipara con el inicio de 2017, con una tasa de comparación bajísima. A pesar de esto, el Presidente Sebastián Piñera ha dicho que hay que estar contentos; el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, habló de nuevos impuestos –a las empresas y Apps de tecnología–, pero los anuncios sobre cómo recuperar el vigor del empleo aún no llegan.
Swett detalló que han analizado los números en frío y el panorama no es alentador. Sobre todo por el ritmo que había tenido el crecimiento del trabajo por cuenta propia en el Gobierno de Michelle Bachelet. En el primer trimestre del año, la CPC estimaba la creación de unos 70 mil puestos más de trabajo. «El problema de los empleos por cuenta propia es que es un amplificador de desigualdad. Un empleo formal genera una media de ingreso de 573 mil pesos versus los de cuenta propia, que es de 287 mil pesos, según los datos que manejamos», indicó.
El diagnóstico de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) es tajante: lo ocurrido en estos últimos 15 días es «pésima noticia», pero no por la sensación de inestabilidad que eso deja, sino porque no es algo casual.
A estas noticias se suman ajustes relevantes en otros segmentos, como Canal 13, por ejemplo, que desvinculó a casi 300 personas. Chilevisión y TVN irían por el mismo camino de profundizar los recortes de personal, mientras que, en otra área, la Telefónica comenzó un plan de desvinculación de cerca de 200 trabajadores y se espera que la industria financiera –tras la fusión de Scotiabank-BBVA, CMR y Banco Falabella y ajustes en el Banco BCI– experimente también ajustes de relevancia.
El titular de la CPC, Alfonso Swett, reconoce que no se trata solo de una sensación. «Para debatir, lo que pido es que le pongamos número. Miremos el trimestre móvil febrero-marzo-abril: mientras la economía avanzó 4,8 puntos, el empleo lo hizo solo 2,1 puntos y, de ese total, solo el 0,6% es empleo formal, asalariado. El resto son puestos por cuenta propia», explicó. Para el timonel del gremio no puede ser mirado a la ligera que dos mil 600 familias hayan quedado sin ingresos: «Es un número muy alto que vemos con mucha preocupación, es una mala noticia para el país, preocupación por lo que está pasando por el mundo laboral, porque vemos en las empresas que se están perdiendo competitividad».
Swett detalló que han analizado los números en frío y el panorama no es alentador. Sobre todo por el ritmo que había tenido el crecimiento del trabajo por cuenta propia en el Gobierno de Michelle Bachelet. En el primer trimestre del año, la CPC estimaba la creación de unos 70 mil puestos más de trabajo. «El problema de los empleos por cuenta propia es que es un amplificador de desigualdad. Un empleo formal genera una media de ingreso de 573 mil pesos versus los de cuenta propia, que es de 287 mil pesos, según los datos que manejamos», indicó.
En lo que va del año, de paso, la quiebra de compañías ha aumentado un 56% a mayo, es decir, 564 empresas se acogieron al proceso y el 96% de ellas quebró, sin poder reorganizarse. El comercio y la construcción, los sectores más afectados.
La angustia en Linares
Hasta ahora son las regiones las que han resultado las principales afectadas, principalmente, por los despidos de las últimas semanas, donde la preocupación cunde. La compañía Iansa, que ha vivido una situación compleja que arrastra hace ya varios años, comunicó a los trabajadores de su planta en Linares que, si una serie de situaciones de mercado no cambian, deberán cerrar esa unidad.
«La planta azucarera de Linares continuará su operación durante el año 2019 si se contratan y siembran al menos 5 mil hectáreas de agricultores de la zona. Cuando concluya el proceso de siembra para la temporada 2019 y, si no se consigue la superficie antes mencionada, la compañía operará solo las plantas de Los Ángeles y San Carlos. De ser así, los agricultores remolacheros de Linares deberán entregar su remolacha en la planta de San Carlos, a su costo», puntualizó oficialmente la compañía.
La empresa explicó que la situación se funda en que «como es de público conocimiento, desde hace varios años, la industria azucarera nacional está enfrentando una serie de factores que la afectan profundamente, y que ha derivado en una importante reducción en la superficie de remolacha sembrada. Estimamos que para la cosecha 2019, esta disminuirá a alrededor de 14 mil hectáreas, sin duda, un nivel que nos impediría seguir operando 3 plantas. Los factores más relevantes que han gatillado esta situación, son la entrada en vigencia de la Ley de Etiquetado en el país, con la consiguiente disminución en el consumo; la caída en los precios internacionales del azúcar; los mayores costos derivados de la aplicación de los impuestos verdes a algunas de nuestras plantas y la fuerte caída que ha tenido el tipo de cambio».
Los trabajadores de la zona, sin mucho éxito, se han movilizado para tratar de evitar el cierre de la única industria que hay en Linares y han estimado que sus efectos podrían afectar la fuente laboral de hasta mil 900 familias, sumando puestos directos e indirectos.
¿Un debate de impuestos?
Tanto los dirigentes de la CPC como de la Sofofa comentaron ayer, en entrevistas a diversos medios, que el debate del desarrollo económico debería girar en torno a los impuestos. Swett señaló a El Mostrador que «hemos dicho que a la fuerza de mirar una reforma tributaria, miremos la competitividad tributaria de EE.UU., de Inglaterra y de los países de la OCDE, donde todos están bajando impuestos corporativos». A juicio de los gremios, un ajuste en la tasa, amarrado a una mejora de la salud fiscal, redundaría en mayor generación de empleos, poniendo a las empresas en una mejor posición.
Bernardo Larraín agregó –en entrevista ayer en El Mercurio– que «hay elementos estructurales de la economía chilena cuyo deterioro se ha profundizado en los últimos tiempos. La productividad está estancada; la competitividad del país, de acuerdo a diversos estudios, ha caído; y ciertas reformas que se hicieron son elementos ante los cuales el inversionista extranjero no es indiferente. Si Chile tiene una tasa de 27% en las empresas e Irlanda tiene un 12,5%, nadie puede quedarse indiferente, porque al menos en términos tributarios, Chile es menos atractivo. Cuando hablamos de rebajar impuestos, no es una discusión interesada del mundo empresarial».
El ex presidente de la Asech, Juan Pablo Swett, señaló que el foco debería estar puesto en motivar a todo el ecosistema de pequeñas y medianas empresas, pues son las que pueden apoyar la creación inmediata de empleos, ya que los proyectos del Gobierno, si bien van en la línea correcta, «son visiones de largo plazo y apuestan por reactivar la inversión a gran envergadura, por lo que la generación de puestos de trabajo inmediatos se hace más lenta».
El Ejecutivo hasta ahora no ha mostrado una postura más flexible en el tema y tampoco se ha abierto a negociar la baja de impuestos a la que Piñera le cerró la puerta en su cuenta pública del 1 de junio ante el Congreso Pleno. Por el contrario, han anunciado nuevos tributos que, de paso, inquietan a los trabajadores que se han mantenido en el mercado gracias a los cargos informales en plataformas como Uber y Cabify, justamente parte de las compañías que serán gravadas.