Los comicios presidenciales con escasa participación en las urnas suelen empañar la imagen de los ganadores. Seguro de su reelección, pero temiendo altos índices de abstención, Putin llama a las rusas a votar masivamente.
Aunque los sondeos de opinión apuntan a que el mandatario ruso, Vladímir Putin, será reelecto en los comicios pautados para el 18 de marzo, el «hombre fuerte» de Moscú se ha propuesto lograrlo con el 70 por ciento de los votos, como mínimo. Él sabe que los comicios presidenciales con escasa participación en las urnas suelen empañar la imagen de los ganadores y teme que la creciente tendencia a la abstención lo desprestigie en su cuarta candidatura a la jefatura del Estado. Según el Centro Levada, un reconocido instituto de investigación independiente, entre un 52 y un 54 por ciento de la población dijo estar dispuesta a salir a votar; esa cifra es tan baja que podría romper récords.
Los pronósticos de las encuestadoras cercanas al oficialismo son más optimistas, pero Putin no se duerme sobre los laureles. El desplome de la participación electoral ya se había sentido durante los comicios parlamentarios de 2016; en la populosa capital sólo votó un 35 por ciento de los ciudadanos registrados para hacerlo. Además, el líder opositor Alexéi Navalni -a quien no se le permitió competir por la presidencia- ha llamado en esta ocasión a boicotear el proceso. Esta constelación de factores ha llevado al Kremlin a tomar medidas de precaución; una de ellas ha sido la de apostar a las mujeres, el más grande e influyente contingente de votantes en la Federación Rusa.
Un contingente influyente
Apartando la presentación del nuevo arsenal de las Fuerzas Armadas locales, la campaña de Putin ha sido tachada de «inusualmente gris» por varios observadores. En ese contexto, una de las pocas iniciativas memorables -al menos para sus beneficiarias directas, que se cuentan en cientos de miles de familias- fue la promulgación de un subsidio mensual por hijos en noviembre de 2017, poco antes de que el mandatario confirmara que aspiraría de nuevo a la reelección. La subvención entró en vigor en enero de 2018; palabra empeñada, promesa cumplida. Sin embargo, hay otros indicios de que Putin coquetea con sus compatriotas y de que ellas son importantes para su victoria.
Por un lado están los mensajes publicitarios producidos por la máxima autoridad electoral en las que se elogia a la mujer rusa por su capacidad para «unir y comandar», con una mezcla de docilidad y fuerza; el eslogan que cierra el spot es: «Vengan a votar con toda la familia». Por otra parte están las propagandas dirigidas a los hombres y los videos hasta cierto punto anónimos creados para las redes sociales con una audiencia juvenil en mente; en ellos, la mujer reaparece como la figura consciente y responsable que está a cargo del hogar y decidida a votar. Las estadísticas dejan entrever lo que hay detrás de esta estrategia.
Sex appeal y propaganda
A principios de 2017 había más mujeres que hombres viviendo en Rusia; la diferencia era de aproximadamente diez millones. Hay el doble de mujeres jubiladas en Rusia que hombres jubilados; y esas mujeres que ya no trabajan representan un tercio de la población. No sólo eso, las rusas de la tercera edad son percibidas como particularmente disciplinadas en lo que se refiere al sufragio y tienden a apoyar a Putin en las urnas. Un sondeo realizado a mediados de febrero por la encuestadora estatal WZIOM sugería que un 76 por ciento de las mujeres consultadas votaría por Putin, 14 por ciento más que los hombres entrevistados.
El mandamás de Moscú, que ya se había mostrado sin camisa en el pasado, volvió a hacerlo en enero al sumergirse en aguas heladas para cumplir con un ritual de la Iglesia ortodoxa rusa y, presuntamente, para acentuar su imagen de hombre fuerte, saludable y atlético. Dada la discriminación institucionalizada de la que son objeto en el país euroasiático, es poco probable que los gays se sientan suficientemente seducidos por el tipo de masculinidad que Putin encarna como para votar por él. Pero los analistas del acontecer ruso consideran que el magnetismo ejercido por el presidente sobre muchas mujeres heterosexuales se mantiene fuerte desde hace años, a pesar de la guerra en Siria, de la reforma legal que atenúa las sentencias por violencia de género y de controvertidas declaraciones como la que hizo Putin en un documental del director estadounidense Oliver Stone: «Yo no soy una mujer, así que no tengo días difíciles».
Un hombre solo
Un detalle sobresaliente en estas elecciones: esta es la primera vez que Putin aspira a la presidencia sin tener a una primera dama a su lado. Él y su esposa de muchos años, Ludmila, se separaron hace cinco años; pero tampoco eso parece molestar a sus electoras tradicionales. Aunque se especula sobre su nueva pareja, no hay nada confirmado todavía. Aparte de las mujeres en la Duma -que representan cerca del 15 por ciento del Parlamento-, la única otra en el horizonte político ruso es la periodista Xenia Sobtschak, quien lanzó su candidatura a la jefatura del Estado y compite con ocho hombres, Putin incluido.
Sobtschak no tiene probabilidades de vencer a Putin ni la confianza de todos los opositores; se cree que la joven de 36 años interviene en la contienda política para dar la impresión de que el sistema político ruso es democrático, pluralista y abierto. Sobtschak es hija de Ludmila Narusowa, senadora del Consejo de la Federación y viuda del alcalde Anatoli Sobtschak; Putin fue alcalde interino durante la gestión de Anatoli Sobtschak en la década de los noventa. En el pasado, Narusowa apoyó a la organización Otlitschinzy (Las Mujeres 1-A) cuando éstas propusieron que se le permitiera a una mujer ocupar la presidencia del país en 2018.
Roman Goncharenko (ERC/VT)