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El sumo pontífice nuevamente habló de las denuncias contra sacerdotes, en misa llevada a cabo en la Catedral de Santiago.
En misa llevada a cabo en la Catedral de Santiago, el Papa Francisco volvió a referirse a los casos de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia Chilena.
En relación a ello, el Papa hizo eco de las declaraciones formuladas algunos minutos antes por el arzobispo de Santiago, Ricado Ezzati, quien dijo que “la vida consagrada en Chile atraviesa horas difíciles, de turbulencias y de desafíos no indiferentes. Junto a la fidelidad de la inmensa mayoría, ha crecido la cizaña del mal y su secuela de escándalo y deserción”.
Tras citar a Ezzati, el sumo pontífice señaló que “conozco el dolor que han significado los casos de abusos a menores de edad, y sigo con atención cuánto hacen para superar ese grave y doloroso mal”.
“Dolor por el daño y sufrimiento de las víctimas y su familia, que han visto traicionada la confianza que habían puesto en los ministros de la Iglesia. Dolor por ustedes, que han visto el daño que provoca la sospecha”, añadió en su discurso.
Luego de ello, dijo a los religiosos que “sé que a veces han sufrido insultos en el metro o caminando por la calle, que en muchos lados ir vestido de cura se está pagando caro”.
Asimismo hizo un llamado a “que Dios nos dé la lucidez de llamar la realidad por su nombre, de pedir perdón”.
Otra parte de su discurso estuvo dirigida a increpar a los representantes de una iglesia considerada por algunos como alejada de los fieles e incluso “elitista”. Aseguró que el Chile de hoy “es muy distinto” al que conoció en su juventud y aseveró: “No somos superhéroes que, desde la altura, bajan a encontrarse con los ‘mortales’”.
Por último, al referirse al trabajo sacerdotal, declaró que “no existe el selfie-vocacional. La vocación exige que la foto te la saque otro. Qué le vamos a hacer, así son las cosas”, en una situación que causó risas y aplausos.
