Corrupción, arma preferida de China para acaparar litio en Latinoamérica

Corrupción, arma preferida de China para acaparar litio en Latinoamérica

Las empresas chinas que buscan obtener el control de las reservas de litio de Latinoamérica tienen una ventaja contra la que no pueden competir las empresas estadounidenses y europeas: una disposición general para ignorar las normas internacionales contra la corrupción, dicen los expertos. Esta disposición es sistemática y apunta a obtener un papel dominante en las industrias electrónicas clave, incluida la fabricación de teléfonos celulares, computadoras y automóviles eléctricos.

“Para China, lo más importante en cuanto al litio es agarrar todo lo que pueda y mientras pueda, sin preocuparse de reglas, cuidado del medio ambiente, comunidades indígenas, etcétera”, dijo el 23 de julio a Diálogo Douglas Farah, presidente de IBI Consultants, la firma estadounidense de investigación y análisis de las amenazas en Latinoamérica. “El premio para China es controlar al máximo el futuro del mercado de este recurso limitado tan valioso”.

En 2022, las empresas chinas invirtieron cerca de USD 259 000 millones en nuevas plantas, un aumento del 3,6 por ciento desde 2018, dijo en un informe CCID Consulting, un organismo de investigación del Ministerio de Industria y Tecnología de la Información de China.

El gran gasto es impulsado por la creciente demanda, donde China continental es el mercado de vehículos eléctricos más grande del mundo durante ocho años consecutivos, así como el mercado de baterías más grande del mundo durante seis años consecutivos.

En un escenario tan boyante, los chinos utilizan el soborno y otras prácticas encubiertas, para ganar espacio a las empresas estadounidenses y europeas en la industria de litio en Latinoamérica. Es constante su intento para monopolizar el sector en países con grandes yacimientos del metal, como Argentina, Bolivia y Chile.

“A este fenómeno emergente en la región lo llamo ‘corrupción geoestratégica’, a través de la cual China elige pragmáticamente expandir masivamente su presencia en todo el mundo, pero particularmente a Latinoamérica”, dijo a Miami Herald Eduardo Gamarra, profesor de política y relaciones internacionales de la Universidad Internacional de Florida. “Pueden sobornar, contratar hijos de presidentes, conocer de antemano las condiciones de licitación, y por lo tanto subvertir los procesos de licitación”.

El mecanismo para corromper es relativamente sencillo, y su éxito depende en gran medida de la falta de controles formales y rendición de cuentas de la autoridad con que tratan las empresas chinas.

“Las compañías chinas ofrecen infraestructura sobrevalorada, diciendo por ejemplo: vamos a construir una fábrica de baterías de litio y a invertir USD 100 millones. Pero si al final no hay una gran fábrica de baterías, el político puede quedarse con el dinero y China no pedirá rendición de cuentas”, dijo Farah. “Estas empresas toman el control, e inmediatamente empiezan la extracción y en el camino arreglan lo que sea necesario para que no haya problemas con el gobierno de ese momento”.

Aquéllos que implementan el esquema de corrupción en los países son funcionarios chinos de diversa índole: tanto de las empresas como diplomáticos de China apostado en el país.

“Hasta cierto punto, las empresas chinas tienen autonomía para decidir como maniobran para entrar a las licitaciones y ganarlas (…), es asunto de trabajar sin controles formales. Si no hay facturas, no hay problema. Tampoco nada obligará a estas empresas a hacer estudios de impacto al medioambiente o de daño económico a los pobladores”, aseguró Farah. “Cuando hay cosas más grandes como provisión de elementos, como plantas nucleares, o estaciones espaciales, que son temas más estratégicos para China, se manejan a otro nivel”.

Una serie de acuerdos no revelados firmados en Argentina entre empresas chinas y gobernadores autocráticos de los estados del norte, que tienen los depósitos de litio más grandes de ese país, están siendo expuestos por IBI Consultants, Gamarra y otros grupos de expertos, como ejemplo más reciente de los cuestionables acuerdos. “En varios casos el trato con esas autoridades estatales facilita mucho las tratativas”, asegura Farah.

Las inversiones de compañías chinas en países como Argentina y Bolivia son notables. La empresa china Tibet Summit Resources Co. Ltd. invertirá USD 2200 millones en dos proyectos de exploración de litio en Argentina. Anuncio que fue ampliamente difundido por la Cancillería de ese país en noviembre de 2022.

En Bolivia, la presencia de China en el sector del litio se da no solo a través de inversiones, sino mediante invitaciones a “entrenamientos” en China. En junio, una delegación de 23 profesionales del Ministerio de Hidrocarburos y Energías de Bolivia, de Yacimientos de Litio Bolivianos, y funcionarios de la gobernación de Oruro, Bolivia, fueron invitados a Pekín, China, “para ampliar sus conocimientos sobre nuevas tecnologías y usos de este recurso clave para la transición energética mundial”, dijo el Ministerio de Hidrocarburos y Energías de Bolivia en un comunicado el 27 de junio.

El remedio es frenar el apetito voraz de China. “En un mundo globalizado todos tienen derecho a competir y ganar o perder, de acuerdo a las reglas del juego, con transparencia y honestidad”, finalizó Farah. “China puede competir, evidentemente, pero con juego limpio, informando quién está financiando, cómo se va a gastar el dinero y quién va a fiscalizar los procesos internos, entre otros puntos que deberían ser obligatorios a nivel mundial”.

Fuente: dialogo-americas.com