El lado oscuro del viral chocolate Dubái y otras tendencias alimentarias

El lado oscuro del viral chocolate Dubái y otras tendencias alimentarias

Por fuera, suave y cremoso chocolate, por dentro, crema de pistacho con crujientes fideos de Kadaif, conocidos también como “cabello de ángel”. El chocolate de Dubái se considera el máximo exponente del lujo en dulces.

La creadora de esta delicia es Sarah Hamouda, directora de la fábrica Fix Dessert Chocolatier, en Dubái.

Con la ayuda de influencer, la creación de Hamouda fue un éxito en redes sociales como una nueva y exclusiva tendencia gastronómica que conquistó el mundo.

Boom por el chocolate Dubái

Este lujoso chocolate con pistacho también posee un bajo costo de creación, por lo que se volvió una receta ideal para hacerlo en casa.

Pero esta tendencia tiene, además, otro costo. Desde que el furor por el chocolate de Dubái comenzó a finales de 2023, también ha aumentado el apetito global por los pistachos.

En 2024, la Unión Europea importó más de un tercio de pistachos (con cáscara) que el año anterior. Esto hizo que el valor de pistachos importados a la UE superara por primera vez los mil millones de euros.

El cultivo de pistachos requiere mucha agua

Como los pistachos se adaptan bien a climas cálidos y secos, en algunas regiones están reemplazando a otros cultivos, como los olivos. En España, el mayor productor europeo, la superficie cultivada con pistachos se ha quintuplicado desde 2017.

El pistacho “es una fruta interesante desde el punto de vista del cambio climático” y podría representar “una buena adaptación climática” para los productores, según Stig Tanzmann, asesor agrícola de la organización Brot für die Welt (Pan para el Mundo).

Sin embargo, la realidad suele ser distinta: los pistachos requieren de riego suplementario.

“Se tiene una planta adaptada al clima, pero se la riega para garantizar los altos rendimientos que exige un mercado de precios elevados”, dijo Tanzmann a DW.

Para producir un kilogramo de pistachos se necesitan más de 10.000 litros de agua, y la mayor parte proviene del riego suplementario. Esto puede provocar grave escasez de agua en regiones secas.

Aunque el pistacho tolera bien el calor, el cambio climático también lo afecta con inviernos cada vez más cálidos. Para florecer, los pistachos necesitan temperaturas frías durante cierto tiempo, y sin flores, no hay frutos.

La otra cara del “superalimento” quinoa

Otro ejemplo de las consecuencias negativas del apetito global por un producto específico es la quinoa. Este seudocereal proviene de los Andes en América del Sur.

En 2013, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) declaró el Año Internacional de la Quinoa, con el objetivo de destacar su importancia para la seguridad alimentaria. Sin embargo, rápidamente se comercializó como un “superalimento” y la demanda aumentó vertiginosamente.

En Perú y Bolivia, los principales países productores, los precios de la quinoa subieron tanto que la población local apenas podía permitirse consumirla, aun siendo un alimento básico, informa Tanzmann.

También el medioambiente sufre por la explotación sin medida de las tierras. Además, se habilitaron terrenos para el cultivo que no eran adecuados, informa Marcus Wolter, experto en agricultura y alimentación de la organización católica de Alemania para el desarrollo Misereor.

Por ejemplo, en una región semidesértica y cubierta de arbustos en el altiplano boliviano, donde antes se criaban llamas, el terreno “es demasiado seco para el cultivo extensivo de productos agrícolas como la quinoa”, explicó Wolter.

“Funcionó durante algunos años porque justo al inicio del auge hubo suficiente lluvia, pero desde hace unos años esas lluvias ya no llegan”, complementó.

También el arado del suelo para el cultivo tuvo efectos negativos. Woler explica que “en este clima, con vientos tan fuertes, no se debería arar, porque el poco suelo fértil se lo lleva el viento rápidamente”.

“Eso también dificulta volver a la ganadería después del cultivo de quinoa, puntualiza Wolter, “ya que los pastizales también se vuelven menos fértiles”.

¿Qué queda cuando pasa la moda alimentaria?

Ya sean pistachos, quinoa, té matcha, o la próxima tendencia alimentaria: las organizaciones especializadas en comercio justo aconsejan que los productores no dependan económicamente de una sola materia prima agrícola.

Y eso significa cultivar no solo para el mercado mundial, sino también para los mercados locales, dice al medio, Claudia Brück, directora de Fairtrade Alemania.

Así se puede seguir generando ingresos, incluso cuando la moda haya pasado, los precios de la materia prima bajen y la demanda se mantiene.

“La idea es alejarse de los monocultivos, mirar concretamente que se planten dos hileras de café y una de frijoles. Eso mantiene el suelo sano y permite a los agricultores producir su propio alimento. Y además se puede cultivar, por ejemplo, mango para el mercado internacional”, menciona Brück.

Pero no solo los agricultores, sino también quienes inician y promueven una tendencia deberían pensar y actuar de forma más sostenible, exige Stig Tanzmann.

“Si uno impulsa algo así, en realidad también tiene una responsabilidad sobre esa tendencia y debería pensarla de principio a fin, no solo enfocarse en vender lo máximo posible”, criticó.

Por su parte, los consumidores deberían ser más escépticos cuando se anuncia una nueva tendencia.
Fuente: biobiochile.cl