– En pleno siglo XXI, cuando el diálogo interreligioso y la comprensión mutua deberían florecer, aún persisten acusaciones que deforman el pensamiento y la práctica de millones de creyentes. Una de las más reiteradas hacia los católicos es la de “idolatría”, basada en la utilización de imágenes religiosas y la veneración a los santos y a la Virgen María. ¿Pero es esto realmente idolatría? ¿Qué dice la Biblia? ¿Qué enseña la Iglesia?
1. ¿Qué es realmente idolatría según la Sagrada Escritura?
El primer mandamiento lo expresa claramente:
> “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza […] No te inclinarás a ellas, ni las honrarás.”
(Éxodo 20:3-5)
Muchos toman este pasaje para señalar a los católicos como transgresores del mandamiento. Pero esta lectura ignora el contexto: el pecado señalado es adorar algo que no es Dios, no simplemente hacer o poseer una imagen. La palabra clave es adorar (latría), es decir, rendir culto como a un dios.
La Iglesia Católica condena la idolatría de forma categórica. Enseña que solo a Dios se le debe dar adoración (latría), y que cualquier desvío en este sentido es una grave desviación del mandamiento.
2. La Biblia no prohíbe toda imagen religiosa: Dios mandó hacer imágenes
Sorprendentemente para algunos, la Biblia misma narra que Dios ordenó la creación de imágenes sagradas con fines litúrgicos:
En el Arca de la Alianza:
> “Harás también dos querubines de oro macizo […] pondrás los querubines en los dos extremos del propiciatorio.”
(Éxodo 25:18-19)
En el Templo de Salomón:
> “En el Lugar Santísimo hizo dos querubines de madera de olivo […] y los cubrió de oro.”
(1 Reyes 6:23-28)
¿Acaso Dios se contradice? No. Lo que se prohíbe es hacer imágenes para adorarlas como dioses, no su existencia ni su uso como elementos de fe, memoria y pedagogía espiritual.
3. ¿Qué enseña realmente la Iglesia Católica?
El Catecismo de la Iglesia Católica, en el punto 2132, lo explica con claridad:
> “La veneración de imágenes no es contraria al primer mandamiento […] El honor dado a una imagen se remonta al modelo original, y quien venera una imagen venera a la persona representada en ella.”
Es decir, el católico no adora la imagen, sino que a través de ella honra a quien representa: Jesús, María, los santos. Esta distinción está basada en la encarnación misma de Dios: Cristo es la imagen visible del Dios invisible:
> “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.”
(Colosenses 1:15)
Si Dios se hizo imagen en Jesús, ¿cómo podría condenar toda representación?
4. ¿Qué significa venerar y por qué no es idolatría?
La teología distingue tres niveles claros:
Latría: adoración solo a Dios.
Dulía: veneración a los santos.
Hiperdulía: veneración especial a la Virgen María por ser Madre de Dios.
Ninguna estatua, imagen o persona recibe adoración. Lo que hay es reverencia, afecto y gratitud, como cuando el ángel saludó a María:
> “Dios te salve, llena eres de gracia.”
(Lucas 1:28)
O cuando Isabel la llama “la madre de mi Señor”:
> “¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a mí?”
(Lucas 1:43)
¿Fueron estos gestos idolátricos? No. Fueron actos de fe y de reconocimiento de la obra de Dios.
5. ¿Es idolatría postrarse ante una imagen?
Algunos citan pasajes como Daniel 3 o Apocalipsis 19:10 para decir que no se debe postrar ante nada que no sea Dios. Pero estos textos se refieren a postrarse en adoración falsa. En la Biblia también se ve a personas postrándose sin caer en idolatría:
> “Josué cayó rostro en tierra, lo adoró y le dijo: —¿Qué dice mi Señor a su siervo?”
(Josué 5:14)
Este gesto, en contexto, es reverencia, no idolatría. Así también los católicos se postran ante el Sagrario (donde está Cristo presente), o ante una imagen en señal de respeto, no de adoración.
Conclusión: Las imágenes no son ídolos, son recordatorios del amor de Dios
La fe católica, lejos de promover la idolatría, es rigurosamente monoteísta. Reconoce un solo Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todo culto auténtico va dirigido a Él. Las imágenes no son dioses, sino ventanas que nos ayudan a contemplar el Misterio.
El uso de imágenes es una herencia apostólica, bíblica y profundamente humana: todos conservamos fotos de seres queridos que ya no están, no porque los adoremos, sino porque los amamos. Lo mismo ocurre en la fe: las imágenes nos conectan con la historia de la salvación, con la comunión de los santos y con el amor maternal de María.
Por tanto, acusar a los católicos de idolatría es no solo un error teológico, sino también una falta de comprensión sobre la riqueza espiritual de una Iglesia que, desde hace más de dos mil años, anuncia a un solo Dios verdadero y eterno.