La historia de esfuerzo de Felipe Trecanao, medallista de oro en kick boxing en los Juegos Bolivarianos

La historia de esfuerzo de Felipe Trecanao, medallista de oro en kick boxing en los Juegos Bolivarianos

Tiene solo 20 años y es oriundo de Pucón.

Los últimos días para Felipe Trecanao han sido una vorágine desenfrenada, una mezcla de sentimientos muy fuertes. En los Juegos Bolivarianos de Ayacucho le dio a Chile la medalla de oro en kick boxing. Al volver de Perú, el joven de 20 años se recostó en su cama y al pensar en todo lo que ha vivido soltó una lágrima.

Trecanao tiene 20 años y es de Pucón. Desde chico le gustaba pelear, la adrenalina de golpear, los choques tú a tú. Esa pasión se transformó en modo de vida y cuando inició su carrera se ganó un apodo: «Mapuche de Oro».

«De primera me iban a colocar ‘Indio de Oro’, pero no soy indio, es un término despectivo para la persona mapuche. Entonces, salió ‘Mapuche de Oro’. Yo soy orgulloso de ser mapuche. En el colegio me molestaban por el apellido, por ser moreno, tenía el pelo en punta, se reían de mí por eso. Mi tío tiene un grupo musical, ha viajado por todo Chile, y él me inculcó el orgullo por ser mapuche, él me hizo aferrarme a la cultura, a amarla, a quererla, a sentirla. El newen corre por mis venas», le cuenta a Emol.

Siendo un adolescente, se unió a un taller municipal de kick boxing. Recuerda que en esa época era «agrandado, patudo y puntudo». Cuando recién iniciaba le dijo al profesor: «Quiero pelear. Póngame al mejor». Le dieron el gusto, pero pagó un precio por la osadía. Terminó con una lesión en las piernas que lo dejó sin poder levantarse de la cama por un tiempo.

Sin embargo, eso no lo ahuyentó. Fue un acicate para mejorar. Poco a poco fue notando el progreso y comenzó a competir. Sentía que ese era su ambiente ideal. En el colegio era un «niño problema», hiperactivo. No le gustaba estar encerrado en la sala, se portaba mal, vivía al borde de la expulsión.

Pero su vida no solo era el dojo y el colegio. Siendo un niño empezó a trabajar para ayudar a sostener la casa.

«Trabajaba cortando leña en Pucón. Iba solo al monte con mi carretilla, mi perro Thor y llenaba sacos de leña y los vendía a la gente. Como a los 12 años empecé a trabajar con mi papá en la construcción. Eso me hizo tener más fuerza, ser más valiente en la vida. Mi mamá hace artesanía en lana y desde los ocho años trabajé con ella. Le vendía en las ferias y como era chico me compraban harto, vendía bien. Mis papás no me han pintado la vida con color de rosas. Me han enseñado lo que es la realidad, que las cosas cuestan, no me las han regalado», afirma.

Trecanao le aseguraba a su mamá que en algún momento ella lo iba a ver pelear en la tele. Su incipiente carrera iba en despegue, pero en algún momento perdió el foco. Comenta que le da vergüenza hablar de esa etapa. Fue una época de excesos y de muchas fiestas.

Sin darse cuenta, tocó fondo. Perdió la confianza de su familia y el respeto de la gente que lo conocía en Pucón. Un día estaba en el lago Villarrica, junto a unos amigos, y se puso a pensar. Luego de analizar su situación, tomó una decisión radical e inesperada. Fue a comprar pasajes y se vino a Santiago. En ese momento, creía que debía cortar de raíz lo malo, si no lo iba a terminar por consumir.

«Tenía a mi pareja, que en ese momento no era mi pareja, la llamé por teléfono. Nos comunicábamos de vez en cuando. La llamé y me dijo ‘¿qué pasa?’. Le dije ‘Oye, Michelle. Si me voy para Santiago, ¿tú me recibirás?’. Ella se rió. ‘Si te vienes, yo te recibo, pero no creo que lo hagas’. Vi los pasajes, estaban a 12 mil pesos y los compre altiro no más. Dejé todo tirado. Me dio pena ver a mi hermana menor despidiéndose por la ventana del bus. Mis papás estaban enojados, pensaban que yo iba a caer en el vicio, que me iba a perder. Traje ropa para entrenar y nada más. Vine sin nada prácticamente. Vendas, guantes, un short y una polera», relata.

Su pareja formaba parte del famoso Team Pardo, el mismo que llevó a Carolina «Crespa» Rodríguez a un histórico título mundial en boxeo, y Trecanao se puso a entrenar con ellos. En paralelo trabajaba en lo que saliera para subsistir.

«Los primeros días en Santiago me puse a vender helados en la calle.Me ponía en los semáforos. Ya después una señora nos ayudó con un puesto y trabajábamos con mi pareja en el persa Zapadores. Siempre vendía cosas, no me podía quedar parado esperando que me lleguen las cosas en las manos. Hoy hago clases en el gimnasio y vivo con mis entrenadores», declara «Pipe».

Trecanao demostró condiciones y llegaron los resultados. Actualmente es campeón nacional de kick boxing, también campeón panamericano y está clasificado al Mundial de la especialidad que se realizará el próximo año. Inició, además, su carrera como boxeador.

Sin embargo, este año estuvo cerca de nueve meses inactivo. Explica que sufrió un bajón emocional, se sentía frustrado. En ese momento, su entrenador, Claudio Pardo, lo retó y le preguntó para qué vino a Santiago entonces.

«Me enojaba que me lo dijera, pero era verdad. En kick boxing espero ganar el título mundial que viene ahora y en boxeo seguir peleando, ganar todos los títulos. Quiero poder vivir del boxeo más que del kick boxing, porque se gana más. Tengo que ayudar a mi familia, que fue por lo que empecé. Tengo hermanas y sobrinas, soy el único hijo hombre», cierra.

Fuente: emol.com