Tras crecer 10,6% en el presente ejercicio, el crecimiento en los próximos dos años disminuiría hasta 2,4% y 1,8%, respectivamente.
El Banco Mundial (BM) se ubica entre los más optimistas en las perspectiva económicas para Chile en el presente año, elevando su pronóstico de crecimiento desde 6,1% hasta 10,6%, quedando levemente sobre el piso del rango estimado por el Banco Central (de entre 10,5% y 11,5%). Sin embargo, tras marcar esa expansión – solo superada en la región por el avance de 11,3% de Perú – la historia toma un rumbo muy diferente.
De acuerdo al reporte “Reconstruyendo economías: Dinámicas pos-COVID con restricciones presupuestarias” enfocado en el conjunto de América Latina, el organismo multilateral proyecta una fuerte desaceleración para el país, hasta 2,4% en 2022 y 1,8% en 2023, números que representan un marcado recorte en relación al 3% y 2,5% que anticipaba para cada periodo en junio pasado.
De esta manera, mientras que el país supera el pronostico regional en 2021, que figura con un alza del PIB de 6,3%, se queda rezagado del promedio del vecindario en los ejercicios venideros. El BM actualmente proyecta un avance de la economía latinoamericana 2,8% el año siguiente y de 2,6% para el subsiguiente.
Aunque no ahonda en las particularidades nacionales, el informe presentado en esta jornada asegura que la región simplemente retomará los pobres resultado que caracterizaron a la segunda década del siglo.
Una recuperación deslucida
“Desde 2010 hasta que se desató la pandemia, América Latina y el Caribe crecieron un 2,2 % anual, al mismo tiempo que el resto del mundo creció a un 3,1%. Los pronósticos para 2022 y 2023 son igualmente mediocres”, indican.
En efecto, aunque la desaceleración chilena es particularmente brusca, ninguna de las mayores economías regionales escapan a la tendencia. Brasil crecería 5,3% para luego acotar su expansión a 1,7% y luego a 2,5% en los años que vienen. México pasa de un avance 5,7% a 3,2% y 2,2%, mientras que Perú desde 11,3% a 3,2% y 3%.
El BM detalla que “la deslucida recuperación, sumada a las bajas tasas de crecimiento de la década anterior, sugiere la existencia de problemas estructurales internos en la región y apunta a la urgencia de abordar la lista de déficits internos ampliamente conocidos en materia de infraestructura, educación, política energética, capacidad empresarial e innovación, y de afrontar al mismo tiempo algunos nuevos retos relacionados con el cambio climático”.
Aunque reconocen que la dinámicas sin distintas en cada país, con algunos progresando en área como la digitalización como efecto colateral de la pandemia, el prestamista multilateral asegura que si no se abordan los mencionados factores estructurales “es probable que el crecimiento anémico se mantenga y sea insuficiente para avanzar en la lucha contra la pobreza, y aliviar las tensiones sociales”.
Recomendaciones
En ese contexto, el Banco Mundial específica las vías por las cuales se podría mejorar la aletargada dinámica del crecimiento en la región. En materia de equidad y eficiencia educativa, plantean que “será necesario desarrollar una importante labor de recuperación en la educación primaria para contrarrestar los años perdidos de aprendizaje y de acumulación de capital humano debidos a la COVID-19, al mismo tiempo que se abordan las ineficiencias persistentes que han conducido a unos resultados inadecuados durante mucho tiempo”.
Además, indican que para apoyar a los centros educacionales más afectados se debe “mejorar el uso de la tecnología para complementar la enseñanza, mejorar el seguimiento y la información de los resultados educativos y reforzar el liderazgo educativo”.
En el área de salud, sostiene que el coronavirus resaltó las deficiencias, resultando primordial el “mejorar y ampliar los servicios”. Detallan al respecto que “con el tiempo, el gasto público tendrá que aumentar hasta alcanzar los niveles internacionales, pero a corto plazo, el avance de los sistemas hacia la frontera de eficiencia mundial podría ampliar la esperanza de vida promedio en 4 años”.
Para ello, el Banco Mundial propone “comparar los servicios prestados con las normas mundiales, evaluar las tecnologías de la salud, unificar los sistemas fragmentados, reconfigurar la prestación de servicios, mejorar los sistemas de información y reducir la corrupción”.
Por otra parte, la entidad considera que las transferencias públicas para la equidad pueden “convertir el estímulo de corto plazo en crecimiento de largo plazo”. Específicamente plantea que “los datos publicados hasta ahora sugieren un impacto positivo a corto plazo sobre la producción a través de la demanda, pero, a más largo plazo, las transferencias específicas para apoyar las inversiones que aumentan la productividad (por ejemplo, los subsidios a los programas de ciclo corto, u otra acumulación de capital humano) mejorarían la equidad y sentarían las bases del crecimiento”.
Otras de las áreas relevantes para el organismo, en términos de un impulso estructural al crecimiento, son la inversión en investigación e innovación, la inversión pública inteligente en infraestructura y el desarrollo de un futuro energético sostenible.
Fuente: latercera.com