Dentro de la alianza gobernante, personajes de primera línea descreen de este principio constitucional y fomentan ocupaciones delictivas.
Las violaciones al derecho de propiedad, plasmado en la Constitución Nacional -y si se quiere hasta precepto bíblico- no son algo nuevo en el país. En Argentina «lo tuyo» puede dejar de serlo en cualquier momento. Ya ocurrió demasiadas veces en el pasado.
Populismo, ilegalidad e ideas erradas.
Luego del único período de éxito en el país, tras la implementación del modelo de Juan Bautista Alberdi, que consagraba la “inviolabilidad” de la propiedad privada, el primer traspié se produjo durante el primer peronismo. De la mano de la “justicia social”, si una persona tenía más de una propiedad debía vendérsela forzosamente a su inquilino en cómodas cuotas. Así se desalentó lo que se conoció como el “ahorro en ladrillos” de muchos inmigrantes.
La historia más reciente también está plagada de otras violaciones al derecho de propiedad. Ya en los setenta, el último Gobierno militar, mientras reprimía a los grupos guerrilleros de forma irregular y descentralizada, no se hizo demasiados problemas si un grupo de tareas se hacía de algún “souvenir” en un operativo. Incluso muchos aseguran que, al haber reprimido desde la ilegalidad, se colaron en las listas de los subversivos nombres de personas de las que se sabía disponían de algún ahorro en la casa o bien no tenían herederos a quienes dejar sus bienes.
En los últimos años, de la mano de malas ideas en la economía, llegaron las peores violaciones a la propiedad. El oscurantismo económico tuvo mucho que ver con este fenómeno. Si bien la izquierda hacía énfasis en los derechos de los trabajadores que “recuperaban” fábricas y empresas, al existir una rígida legislación laboral que impedía despedir personal, muchos emprendimientos cayeron en endeudamientos y quebrantos, producto de no haber podido ajustar el negocio en un momento de necesidad.
De la regulación de las locaciones al impuesto inflacionario
Otro de los ejemplos más notorios lo encontramos en el híper-regulado e intervenido mercado inmobiliario. Si un inquilino con una familia no puede seguir pagando un alquiler, desalojarlo se torna un suplicio largo y caro. Lejos de beneficiar a los más necesitados, esta situación lo único que hace es distorsionar el mercado y poner trabas de entrada que dejan fuera de juego a las personas que más necesitan alquilar. Si en Argentina los desalojos se tramitaran de forma sencilla, entre los primeros beneficiados estarían, por ejemplo, los trabajadores informales. De contar con los recursos necesarios, podrían acceder en el día a una vivienda digna, que luego mantendrían sin problemas.
Desde que retornó el peronismo de la mano del Frente de Todos, Argentina vive uno de los momentos más nefastos en materia de respeto a la propiedad. Para empezar, todas las personas son víctimas de un robo que no es percibido como tal. Aunque el tema principal sea la subida del dólar y el control de cambios, lo cierto es que, en lo concreto, el proceso inflacionario y la depreciación del peso no son otra cosa que reflejo del saqueo del Estado a los particulares. La diferencia -lo que pierden todos los asalariados mes a mes- es un robo del Gobierno, aunque pocos comprendan la situación.
Y ahora las tomas de terrenos
Pero sin dudas donde más se evidencia la problemática actual es en la proliferación de tomas de terrenos, episodios que se multiplicaron desde el comienzo de la cuarentena. Mientras en la provincia de Buenos Aires hay ocupaciones como la de Guernica, el gobernador y economista preferido de Cristina Fernández, Axel Kicilloff, insiste en repetir frases desafortunadas. Y así, mientras se le incendia la provincia, el exministro manifiesta que los barrios cerrados “también son ocupaciones”, ya que considera que pagan pocos impuestos. Otros referentes kirchneristas como Juan Grabois, amigo personal del papa Francisco, incentivan desembozadamente las ocupaciones mediante organizaciones paraestatales.
Paralelamente, con un sector importante del Gobierno argentino volcado en esta dirección, la izquierda dura aprovecha para fomentar abiertamente una “reforma agraria”. Desde sus redes sociales, Alejandro Bodart llamó a terminar con el modelo donde «el 0,1% de la población es dueña del 35% del territorio».
Alberto: ¿De qué lado estás?
La exministra de Seguridad de Cambiemos, Patricia Bullrich, interpeló al presidente y le pidió que definiera de qué lado de su Gobierno está: si respalda a los que defienden el derecho de propiedad o si por el contrario avala a los funcionarios que lo relativizan. “Debe pronunciarse y decir de qué lado está. Esto merece que diga que piensa respetar la propiedad privada y la Constitución. A partir de ahí uno puede sentarse a discutir con el Ejecutivo”, señaló.
«Chavismo argentino»
El periodista y analista Luis Rosales manifestó desde su programa que en Argentina “gobierna en parte el kirchnerismo, que adhiere al chavismo”. En su opinión, este modelo utiliza la justicia y las instituciones para desarmar y desarticular el sistema que garantiza el derecho a la propiedad privada de forma gradual y progresiva.
Fuente: panampost.com