«Es hora de que los medios de comunicación transmitan estos mensajes y que, junto a la clase politica, abandonen el sensacionalismo y el pánico que explotaron» apoyando las cuarentenas, sostuvo Kaiser.
El Abogado y Doctor en Filosofía, explicó en carta al diario El Mercurio, los fundamentos de su oposición al confinamiento total, indicando que dichas medidas generan más daños que beneficios.
A varios meses de haberse impuesto implacables cuarentenas comienza ya a hacerse evidente lo que varios expertos advirtieron
desde el principio: que la enfermedad no ameritaba la destrucción de libertades y de calidad de vida realizada por la politica del pånico de
diversos estados, incluido el chileno.
No es solo Suecia la que se convierte ahora en un caso de éxito contra todos los pronósticos y ataques del statu quo. Una iniciativa de
los profesores Martin Kulldorff (Harvard),
Sunetra Gupta (Oxford) y Jay Bhattacharya (Stanford), todos expertos en epidemiologia, ha reunido en pocos días cerca de diez mil firmas de expertos de todo el mundo condenando las cuarentenas. En su lugar proponen la protección focalizada» de quienes sean
vulnerables, demandando un retorno a la vida normal del resto de la sociedad, incluyendo las escuelas, actividades deportivas, etcétera.
Los miles de expertos, que se definen ideológicamente como de izquierda y de derecha, afirman que la salida es la inmunidad
colectiva y que mantener las cuarentenas esperando la vacuna causará un daño irrepaable, en especial a los más desaventajados de la población». Explican que niños no vacunados, personas sin controles por otras enfermedades, aumento de enfermedades mentales y otros, llevarán a un auge de la mortalidad y a devastadores efectos sobre los sistemas de salud pública en el futuro.
Es hora de que los medios de comunicación transmitan estos mensajes y que, junto a la clase politica, abandonen el sensacionalismo y el pánico que explotaron y utilizaron para incrementar, en un caso el rating. y en otro, el control sobre nuestras vidas a niveles humillantes y contraproducentes.
Fuente: El Mercurio.