Michelle Bachelet, nueva alta comisionada de Derechos Humanos, es una marxista de corazón
Hace pocos días, la dos veces expresidenta chilena Michelle Bachelet ha sido designada como alta comisionada de Derechos Humanos de la ONU. El portugués António Guterres, secretario general de la ONU, ha declarado tras su nominación: «La señora Bachelet es una pionera, una visionaria, una mujer de principios, una gran líder de los derechos humanos para estos tiempos difíciles». Es importante que la comunidad internacional tenga conocimiento cabal del historial de Bachelet, el cual está plagado de hechos que en una organización normal habrían impedido nominar en un cargo de tanta relevancia a alguien como la excombatiente clandestina conocida en su entorno con la chapa de comandante Claudia.
En efecto, Bachelet, hija de un general de la Fuerza Aérea de Chile leal al marxista-leninista Salvador Allende, vivió parte importante de su juventud en la Alemania Oriental (mal llamada República Democrática Alemana), cuyo jerarca máximo era Erich Honecker. Tras la caída del muro de Berlín, Bachelet autorizó que él y su mujer Margot, exministra de educación de la RDA, se refugiaran en Chile impidiendo un juicio en Alemania para responder por todos los crímenes cometidos bajo su mandato.
Bachelet es una marxista de corazón. A pesar de haber sido dos veces presidenta de Chile y de haber ocupado la dirección ejecutiva de ONU Mujeres entre 2010 y 2013, Bachelet jamás ha condenado las dictaduras de Cuba, Venezuela o Nicaragua. Ella es una persona que no conoce la imparcialidad en política. Defiende a fuego su ideología, sin considerar los daños provocados por el comunismo en el mundo y también por aquellos mandatarios populistas más contemporáneos.
Bachelet inició su campaña para llegar alto en la ONU hace ya muchos años. Lo más probable es que sea ella quien suceda al actual secretario general cuando expire su mandato. Como presidenta de Chile, Bachelet se empeñó en promover la inmigración ilegal en su propio país, permitiendo ingresar de manera irregular a más de 600.000 extranjeros. Solo entre 2015 y 2017 ingresaron a Chile más de 200.000 haitianos ilegales. Entraron como turistas, amparados por mafias que los engañaban al venderles pasajes aéreos, todo bajo la complicidad del gobierno de Bachelet.Chile, bajo el primer gobierno de Sebastián Piñera, creció al 5,3% promedio anual, mientras que durante el gobierno de Bachelet este indicador cayó a un 1,7%. Los focos de Bachelet son el feminismo a ultranza, un estado poderoso, la promoción de derechos más que deberes de los ciudadanos, preocupación desenfrenada por minorías vociferantes y una fijación por la educación gratuita a todo nivel, independientemente de la disponibilidad de recursos en el estado.
Bachelet ha sido una defensora histórica de Cristina Fernández, de Lula, de Dilma Rousseff, de Nicolás Maduro, de Daniel Ortega y por supuesto está feliz con el triunfo del nuevo presidente izquierdista de México, Manuel López Obrador.
La presión internacional y las expectativas de que una mujer comande por primera vez la ONU deja a Bachelet en primera línea para asumir esa posición. Lo que sorprendentemente los líderes de los países que financian a la ONU no cuestionan es cuál es el verdadero rol que cumple esta gigantesca organización en la resolución de conflictos y en el beneficio de la humanidad.En la ONU trabajan unos 40.000 funcionarios, con sueldos muy por encima del promedio de otras organizaciones y, además, libres de impuestos. Es impresionante constatar los innumerables beneficios extra que tiene cualquier funcionario de la ONU al trasladarse de país. Es muy difícil ser despedido de la ONU, salvo si se va en contra de ideologías dominantes impregnadas en la mayoría de sus funcionarios. Existe un amiguismo interno, muy bien protegido por infinidad de normas que legalmente justifican cualquier decisión.
En Chile, por ejemplo, está radicada la casa matriz de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), entidad integrante del sistema de Naciones Unidas. Su sede está ubicada en el lugar más sofisticado de Santiago, sus funcionarios tienen horarios de trabajo «amigables» y los salarios de sus empleados son inescrutables. La Cepal está dirigida desde hace 10 años por Alicia Bárcena, una conocida izquierdista mexicana amiga de Fidel Castro y de su hermano Raúl. Ella hasta hace muy poco defendió la revolución bolivariana de Chávez-Maduro y le rindió público homenaje al tirano Fidel Castro tras su fallecimiento. Bachelet ha logrado sostenidamente penetrar los eslabones del poder de la ONU, visitando regularmente muchos países pequeños, los cuales llegado el momento tienen poder de voto relevante. Las causas de los DD.HH. son universales. La mayoría los utilizan en su propio beneficio, despreciando la objetividad y exigiendo que otros los respeten, mas no siempre quienes piensan como ellos. Bachelet es parte de una generación de revolucionarios soñadores que pensaron que el mundo se construía con propuestas bonitas, en que los resultados llegan de alguna parte, mas no del trabajo individual serio y responsable.
La ONU es financiada por gobiernos, y por ende contribuyentes, que no tienen control alguno sobre la eficiencia, la productividad o la necesidad de que la ONU siga siendo un elefante blanco que deambula por el mundo sin resultados comprobables. Si alguien se da el trabajo de verificar la cúpula de la ONU, se dará cuenta fácilmente de que las principales posiciones están controladas por la izquierda progresista y, a juzgar por el cargo asumido por Michelle Bachelet, las cosas no cambiarán, al menos en el corto y mediano plazo.
La información es de: ABC.es Internacional