En el momento del adíós, el técnico descartó actos de indisciplina en la Selección. También asumió su responsabilidad por el declive en el rendimiento que terminó con Chile eliminado del Mundial.
Juan Antonio Pizzi se despidió oficialmente de la Roja. Primero ante el directorio que encabeza Arturo Salah, con el que estuvo reunido por dos horas y diez minutos en la sede de la ANFP, y luego ante la opinión pública a la que le dedicó una carta abierta en la que explica su proceso, defiende sus logros e intenta justificar el fracaso en el intento por clasificar a la Roja al Mundial de Rusia. Y, de paso, exculpar a los jugadores de la acusación más grave que se les ha realizado en medio del traumático desenlace del camino hacia el que pudo ser el tercer Mundial consecutivo de la Generación Dorada.
“Les puedo asegurar a los hinchas chilenos que todos los jugadores que han estado bajo nuestra dirección durante este proceso, han demostrado un nivel de compromiso altísimo y un profesionalismo a la altura de lo que merece la selección de Chile, tanto en Pinto Durán como en todos los viajes y largas concentraciones que hemos tenido en Sudamérica, Estados Unidos, China y Rusia”, dijo, saliendo al frente de las acusaciones que han surgido desde el entorno del capitán, Claudio Bravo.
“El de Chile no es un camarín inmanejable, como han dicho algunos. Desde que llegamos y hasta el último partido con Brasil han sido buenos compañeros y se han llevado muy bien”, amplió en relación al duro diagnóstico que existe respecto de la conducta del plantel.
También asumió su responsabilidad en la eliminación. “Las razones de la no clasificación al Mundial son deportivas y en ellas soy el principal responsable. Aunque no nos gusta la exposición pública, somos muy autocríticos. Creo que es más fácil mejorar desde el reconocimiento de los errores que desde las excusas”, sentenció.